LA VERSIÓN CHINA del CORONAVIRUS

El 2 de febrero, FRONTLINE, uno de los mejores programas de la televisión norteamericana, exhibió CHINA COVID SECRETS, una investigación que narra la serie de eventos sucedidos desde el 17 de noviembre del 2019 cuando se reportó...

15 de febrero, 2021

El 2 de febrero, FRONTLINE, uno de los mejores programas de la televisión norteamericana, exhibió CHINA COVID SECRETS, una investigación que narra la serie de eventos sucedidos desde el 17 de noviembre del 2019 cuando se reportó el primer caso de la pandemia ocasionada por el SARS-CoV-2 en Wuhan (China).

Wuhan es una ciudad moderna donde habitan 11 millones de ciudadanos que gozan de un nivel socioeconómico bastante aceptable; una ciudad académica que cuenta con la Universidad de Wuhan y el Molecular Virology Institute, dos instituciones que le dan un ambiente y un prestigio profesional. El instituto cuenta con los últimos adelantos en biología molecular, incluye amplios espacios P4 para realizar proyectos estériles de gran volumen. El interés principal de la virología que se desarrolla en ese lugar es el estudio de los virus respiratorios.

A una cuantas cuadras de ahí, existe el clásico mercado chino que se caracteriza por vender de todo: frutas, verduras, una gran variedad de animales vivos que están enjaulados, una gran cantidad de canales animales que yacen colgados de poderosos ganchos donde los carniceros cortan las porciones para la venta. Estas piezas son destazadas y ofertadas al público a temperatura ambiente, sin refrigeración.  Es un mercado popular muy concurrido donde la higiene y el orden son bastante escasas. Estos mercados han funcionado así por mucho tiempo, generalmente no hay quejas de ninguna índole, clientes y vendedores influyen y conservan un buen ambiente.

A mediados de noviembre, el oftalmólogo Li Wenliang detectó una neumonía inespecífica muy agresiva en uno de sus pacientes. En su reporte asentó las características tan peculiares de la cepa, lo cual le causó una severa reprimenda y una amenaza si se atrevía a comentar o difundir la infección de su paciente. Las fuerzas del orden por su parte llevaron doctores para cerciorarse del hallazgo del Dr. Wenliang; los doctores reportaron que el paciente estaba en pésimas condiciones a consecuencia de la sintomatología descrita por el Dr. Wenliang. El paciente murió en breve, mientras tanto, el autor del reporte fue severamente amenazado y obligado a firmar un documento vergonzoso y humillante obligándolo a guardar silencio absoluto. Días después, los periódicos locales reportaban que Li Wenliang se había contagiado y había fallecido, no se dieron mayores detalles.  En Wuhan siguieron apareciendo más casos que fueron ingresados a los hospitales, los patólogos continuaban analizando las muestras y pronto descubrieron que se trataba de un virus SARS muy semejante al que había aparecido en China en noviembre 2002, causando una grave pandemia que además se había expandido a 37 países en 3 meses. Los virólogos aun recordaban la agresividad del coronavirus que se había diseminado a gran velocidad. 

El SARS es una traducción de Severe Acute Respiratory Syndrome , luego ya no hace falta  dar más detalles acerca de la gravedad de los casos. Son virus endógenos de varias especies animales, aves, cerdos y murciélagos que en algún momento simplemente se transfieren de uno a otro animal, mutan, se adaptan a su nuevo huésped y se vuelven a encontrar otro huésped hasta que llegan a un humano y realizan una infección que suele significar la muerte para el infectado. 

Estos virus de la familia coronavirus tienen una altísima capacidad de mutación, lo cual los hace tan infecciosos. En muchas ocasiones, los animales infectados y los mismos humanos no desarrollan la infección, por lo que se dice que son asintomáticos, porque no hay ninguna manifestación de la enfermedad. Al parecer, todo depende del sistema inmunológico del paciente infectado que simplemente tenga la capacidad de producir anticuerpos eficientes que le libren de la terrible sintomatología1

Las autoridades políticas de inmediato supieron de la nueva amenaza del otro SARS pero en esta ocasión reaccionaron diferente. Simplemente prohibieron a todo el personal médico mencionar o comentar cualquier detalle de la pandemia a alguna otra persona, ni siquiera entre ellos mismos lo podían dialogar. Informaron muy escuetamente algunos detalles de la infección, escondiendo siempre el número de enfermos graves y defunciones. La población de Wuhan estaba muy inquieta,  pues aunque no sabían los pormenores, debían obedecer las instrucciones de usar el cubrebocas y mantener una sana distancia, lo cual no era buena señal. Además, era muy evidente que los estacionamientos del hospital siempre estaban llenos y que había una gran afluencia  de pacientes a las clínicas y hospitales.  Los virólogos de Wuhan empezaron a realizar sus trabajos y confirmaron que este virus era un mutante del anterior y que representaba un gran riesgo por su alto grado de dispersión e infectividad. Además, ya habían detectado otros siete casos positivos del personal que trabajaba en el mercado.

Mientras tanto, en New York Marjorie Pollack,  epidemióloga norteamericana recibió un correo electrónico de un colega chino que le comunicaba la mala noticia del SARS, ella informó al CDC (Center for Disease Control en Atlanta) y quedaron en espera de mayor información. 

