El desarrollo y crecimiento de la población y de la economía demandan mayor energía eléctrica.
El desarrollo y crecimiento de la población y de la economía demandan mayor energía eléctrica. Por ahora tenemos claras evidencias de los riesgos de agotamiento de los combustibles fósiles y los efectos de los gases en la atmósfera que provoca el calentamiento global con sus expresiones en los cambios bruscos y peligrosos del clima. De acuerdo con diversos especialistas, en los próximos 20 años, el planeta va a demandar 30% más de energía eléctrica, principalmente por las necesidades de las economías más desarrolladas.
Producto de la demanda futura hay algunos cambios en la generación eléctrica que hay que reconocer. Para 2040 se espera que 37% de la energía eléctrica provenga de fuentes renovables, principalmente de la generación de energía eólica y solar. También se pronostica que la demanda de gas natural tenga un crecimiento de 50%. Se calcula que la inversión en la generación de energía eléctrica de las próximas dos décadas llegué a los 1,830 millones de dólares anuales, donde 60% se invertirá en proyectos de gas, petróleo y carbón, y 20% en energías renovables (https://blogs.iadb.org/energia/2017/03/20/la-energia-en-el-2040/).
También empiezan a darse cambios en los patrones de consumo, que se profundizarán en los próximos años. En 2040 se espera que haya 150 millones de automóviles eléctricos en el mundo. Aún con estos y otros cambios, se considera que los combustibles fósiles sigan siendo la base de la demanda enérgica del mundo por varias décadas más.
Y frente a estos retos, ¿qué opciones tenemos? Está claro que debemos de dar un golpe de timón hacía las energías renovables y limpias. Una de ellas, la energía nuclear, que crece como una opción limpia y cada vez más competitiva y segura. Hay que aclarar que, si bien es cierto que la energía nuclear no se considera renovable, si se considera limpia ante sus bajos niveles de emisión de dióxido de carbono (CO2), comparadas con los combustibles fósiles. Además demanda menos espacio físico que muchas opciones renovables.
De acuerdo con los datos del Instituto de Energía Nuclear (Nuclear Energy Institute) de los Estados Unidos, actualmente están en operación 451 reactores nucleares en 31 países, principalmente en Estados Unidos (99 reactores), Francia (58 reactores), Japón (43 reactores) y Rusia (37 reactores). En América Latina, Argentina tiene tres reactores, Brasil y México tienen dos en operación.
La energía nuclear contribuye de manera importante al incremento de la dependencia de la energía limpia en el mundo: un tercio de la electricidad libre de emisiones en el mundo procede de la energía nuclear y en Estados Unidos llega esta cifra a 50%, (https://www.energy.gov/ne/articles/it-s-time-world-recognize-nuclear-clean-energy source).
Se espera que en el futuro haya más plantas nucleares más pequeñas, seguras y accesibles, con mejores niveles de enfriamiento, uno de sus principales riesgos, basados en nuevas tecnologías como el uso de la sal fundida. A diferencia del agua, ¨la sal no se evapora, por lo que incluso si los operadores desconectan los sistemas de seguridad y se alejan, las sales seguirían enfriando el sistema. Las sales se calientan y expanden, empujando a los átomos de uranio y ralentizando la reacción¨ (https://www.wired.com/story/next-gen-nuclear/).
Además, el Proyecto de Innovación de Reforma Energética proyecta una disminución importante de los costos de producción de la energía eléctrica a partir de la energía nuclear. Piensan que el precio de entrega de un megavatio por hora de energía nuclear puede ser entre 36 y 90 dólares, que se acercaría a competir con la energía con gas natural que sería de 42 y 78 dólares (https://www.wired.com/story/next-gen-nuclear/).
Del análisis de toda esta información, queda claro que es urgente en México el diseño de un plan nacional de energía que considere todos los retos y las oportunidades que tenemos, y que elabore un mapa de ruta con una visión ambiciosa e integral para asegurarnos un desarrollo sustentable y competitivo de la necesaria producción de energía eléctrica. Ello es más urgente frente a las limitaciones actuales de la oferta de la Comisión Federal de Electricidad. Ya no podemos seguir con visiones parciales y cortoplacistas. Es momento de aprovechar los avances de la ciencia, tecnología e innovación.
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