LOS VIRUS: EL ETERNO DESAFÍO

Ya en ocasiones anteriores nos hemos referido a los virus como formidables adversarios naturales que repetidamente nos han mostrado su patogenicidad (algunos ejemplos: sida, ébola, Marburg, diversas gripes, hepatitis, dengue, HN’s, etc. etc). Sin embargo, nosotros acostumbrados...

2 de junio, 2022

Ya en ocasiones anteriores nos hemos referido a los virus como formidables adversarios naturales que repetidamente nos han mostrado su patogenicidad (algunos ejemplos: sida, ébola, Marburg, diversas gripes, hepatitis, dengue, HN’s, etc. etc). Sin embargo, nosotros acostumbrados siempre a ganar, nunca pusimos la atención suficiente a la interminable serie de infecciones y pequeñas epidemias locales. No reaccionamos debidamente a los cambios externos, siempre consideramos que eran problemas de salud pública y que ellos debían atenderlos. 

Es fácil y cómodo acusar a los gobiernos de ineptitud e ignorancia, pero la verdad es que les hemos dado todo género de libertades para actuar a su conveniencia y hemos hecho muy poco por concientizarnos de la debacle en salud pública que estamos atravesando muchos países. Todo mundo clama por su libertad y sus derechos cuando estos no van a llegar espontáneamente; existen aún muchos inconscientes que se niegan a vacunarse sin saber si están infectados, sin considerar que estamos ante una amenaza global donde cualquiera puede resultar infectado. Esto  ha sido el fracaso del manejo de la pandemia donde el Estado ha permitido tantas libertades. Aquí es donde debemos cooperar con las autoridades aceptando las pruebas diagnósticas y la vacunación complementaria. Simplemente como antecedente, baste decir que está plenamente comprobado y documentado que los países con éxito en la atención de la pandemia fueron aquellos que delegaron estas tareas a los médicos y científicos que a su vez instruyeron adecuadamente a su público y siguieron todas las indicaciones. La pregunta inmediata surge: si ya existe esta positiva experiencia ¿por qué no aprovecharla?

Pero todo ha sido al contrario, seguimos abusando del medio ambiente y manteniendo una actitud indolente ante nuestra realidad y ahora ya empezamos a sufrir consecuencias graves por esta pandemia viral. Lo peor de todo es que los virus continuarán causando otras pandemias extremas y nosotros posiblemente seguiremos con la misma actitud indolente, irreverente y soberbia. Debemos analizar y cambiar nuestras formas de reaccionar y enfocar toda nuestra energía contra los verdaderos adversarios, no gastarla en discusiones estériles e improductivas que a nadie benefician.  

Las generaciones anteriores fueron muy desafortunadas porque tuvieron que enfrentar una gran cantidad de enfermedades y trastornos contra los cuales no tenían ninguna defensa. La situación empezó a cambiar hace un siglo con el advenimiento de científicos que desarrollaron la metodología básica para la identificación y el manejo de los microorganismos, las reacciones enzimáticas, las bases de la inmunología, el desarrollo de las vacunas y los antibióticos y otros grandes aciertos que controlaron la mayoría de las enfermedades causadas por bacterias, hongos y protozoarios. De una manera u otra, existía una confianza y seguridad en el control de estos parásitos haciendo que los promedios de vida aumentaran de los 55 a los 70 años. Esta etapa no duró mucho, los diversos contagios virales empezaron a aparecer en regiones específicas del Continente Africano para después extenderse por otros países, en forma misteriosa.

Los virus no son seres vivos, son un complejo de moléculas ensambladas que funcionan con óptima y eficiente organización. Su función primordial es la reproducción, que de manera alternativa significa una infección para los seres vivos (plantas, animales y humanos) que en muchas ocasiones termina con el deceso del infectado. Su estructura es tan simple que no tienen puntos débiles, tampoco se les puede matar (no son seres vivos); lo más que podemos hacer con ellos es inactivarlos; es decir: evitar que se reproduzcan. 

Los virólogos han encontrado algunas maneras para anular la infección modificando los sitios específicos del contagio o bien desarticulando el ácido nucleico inyectado a las células infectadas (trátese de RNA o DNA); aunque también existen otros proyectos que aún están en desarrollo.

Los virus son eternos patógenos que siempre nos han acechado, murales y bajorrelieves egipcios dan muestras de individuos afectados con poliomielitis, sin embargo, no se sabe a ciencia cierta el causante e historial de las epidemias previas. Quizá nuestra desgracia empezó en 1918-1919 cuando una cepa del virus H1N1 (causante del flu identificado como la epidemia española) infectó a 500 millones de individuos, matando de 50 a 100 millones en el lapso de dos años. Los sobrevivientes quedaron inmunizados, después la infección fue perdiendo intensidad, hasta que apareció otra cepa, la H2N2 en 1957 que hizo desaparecer a la H1N1. Todavía nadie ha podido explicar esta sustitución. Sin embargo, la historia no termina aquí ya que en el 2009 apareció nuevamente la cepa de la Epidemia Española, la original H1N1. Pero en esta ocasión, la pandemia fue débil y se controló fácilmente gracias a la inmunidad natural de los sobrevivientes, la existencia de una vacuna y a la experiencia que se había adquirido con las pandemias anteriores. Existen otros muchos ejemplos como éste que muestran el extraordinario potencial de los virus para protegerse inactivados refugiándose en el genoma de los humanos durante largos periodos. De hecho, la cepa SARS-CoV-2 que actualmente inició su invasión en 2019 ya había causado miles de muertes en China y otros países orientales en el 2002, por razones politicas China nunca lo reportó a tiempo y eso originó mucha confusión.

