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Di que no es cierto, Joe Jackson

En agosto de 1921, momento en que fue inhabilitado como jugador de las Grandes Ligas, Joseph Jefferson Jackson se había convertido ya en una auténtica estrella del béisbol profesional a la par de leyendas como Tyrus “Ty”...

21 de febrero, 2025

En agosto de 1921, momento en que fue inhabilitado como jugador de las Grandes Ligas, Joseph Jefferson Jackson se había convertido ya en una auténtica estrella del béisbol profesional a la par de leyendas como Tyrus “Ty” Cobb y Walter “Big Train” Johnson. 

Admirado por niños y adultos en igual medida tanto por sus hazañas dentro del diamante como por su carácter sobrio y afable, sus brillantes doce años de carrera (once efectivos, con Cleveland y Chicago, restando uno que pasó combatiendo en la Primera Guerra) sus numerosos récords y una Serie Mundial obtenida en 1917 permitían vislumbrarlo como un miembro seguro del Salón de la Fama. Y no era para menos. En su temporada de novato, en 1911, tuvo un promedio de bateo de .408, sólo superado por el .419 de Cobb (a modo de referencia, el porcentaje de por vida de Ted Williams, figura de los Red Sox fue de .344 y el de Babe Ruth fue de .342, quien declararía años más tarde que había adoptado y adaptado el estilo de bateo de Jackson para sí mismo).

Durante la temporada disputada en 1912, período en el que Nuevo México se convirtió en el estado número 47 y Woodrow Wilson vencía a Teddy Roosevelt en los comicios nacionales, Joe Jackson se erigió en un héroe del deporte, liderando la Liga Americana en hits, triples y bases totales, culminando la temporada con un promedio de .395. Al año siguiente volvió a liderar la liga con 197 hits, ritmo que no declinó cuando fue transferido de Cleveland a Chicago en 1915. Tras concluir su participación en el conflicto bélico, a los 32 años, bateó para .351 llevando al conjunto de Chicago a la Serie Mundial de 1919 donde los ampliamente favoritos White Sox caerían, sorpresivamente, frente a los modestos Cincinnati Reds

El “Descalzo” Joe

El carácter austero y amable del jardinero izquierdo, semejante al de “Big Train” Johnson y opuesto al del malencarado y hosco Cobb, tenía una buena razón de ser: conocía perfectamente las vicisitudes de la vida. A los seis años ya laboraba jornadas de entre diez y doce horas diarias en distintas plantaciones de algodón en Pickens County, Carolina del Sur, donde había nacido el 16 de julio de 1887. Acudir al colegio resultaba un lujo que la familia Jackson no estaba en condiciones de solventar dado lo cual Joseph jamás recibió absolutamente ningún tipo de instrucción formal (algo que continúa teniendo repercusiones actualmente, sobre todo en materia de autógrafos y memorabilia) llegando a mostrar su enorme potencial en el deporte profesional de manera casi accidental, cuando su madre fue abordada por uno de los dueños de la Brandon Mill (plantación en la que laboraba) para invitar al pequeño Joseph, de trece años, a formar parte del improvisado equipo de béisbol convirtiéndose en su jugador más joven. Su paga sería de $2.50 (equivalente a $92 dólares en el 2023) por jugar los sábados, dinero que la familia necesitaba, sin duda alguna. 

Su famoso apodo proviene de aquella etapa amateur, narrada años después por el mismo Jackson: habituado a utilizar la misma indumentaria vieja y gastada durante toda la temporada había adquirido un par de zapatos nuevos, evento muy poco común, que le habían causado numerosas ampollas en los pies tan incómodas que antes de tomar su turno al bate decidió retirarse las zapatillas, corriendo las bases sólo en calcetines. Los aficionados notaron aquello y eufóricos rebautizaron a Joseph Jefferson como el “Descalzo” Joe, mote que perduraría por el resto de su carrera. Eventualmente, de juego en juego y plantación en plantación, el hijo mayor de George y Mattie Jackson llegaría a formar parte de los Greenville Spinners de la Asociación semiprofesional del estado de Carolina, con un sueldo de $75 dólares al mes. Durante dicho período, entre 1907 y 1908, Jackson contrajo nupcias con una joven llamada Katie Wynn y fue fichado en las Mayores gracias al buen ojo del legendario Connie Mack de los Philadelphia Athletics

A pesar de su notable ascenso en el mundo deportivo, el analfabetismo de Joe Jackson le traería problemas durante toda su vida; nunca terminó por adaptarse a la vida en Filadelfia, en parte porque la ciudad le resultaba demasiado grande y sofisticada y por otra, dadas las burlas constantes de sus compañeros derivadas de su nula educación y fue transferido a los Cleveland Naps en 1910, donde habría de hacer historia. En el extremo opuesto a otras estrellas de su época como Christy Mathewson (quien era conocido como “The Christian Gentleman”, se había graduado de la Universidad de Bucknell y tras retirarse, emprendió una breve carrera literaria) Joe Jackson dependía enteramente de su padre primero y de su esposa Katie después, para revisar y firmar sus contratos y de sus compañeros de equipo para ordenar algo en los restaurantes. El éxito y la fama cambiarían muy poco a aquel joven que se había curtido jugando en los verdes humedales de Carolina del Sur. 