Las autoridades solo reportaron 27 casos al 1ro de enero del 2020, declararon que se había producido un contagio de neumonía controlable, amenazaron a los periódicos y a los demás medios de comunicación y purgaron la internet de palabras clave que pudieran interpretarse como la existencia de una pandemia.

En Ginebra, las autoridades del WHO empezaron a recibir escuetos reportes de los contagios por parte de los medios sociales, nunca de parte del gobierno oficial. El 2 de enero de 2020, Zhang Yongzhen, virólogo residente en Shangai determinó la secuencia del genoma y declaró que era muy semejante al de la cepa infecciosa de 2002. La reacción del gobierno fue de absoluta censura y endureció las advertencias y las amenazas. Destruyó todas las muestras y siguió minimizando el número de casos y las defunciones. Para el 9 de enero, los enfermos saturaron los hospitales de Wuhan, el pánico inundó a la población, a pesar de las declaraciones de los especialistas oficiales de la Universidad de Pekín, quienes aseguraron que se trataba de una neumonía leve y que la mayoría de los pacientes ya se había recuperado y dejado el hospital; el resto de China ignoraba lo sucedido en Wuhan.

El personal médico de Wuhan y sus alrededores empezó a contagiarse, los infectados al 6 de enero andaban entre los 6000 y 10 000. La situación era un caos tremendo y todavía tenían que enfrentar otro problema: la proximidad del año nuevo en un lapso de dos semanas. Estas fechas son de verdadero asueto donde todo el mundo viaja a todas partes.

 Una mujer fue auscultada en el aeropuerto de Tailandia porque tenía todos los síntomas de la infección, los virólogos tailandeses comprobaron el contagio y atendieron a la paciente. Nuevamente, el personal ejecutivo de WHO recibió noticias de Tailandia y la Associated Press, lo cual aprovechó Gauden Galea, representante de WHO para China para informar a las autoridades chinas del hallazgo. Acto seguido María Van Kerkhove, representante ejecutiva de WHO contactó a las autoridades para obtener información y delinear alguna estrategia de emergencia. China aseguró que todo estaba bajo control. A estas fechas, la noticia de la pandemia se había diseminado oficialmente a todos los demás países y hubo diplomáticos  intercambios de información con los chinos. Edward Holmes, representante australiano presionó para que se declarara la pandemia en forma oficial. Inexplicablemente, el laboratorio del Dr. Zheng en Shangai se cerró, los hospitales de Wuhan estaban rebasados totalmente y las autoridades continuaban minimizando los decesos. Posteriormente se supo que la mayoría de los infectados habían tenido algún contacto con el mercado y que el contagio se había producido de humano a humano, aunque existía la posibilidad de que la fuente de contagio original hubieran sido los murciélagos. 

Lancet, prestigiada publicación británica, publicó un artículo donde se relataban los síntomas y la muerte de los contagiados. Aun así los políticos chinos se negaban a reconocer que los contagios eran de persona a persona, según ellos para no causar pánico ni caos social y económico. El resto de los científicos chinos protestaron enérgicamente y por fin la pandemia se declaró oficialmente el 14 de enero del 2020. Todas las estaciones de ferrocarril y los aeropuertos exigieron el uso del cubrebocas y evitar los lugares concurridos y todos los pasajeros fueron monitoreados e interrogados exhaustivamente. 

El mismo 14 de enero, las autoridades de la WHO declararon que la transmisión se realizaba de persona a persona, lo cual causó un profundo malestar a las autoridades chinas. Para el día 51 de la pandemia en China, las defunciones reportadas eran 152, cuando en la realidad se estimaban más de 20 000. Al 23 de enero, Wuhan estaba inmóvil, todo cerrado, la infección todavía era leve y controlable, hubo ocasiones en que se contaron más de 1500 pacientes muertos en la calle. Los hospitales eran un caos, no había los insumos necesarios para atender esta desgracia.

Esta crónica se ha hecho repetitiva en muchos países. Ningún mandatario quiere aceptar la ineficiencia y la incompetencia que se suscitan ante este tipo de desgracias. No alcanzan a entender que los virus nos han atacado desde hace miles de años y que nosotros, con toda la ciencia actual aun no somos capaces de defendernos ni de eliminarlos cuando nos atacan.

Se ha pensado en la posibilidad de una manipulación genética y su relación con el desarrollo de armas biológicas; sin embargo, varios investigadores de diferentes países han confirmado que no existe ninguna evidencia en ese sentido. 

Un conjunto de expertos virólogos auspiciados por la WHO visitaron Wuhan recientemente. Su objetivo era averiguar los posibles orígenes de la fuente de contagio de la pandemia. Hasta el 9 de febrero de este año, los científicos visitantes y los chinos concluyeron que lo más probable ha sido la recombinación genética habitual que realizan los virus en forma natural; que las mutaciones son secuencias que van de especie a especie hasta encontrarse un huésped como nosotros.   

Simplemente, seguiremos siendo el blanco preferido por algún tiempo más, es bastante difícil  reconocerlo y acostumbrarse, pero así es esto.

 Mientras tanto, cuídate y acostúmbrate a observar las medidas de seguridad.

REFERENCIAS.

  1. Dorothy H. Crawford. The Invisible Enemy. A natural History of Viruses. Oxford University Press, 2000.

Correo electrónico: [email protected]

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