El término alimento transgénico no existe en el diccionario de La Real Academia Española. Ya desde aquí se puede intuir la naturaleza del tema; sin embargo, es importante porque es un término popular constantemente citado en los medios de comunicación, difusión y de los consumidores. La realidad es que se refiere a un concepto actual en la vida moderna para referirse a todos los alimentos que en alguna etapa han sufrido modificaciones artificiales en su genoma.
También se le suele considerar como un prestigio social y de categoría por aquellos que los usan como una fuente exclusiva de energía, aunque también puede interpretarse como una inconveniencia en las personas con escasos recursos económicos que acostumbran a consumirlos; siendo que son un alimento subsidiado para el consumo de las grandes mayorías. De una manera u otra es un concepto artificioso muy indefinido que las grandes y poderosas compañías transnacionales han utilizado para introducirlo en diversos productos de la dieta mundial. Los ejemplos típicos son las frutas, las verduras, los granos, las carnes altamente procesadas, la gran variedad de leches, los alimentos de los animales, los cereales con innumerables sabores y colores, etc.
Todos estos productos empezaron a aparecer después de la Segunda Guerra Mundial, los grandes consorcios transnacionales aprovecharon su capital y su experiencia para resolver la escasez de alimentos, uno de los problemas más inmediatos en esos tiempos. Desde entonces, una de las innovaciones más exitosas fue la introducción de la cocina rápida, una manera inmediata y eficiente para preparar los alimentos en su mayoría sólidos, los cuales solo había que calentar e ingerir, así de simple.
Luego siguieron otros cambios que definieron las nuevas maneras de cocinar, como la desaparecieron de los grandes volúmenes, la observación de los tiempos y temperaturas, la mezcla de los ingredientes y la preparación manual de las comidas, todas estas prácticas fueron desapareciendo en un breve lapso de 15 – 20 años. El nuevo auge promovía la higiene y la seguridad de los alimentos, las porciones en envases individuales, la promoción y la publicidad que enfatizaban la simplicidad y la rapidez para preparar las comidas, dejando mucho tiempo libre para otras actividades. Los medios de difusión y promoción apoyaron vigorosamente el rechazo de las tareas domésticas en aras de generar tiempos libres que pudieran dedicarse a actividades más prósperas y lucrativas. En todas partes el ambiente social estaba saturado de planes y programas que incitaban al progreso personal para triunfar en la nueva vida.
Las sociedades del primer mundo compraron de inmediato todo ese cúmulo de maravillas y se avocaron al consumismo sin medida. Los alimentos sanos, nutritivos, de buena presencia, de fácil y cómoda adquisición de inmediato dominaron los mercados y satisficieron a las sociedades aventajadas que buscaban otros horizontes más cómodos y lucrativos.
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Mientras tanto, en el mundo empresarial se iniciaba un nuevo método de producción con mayore volúmenes, la introducción de operaciones automáticas, el surgimiento de personal profesional con nuevos diseños e ideas, entre ellos la creación de laboratorios y talleres para desarrollar e investigar los nuevos productos. Se inició la fabricación de plásticos y empezó la sustitución de los artículos y productos naturales por objetos y partes sintéticas.
El selecto núcleo de poderosos inversionistas y ambiciosos visionarios habían descubierto las enormes ventajas que la biología y la genética podían aportar a la vida moderna. De inmediato proyectaron y desarrollaron el mundo de la química sintética y la biotecnología y al poco tiempo empezaron a aparecer productos con nuevos colores, sabores, aromas, texturas, apariencias; sin olvidar que el gran logro era transformar todo lo natural en sintético. Casi al mismo tiempo las industrias alimenticias y farmacéuticas empezaron a lanzar al mercado productos diseñados para satisfacer a las sociedades consumistas. Muchos productos sostenían y apoyaban promociones espectaculares tales como la importancia de la salud, enfatizando la pérdida de peso a través de dietas y ejercicios. De esta manera aparecieron: el café descafeinado, los productos dietéticos, los aderezos, los suavizadores de carnes, las cremas edulcorantes, etc. etc, etc. Así transcurrieron algunos años, el mundo siguió persiguiendo beneplácitos y comodidades en todas las facetas de su existencia y así ha continuado por mucho tiempo1.
Mientras tanto, ¿qué pasaba en los países pobres o subdesarrollados?
Todavía hace 50 años, la vida en los países del mediano y tercer mundo continuaron con el consumo de alimentos naturales, donde cada planta o animal cumplían sus ciclos naturales, cada especie desarrollaba sus olores, sabores, texturas, propiedades organolépticas especiales, etc. que el hombre desde entonces aprendió a extraer y disfrutar las delicias de cada ingrediente. En estos países, los cambios fueron menores, el progreso pasó de largo.1
En cambio, en los países del primer mundo, el colosal esfuerzo capitalista pronto marcó los nuevos objetivos del progreso y el buen vivir y logró la contaminación de la cultura material e intelectual de los demás países hasta lograr un dominio influyente en sus economías y su calidad de vida.
