La reciente discusión sobre el aborto en Argentina me hizo investigar los argumentos o las posiciones en torno al mismo.
La reciente discusión sobre el aborto en Argentina me hizo investigar los argumentos o las posiciones en torno al mismo. La discusión choca de frente debido a que se parte distinto en la arena de la discusión. Si se inicia la discusión sobre la salud de la mujer como bien prioritario a proteger, entonces la legalización parece obvia. Si se realiza el énfasis en el estatuto personal del embrión y el feto, en pocas palabras que hay persona humana con derechos desde la concepción, la discusión surge entonces que no puede eliminarse al embrión a petición de otra persona. La discusión está atorada ahí ya que una de las posiciones es “Todo caso de presencia de persona humana es caso que debe protegerse” y la otra postura es “Algunos casos de presencia de persona no es digno de protegerse” son contradictorias. La única solución, desde el punto de vista argumentativo es intentar refutar una de las proposiciones, mostrar que es falsa, para que así la otra sea verdadera.
El que defiende que la cuestión es de proteger la salud de la mujer, por supuesto piensa que el embrión antes de las 12 semanas no es persona. Dicho en otros términos que o no estamos ante la presencia de una persona con derechos o cuando menos que la misma tiene derechos menores que las de un adulto. En el caso indicado, se aduce que al no estar conformado los rudimentos de sistema nervioso no podemos hablar de persona. En relación a la fortaleza o verosimilitud del argumento es claro que requerimos de ciertas condiciones biológicas para expresarnos; si las pierdo ya no es posible ejercer funciones. Pero, por otra parte, los que se oponen podrían aducir no que es una persona potencial, sino una ya es una persona en desarrollo y por tanto independientemente de su estadio tenemos que respetarlo, de modo análogo a como respetamos a los recién nacidos, que no son conscientes ni distinguen el entorno y los protegemos no obstante.
El problema, como se vislumbra, no es un problema meramente biológico, (ningún tema de la Bioética lo es), sino filosófico; la categoría de “personal” no deriva de la mera biología, sino de una valoración de lo humano que toma en cuenta la misma pero no la reduce a ello.

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