Inteligencia artificial y medicina

La inteligencia artificial no es solo un divertimento novedoso sino una herramienta, que como todo medio, se le puede dar un uso en beneficio de las personas y su dignidad.

17 de junio, 2024

Jose Enrique Gomez Alvarez

En estos últimos años se ha puesto en boga la llamada “inteligencia artificial”. Por supuesto una de las primeras discusiones es qué se pretende decir con ese término. La inteligencia parece más bien algo natural, por lo que utilizar ese término en un contexto no referido a la naturaleza humana parece fuera de lugar. Pero ¿qué se entiende por inteligencia artificial? Un modo sencillo de definirlo es como la simulación de la inteligencia y capacidades humanas para resolver problemas. ¿Qué beneficios puede traer? Puede simplificar tareas complejas que los humanos tenemos que hacer rutinariamente como pueden ser el ensamble de autos, la localización por GPS, robots para rescate de personas, entre otros.

Un uso que se ha ido desarrollando es en el campo médico. Se ha propuesto que la Inteligencia artificial pueda ayudar en el diagnóstico, sobre todo cuando los síntomas son complejos o no puede diagnosticarse con precisión una enfermedad. Por supuesto, esto conlleva problemas éticos. Uno de ellos es quién asume las responsabilidades de diagnóstico. Es claro que las máquinas no tienen responsabilidades ético-legales, pero los humanos sí. Ello lleva a preguntarse qué grado de responsabilidad debe darse al operario de la tecnología de diagnóstico. Por supuesto, lo anterior no es del todo nuevo. La medicina basada en evidencias confía en la tecnología para el diagnóstico. Por poner un ejemplo sencillo: realizar una prueba de medición de glucosa es un recurso técnico en donde una computadora calcula el nivel de azúcar. A partir de ello se toman decisiones ulteriores. En este ejemplo sencillo, si la máquina falla y se da un tratamiento inadecuado que pone en riesgo la vida del paciente, nos podemos cuestionar qué tan responsable es el médico y también qué tan responsable es el propio paciente al consentir que el diagnóstico se base en la tecnología.

Un elemento que sobresale es el del consentimiento informado. Hoy, el consentimiento se ha mediatizado por la tecnología. Dicho de otro modo, al depender de la tecnología para el diagnóstico no queda otra más que reconocer la posibilidad del fallo tecnológico en donde el médico no es responsable. Otro de los problemas con los tratamientos médicos es la adherencia de las personas a su tratamiento. Por “adherencia” se refiere a la toma de los medicamentos en tiempo y dosificación correcta. Lo anterior se complementa con el seguimiento médico y los estudios clínicos necesarios para ratificar o corregir el uso de determinados medicamentos. Por ejemplo, el paciente diabético que controla su glucemia requiere una medición continua del azúcar para así tener indicaciones de cuándo tomar, en caso necesario, el medicamento o la dosis apropiada que requiere. Entonces, un elemento favorable a fortalecer es el efectivo apego a un tratamiento. La inteligencia artificial puede ayudar. Entre los posibles beneficios pueden estar (NCYT, 2024):

Recordatorios de medicamentos personalizados. Programas o aplicaciones que permiten recordar al paciente cuándo tomar su medicamento, considerando incluso su estilo de vida y compromisos personales.

Registro de patrones de adherencia y análisis de los mismos, de modo que pueda “predecirse” comportamientos análogos y que ayude a los médicos y a los pacientes a mejorar las condiciones para una correcta adherencia al tratamiento.

Personalización de tratamientos. Algoritmos que ayuden a crear sistemas personalizados o incluso que calcule la dosificación adecuada en el tiempo adecuado para el paciente, por ejemplo, las fluctuaciones de la concentración de medicamentos como los antiglucemiantes.

Asistentes virtuales que respondan las dudas de los pacientes respecto a tratamiento, efectos secundarios y recordar, de diferentes modos la necesidad de apego al tratamiento. Asimismo, puedan detectar riesgos al fallar la adherencia y hacerlos notar a los pacientes.

Un ejemplo de desarrollo de inteligencia artificial para el mejoramiento de la adherencia es el proyecto europeo Beamer (BEhavioral and Adherence Model for improving quality, health outcomes, and cost-effectiveness of healthcaRe) (CIO, 2022) que busca la utilización de algoritmos automatizados y así mejorar la adherencia: El objetivo de BEAMER no es otro que analizar qué factores hacen que los pacientes no cumplan con los tratamientos y terapias prescritos por sus médicos. Para ello, gracias a la tecnología de inteligencia artificial, coteja factores de comportamiento dentro de un modelo computacional con la idea de ofrecer una base sólida para comprender el problema y mejorar la eficacia de las soluciones futuras. Así, lo que se busca con esta herramienta es mejorar la calidad de vida de los pacientes al descubrir o vislumbrar los patrones de su comportamiento.

De esta manera, la inteligencia artificial no es solo un divertimento novedoso sino una herramienta, que como todo medio, se le puede dar un uso en beneficio de las personas y su dignidad.