Se nos descubre un futuro innegable, no puede ya ser de otra manera; a pesar de ello, siempre será elección del autor y del lector abrir las puertas al mundo digital, al entorno electrónico y a estas nuevas formas de difusión literaria.
La literatura ha trascendido las barreras tradicionales para explorar territorios donde la narrativa se fragmenta, se dispersa a través de múltiples plataformas. Este fenómeno, que se conoce como literatura transmedia, no solo implica la expansión de una historia en diversos medios, sino también la posibilidad de ofrecer experiencias inmersivas y participativas para el lector
En el ambiente digital, un libro puede ser más que un simple texto lineal tal como lo conocemos, nos encontramos con enlaces, videos, audios y elementos interactivos que renuevan la experiencia lectora. En este sentido, el libro en formato digital se convierte en un mecanismo multimedia que nos ofrece una experiencia más allá de la palabra escrita. La narrativa se expande. El lector no solo lee, sino que también explora, escucha y observa.
El libro, como lo conocemos, se transforma en algo más dentro del entorno digital, la linealidad desaparece y el texto puede entrelazarse con otros medios convirtiéndose en un “hipertexto”; esto permite una experiencia que sobrepasa la tradicional donde la obra escrita ya no es solo un “libro” sino una pieza multimedia que se adapta al lector. Al estar en una plataforma digital, el texto se vuelve accesible y se presta a la interacción y reinterpretación, lo que convierte la experiencia de lectura en algo social y dinámico.
En un texto del maestro Daniel Escandell se explora a profundidad el mundo digital en el que el autor puede adoptar múltiples roles; esto es, desde ese creador que parece invisible tras el contenido o puede percibirse como un personaje dentro de su obra o en redes sociales para así interactuar directamente con los lectores. El avatar del autor en el entorno digital es una extensión de su identidad, nos dice Escandell, y puede optar por representar un personaje, un narrador o una figura de autoridad en la obra. Este tipo de presencia cambia la percepción que los lectores tienen sobre el texto y quien lo ha creado.
Por otro lado, el lector en el entorno digital es un usuario activo que puede interactuar con el contenido e incluso modificarlo o influir en él, puede compartir sus impresiones y opiniones de manera inmediata, transformándose en un “recreador” de la obra al comentarla, analizarla y reinterpretarla en redes sociales o foros. Entonces, el lector del futuro re-creará, escribe Doménico Chiappe.
En plataformas como Wattpad o redes como Instagram o X, los lectores se convierten en co-creadores de la narrativa donde sus respuestas y participaciones pueden influir en la dirección de la historia. Así también, en el entorno digital, la creación y la recreación están estrechamente entrelazadas y la autoría se diluye. La labor creativa-personal se redefine, en lugar de crear algo completamente original, el autor puede utilizar elementos preexistentes para formar algo nuevo, en un proceso de remezcla que, lejos de quitarle valor a la obra, le añade capas de significado cultural.
La creatividad en el entorno digital implica adaptarse y aprovechar los recursos para expresar algo propio, considerando además a las influencias colectivas.
El libro digital redefine lo que entendemos por lectura y creación literaria. Nos enfrentamos a una obra que no solo se lee, sino que se experimenta, se comparte y se transforma. La relación entre autor, lector y texto se vuelve más fluida, y los límites entre creación y recreación se difuminan. Un fenómeno, sin duda, signo de los nuevos tiempos y una muestra de cómo la literatura puede evolucionar junto con la tecnología y la cultura.
Ya de la lectura de textos del escritor mexicano Ulises Carrión, y búsqueda en la web, se desprende que en su ensayo “El arte nuevo de hacer libros” (1975) propone una visión innovadora sobre la creación y concepción de los libros, desafiando las nociones tradicionales de la literatura y el arte. Carrión argumenta que los libros no deben ser meros contenedores de textos literarios, sino obras autónomas donde todos sus elementos—materiales, formales y conceptuales—contribuyen al mensaje global. Carrión enfatiza que un libro es una “secuencia de espacios”, sugiriendo que la disposición física y la estructura del libro son tan significativas como el contenido textual. Esta perspectiva invita a los creadores a explorar nuevas formas de narrativa y expresión artística, considerando aspectos como el diseño, la tipografía, la organización espacial y la interacción del lector con el objeto libro.
Habrá mucho que pensar y reflexionar sobre ello; pero he de hacerle una invitación al lector, explore y permita que fluya su capacidad de asombro ante este mundo que corre hacia nosotros de manera vertiginosa. Démosle una oportunidad.
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