Los virus presentan un altísimo índice de mutación, eso los hace versátiles e inexpugnables, bástenos con recordar cuantas variantes derivaron de la cepa original del coronavirus y cuantas otras todavía andan por ahí. 

Debemos de reconocer que las ciencias biomédicas nos han protegido fielmente de muchas infecciones y que los virus son creaturas evolutivamente superiores en sus características patológicas. Todas las tecnologías, herramientas para el diagnóstico, los tratamientos con cocteles inmunológicos, la nanotecnología, los sensores moleculares y las vacunas serán insuficientes ante este formidable adversario. Es tiempo de analizar nuestros estilos de vida y determinar las estrategias más adecuadas y eficientes para defendernos de las periódicas infecciones de los virus que están por llegar.1

Los últimos 25 años han sido una serie de cambios económicos, políticos y sociales mayúsculos que han afectado a todas las sociedades del mundo, tal vez unas más que otras, registrándose cuantiosos incrementos de población en áreas que no pueden sostener las necesidades básicas de subsistencia y calidad de vida básicos para un núcleo poblacional. Esto a su vez ha generado una pobreza y una serie de valores y condiciones emocionales inaceptables que han promovido las masivas inmigraciones en busca de mejores condiciones de vida, acarreando consigo infecciones donde antes no existían. 

Otro gran pecado han sido los excesos y el abuso de algunas sociedades que han modificado las condiciones ambientales de muchos sitios creando una contaminación que ha alterado los ciclos naturales de los habitantes provocando inmigraciones forzadas, focos de infección y un desajuste en la dinámica de las poblaciones. En algunos casos se ha comprobado que dichos cambios han influido en la climatología del lugar.

Los cambios climáticos han afectado prácticamente todo nuestro planeta, aguas en ríos, mares y lagos, largas extensiones de terreno, cultivos, ganadería, transportes, etc han sido afectados en forma irreversible, generando sistemas improductivos, que han obligado a las poblaciones a emigraciones inciertas y riesgosas. Luego, también debemos considerar los desastres naturales como los huracanes, marejadas, tormentas, inundaciones, etc que solo acarrean desgracias y daños y que también ocasionan emigraciones de grandes núcleos de población.

La pobreza es uno de los principales factores que causan indirectamente las infecciones virales. La pobreza, también llamada inequality (calificativo por demás despectivo), genera una forma de estrés permanente en los individuos que se manifiesta con una dramática disminución en el funcionamiento de los neurotransmisores y otras reacciones inmunológicas que abaten las defensas contra las infecciones y otros trastornos fisiológicos; esto automáticamente conlleva al desarrollo de infecciones y otras muchas consecuencias negativas.

Durante la actual pandemia, que aún no termina, cientos de miles de empleados perdieron su trabajo temporal o el definitivo por causa de la infección, algo verdaderamente catastrófico para la economía y la defensa inmunológica de cualquier individuo.

Hoy en día es un vicio, casi una obsesión asistir a lugares concurridos sin observar las medidas de seguridad básicas, me refiero específicamente al uso del tapabocas, artículo indispensable sobre todo cuando tenemos la amenaza de un virus respiratorio como el coronavirus; es un infortunio que no toda la gente lo vea o lo considere así.

Existen muchos otros ejemplos que pudiéramos usar para tratar de convencer de que se trata de un asunto muy serio que requiere nuestro esfuerzo y nuestra participación; somos nosotros los que debemos influir los cambios más representativos para organizar nuestra defensa. 

En países como el nuestro, debería organizarse una exigencia popular para inhabilitar a la clase/fauna política mexicana de estos proyectos. Ellos nada tienen que hacer en asuntos que ignoran y sobre todo son incapaces de entender; como ha quedado plenamente demostrado. Esta es plenamente una tarea de médicos y personal biomédico que ha mostrado una gran experiencia y conocimiento en ocasiones anteriores. Es vital que los administradores, clase política y demás fatuos profesionales queden fuera de estos proyectos. Nuestras leyes definen las características y la actuación profesional de cada ocupación, precisamente para que no haya confusiones. Sus obligaciones están bien caracterizadas: proveer los insumos necesarios, administrarlos, contratación del personal y cuidar del orden y la organización del proyecto, eso es todo.  

Otro de los mayores triunfos en este proyecto será que todos los mexicanos acudan a vacunarse y acaten las recomendaciones del personal médico. Esta es una gran limitante que debe resolverse con la intervención del personal idóneo y los materiales específicos adecuados (pláticas, películas, estadísticas (honestas), documentales, anuncios autorizados, etc.), para resolver cualquier pregunta en forma simple y directa.

Mientras se organiza lo anterior, me pregunto si Suecia y Noruega habrán recibido nuestra solicitud para que nos manden su PROGRAMA de Salud Pública. Nada me daría más satisfacción que agradecerles su atención y también notificarles que estamos siguiendo lo estipulado en nuestro propio manual; desarrollado y validado por nuestro nuevo Secretario de Salud.     

 REFERENCIAS:

 

  1. Antonio G. Trejo., “Política Viral”. Ruiz Healy Times. Abril 21, 2022.

 

Correo electrónico:  [email protected]

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