El escándalo

Aquella insólita derrota de la escuadra de Chicago, con uno de los mejores bateadores de su tiempo, en octubre de 1919, generó no sólo millonarias ganancias en el submundo de las apuestas ilícitas sino también una ola de rumores y especulación tan grande que llegó a la imprenta del Chicago Herald y del Examiner a través de la pluma de Hugh Fullerton y finalmente, en septiembre de 1920, se instó a que un jurado de Cook County se encargara de investigar lo sucedido. 

Apenas comenzaron las indagatorias, el pitcher Eddie “Knuckles” Cicotte fue el primero en “cantar”: narró que el 18 septiembre del año anterior, el primera base Arnold “Chick” Gandil se reunió en el Hotel Buckminster cerca de Fenway Park, con un amigo suyo llamado Joe Sullivan, apodado “Sport”, conocido colocador de apuestas. Los dos discutieron la posibilidad de que el equipo se dejara vencer en la serie que se aproximaba a cambio de entre $5,000 y $6,000 dólares para cada involucrado, lo cual les garantizaría varias veces su sueldo (los White Sox era el equipo con la nómina más baja de las Grandes Ligas y los jugadores debían solventar de su propio bolsillo la limpieza de sus uniformes) al tiempo que generaría una pequeña fortuna para los grandes apostadores (entre ellos algunos connotados gánsteres afincados en Chicago). Dos días después varios de los peloteros de los Medias Blancas se reunieron para sopesar aquel ofrecimiento en el Hotel Ansonia de Nueva York, entre ellos, los que estaban dispuestos a llevar a cabo el plan y también los que sólo querían escuchar acerca del asunto. Buck Weaver, el tercera base, pertenecía al segundo grupo (se negó a participar y tampoco recibió pago alguno) pero igual sería inhabilitado junto con los demás por no reportar el incidente.

El primera base Gandil, el abridor Cicotte, el utility Fred McMullin (que había escuchado todo y quería también una parte del botín), el lanzador Claude “Lefty” Williams, el outfielder Oscar “Happy” Felsch y el parador en corto Charles “Swede” Risberg terminarían por aceptar la propuesta, que se cerraría con el segundo lanzamiento de Cicotte en el primer juego de la Serie quien golpearía intencionalmente al bateador de los Reds, Morrie Rath, enviando el mensaje (dentro y fuera del campo) de que el acuerdo estaba en marcha. Los White Sox perderían la serie Mundial de 1919 en ocho juegos, el último celebrado el 9 de octubre. Durante el juicio, que comenzó un año y medio después y se prolongó del 27 de junio al 28 de julio de 1921, se añadió un nombre más a la lista de involucrados: el de Joe Jackson. 

A pesar de lograr un récord de 12 base hits en la Serie (récord que se mantendría hasta 1964), de alcanzar las bases en 18 ocasiones, de un promedio de bateo de .375, el mejor de los dos equipos y que no cometió errores, Jackson sería investigado por el inusual número de triples que conectaron los Reds, 9 en total, 3 de los cuales fueron dirigidos al jardín izquierdo donde se ubicaba Joe. El bateador estrella reiteró su inocencia durante todo el proceso, sin embargo, el daño que el notorio escándalo le había hecho al “pasatiempo nacional” no podía quedar impune y forzó a que los dueños de los equipos crearan la Oficina del Comisionado del Béisbol de las Grandes Ligas y nombraron a Kenesaw Mountain Landis como su primer titular. Landis, en su papel de juez y verdugo, fue implacable en su veredicto: los ocho jugadores involucrados serían expulsados de por vida de las mayores, incluyendo a Jackson y a Weaver, que bateó 4 dobles durante la Serie Mundial. 

El escándalo de los “Medias Negras” quedaría registrado como uno de los episodios más oscuros de la historia del deporte y muchas de las tarjetas y otros artículos coleccionables que mostraban la efigie de Joe Jackson fueron destruidos durante los meses subsecuentes por millares. El periodista Charley Owens escribió, tras todo aquello, un emotivo tributo a Jackson que aparecería en el Chicago Daily News titulado: “Say it ain’t so, Joe”. 