Los párrafos anteriores tratan de referir el ambiente y las circunstancias que en términos generales dieron origen a la época actual. El relato ha incluido algunos breves detalles económicos y sociales que han marcado nuestro progreso y nuestra vida diaria. Los autores de estas formidables hazañas fueron extraordinarios visionarios que no solo se contentaron con pensar y guardar sus ideas, sino que emprendieron acciones que sentaron las bases de una revolución científica sin precedentes que nos mantiene disfrutando de las ventajas y comodidades actuales.
Los últimos 80 años han sido la época de oro de la química y la biología, la computación y la electrónica. Nunca antes el hombre había presenciado un avance y un progreso tan espectacular como el actual, aunque los motivos y las circunstancias en ocasiones no son tan positivas.
En 1943, Avery, MacLeod y McCarthy demostraron que el DNA era el material genético de los seres vivos, a partir de entonces la química, la biología y la genética empezaron una nueva etapa de desarrollos y descubrimiento científicos que han generado el advenimiento de otras disciplinas como la biotecnología, la biología molecular y la tecnología recombinante de los ácidos nucleicos que empezaron muy modestas con la obtención y manipulación de mutantes, los mapas genéticos, la tecnología de los híbridos recombinantes etc; que posteriormente nos han inundado con toda una gama de nuevos productos y tecnologías biomédicas (trasplantes, clonaciones, inmunotratamientos, Alzheimer, etc) que supuestamente harán nuestra existencia más cómoda y redituable.2
Sin embargo, los nuevos productos y las tecnologías aplicadas a los alimentos y la nutrición no han sido del todo satisfactorios, al parecer las nuevas frutas, verduras y algunas fuentes de proteína animal (carnes) han sufrido modificaciones genéticas que han resultado en la desaparición parcial o total de propiedades organolépticas como el aroma de frutas, verduras, especies y carnes frescas; así como la textura y el sabor de muchos otros alimentos que perdieron sus encantos durante la transición. Tal vez sea cuestión de la apreciación y el gusto étnico de cada sociedad, pero ciertamente las diferencias son muy notorias.
Otro detalle que a nadie escapa es que todos estos desarrollos tecnológicos son el producto de los intereses capitalistas que tratan de imponer estos artificios como una solución a las necesidades de las diversas sociedades que habitan el planeta; habrá algunas que necesiten más, otras que necesiten menos.
No, definitivamente no estamos en contra del proceso de superación sino de la velocidad y el interés mercantil con los que se pretenden llevar a cabo los cambios.
Todavía se recuerda el escándalo que se propició cuando algunos de esos inversionistas financiaron estudios en prestigiosas universidades para que apoyaran campañas publicitarias negativas contra el consumo de los azúcares y las grasas. Así como este ha surgido otros ejemplos que han tratado de confundir y disuadir al público en general. Hace aproximadamente 2-3 años se lanzó una poderosa campaña contra la proteína animal, diciendo que el ganado producía grandes volúmenes de desperdicios y gases tóxicos. Inclusive, varios restaurantes trataron de cambiar sus menús, favoreciendo el consumo de la proteína vegetal. A la fecha, nadie ha vuelto a saber más de este proyecto.3
Otro ejemplo, seguramente habrás sabido acerca de las ventas de alimentos orgánicos, supuestamente son cultivos o ganados depurados que se producen con un mínimo de artificios (no plaguicidas, no plagas, abonos y fertilizantes naturales, protección contra las inclemencias del tiempo, etc.) Sin embargo, lo más ridículo que he visto es la venta de huevos asegurando que las gallinas tienen una vida natural, es decir que deambulan libremente en sus granjas. En algunos países las granjas mantenían encerradas de por vida a las aves, obviamente la calidad y apariencia de sus productos mermó a tal grado que alguien las liberó y por supuesto incrementó los precios por permitir vía libre a los pollos. Estos ejemplos se han mencionado para ilustrar la miseria y el criterio de algunos personajes cuyo máximo interés es obtener ganancias sin atender escrúpulo alguno.
Tal como está escrito en los párrafos iniciales, los alimentos transgénicos son una falacia, un caprichoso artificio cuyo único objetivo es obtener una ganancia.
Tú decides.
REFERENCIAS.
- Antonio G. Trejo., Cuestión de Olores, Texturas y Sabores. Ruiz Healy Times. Ciudad de México. Diciembre 4, 2020.
- Bernard R. Glick, Jack J. Pasternak., Molecular Biotechnology. American Society for Microbiology. 1998. Washington, D C.
- Antonio G. Trejo., El Negocio es el Negocio. Ruiz Healy Times. Ciudad de México, Agosto 28, 2019.
Antonio G. Trejo Correo electrónico: [email protected]
Marzo 13, 2023.
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