Joseph J. Jackson consiguió 1,772 hits en 1,332 juegos disputados, produciendo 872 carreras durante su corto pero brillante periplo en las Mayores.  

Después de las Grandes Ligas

Durante los siguientes años “El descalzo” se dedicó a fungir como mánager de distintos equipos de béisbol semiprofesional en distintos poblados de Georgia y Carolina del Sur. 

En el año de 1933 Katie y Joe regresaron a su natal Greensville donde, para complementar sus ingresos, abrieron un restaurante y un depósito de bebidas denominado “Joe Jackson’s Liquor Store”. Quizás una de las anécdotas más famosas de aquel período es esa en la que Tyrus Raymond Cobb entró al depósito sin que Joe, que se encontraba en el mostrador, pareciera reconocerlo. Tras pagar los artículos que llevaba, Cobb finalmente decidió preguntarle: ¿Es que acaso no me conoces, Joe? El ex jardinero, esbozando una leve sonrisa, le respondió: “Claro que te conozco Ty, pero no estaba seguro de que tu quisieras reconocerme a mí. Hay muchos que prefieren fingir que no lo hacen”. Joe continuaría laborando en la “Liquor Store” hasta su muerte, acaecida en 1951 por un fallo cardíaco, a la edad de 64 años. Katie fallecería ocho años más tarde, en abril de 1959. Aunque Katie y Joe nunca tuvieron hijos, se encargaron de criar a dos de sus sobrinos.

Una de las pruebas que citó como evidencia la fiscalía durante el juicio de 1921 fue una confesión autógrafa de Jackson, misma que casualmente se “extravió” pocos días antes de comenzar el proceso, aunque el jurado sabía de su existencia. Tras la revisión de los hechos resulta imposible pensar que un hombre incapaz de leer y escribir pudiera redactar y firmar una confesión como aquella. El jardinero estrella reiteró una y otra vez su inocencia mencionando que desconocía completamente las negociaciones entre Gandil y Sullivan (lo que corroborarían los otros siete involucrados años más tarde) y que el único dinero que había visto de todo aquello, era el que Williams, su compañero de habitación, había llevado y aventado al piso para ofrecerle como compensación por todo aquel embrollo. Lo anterior, sumado a su brillante actuación durante la Serie Mundial, a la confesión de “Lefty” Williams acerca de que sólo había soltado el nombre de Jackson durante las negociaciones para ganar credibilidad y sobre todo, que éste no había estado presente en ninguna de las reuniones realizadas, permiten sustentar el hecho de que no existía fundamento alguno para condenarlo, sino que por el contrario, fungió como un extraordinario chivo expiatorio y el rostro más conocido de aquel ejemplar castigo. 

Los primeros cinco jugadores en ser presentados como miembros del Salón de la Fama del Béisbol serían: Ty Cobb, Walter Johnson, George Herman “Babe” Ruth, Christy Mathewson y Honus Wagner en febrero de 1936. 

En noviembre de 1999 en un acto meramente simbólico, dado que carece de jurisdicción en el tema, la Casa de los Representantes, esto es la Cámara Baja del Congreso de los Estados Unidos presentó una resolución enalteciendo los logros de Joe Jackson en el deporte e instando a la MLB a revocar su inhabilitación, sin efecto alguno. 

La casa donde nació fue restaurada y trasladada al centro de Greenville, abriendo en 2008 como el “Museo del Descalzo Joe Jackson”; posee el número 356 en Field Street, en honor a su porcentaje de bateo de .356, el tercer mejor registro en la historia de las Grandes Ligas. Una estatua de tamaño real, obra del artista Doug Young, también ubicada en Greensville, adorna el Joe Jackson Memorial Park.

En octubre de 2021 la única fotografía que sobrevive de su período en activo con su firma auténtica se vendió por $1.5 millones de dólares, la instantánea deportiva más cara en ser subastada; dado que su esposa Katie se encargaba de firmar tarjetas y fotografías en su nombre (y miles fueron destruidas tras el escándalo) todo artículo relacionado con él resulta particularmente valioso hoy en día y los que poseen los laboriosos e intrincados trazos de la mano de Joe Jackson cuestan, como es notorio, una pequeña fortuna. 

A pesar de todo lo anterior, del análisis de los elementos que se presentaron como evidencia en 1921 y de las revelaciones vertidas por los involucrados a lo largo de las décadas siguientes, la MLB y el Salón de la Fama del Béisbol continúan manteniendo firme el veto que se ha prolongado por más de cien años, relegando a uno de los mejores beisbolistas que ha conocido el mundo: Joseph Jefferson Jackson, “El Descalzo” Joe. 

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