El Long COVID

A la fecha no existe un patrón definido acerca de la aparición/desaparición de los síntomas, así como la gravedad o la complejidad de éstos.

19 de junio, 2023 El Long COVID

Justo como en las películas antiguas, es necesario hacer una advertencia acerca del título y el contenido de este artículo. Simplemente, no pude encontrar una traducción que reflejara cabalmente las implicaciones de brain fog y de Late COVID y decidí dejarlas así. Sin embargo, como verán ambas se explican ampliamente. 

El primer caso de COVID apareció en China en noviembre del 2019. La infección se propagó rápidamente hacia otros países. Para el primer trimestre del 2020, el virus ya había sido plenamente identificado y se tenía un buen conocimiento de la dinámica de la pandemia. A finales de marzo muchos de los sobrevivientes ya se habían recuperado satisfactoriamente del agresivo síndrome respiratorio, pero hubo otros menos afortunados que regresaron a sus doctores con una nueva calamidad, el Late COVID

Esta extraña desgracia es una situación muy confusa e indefinida que empieza manifestándose con una serie de trastornos mentales que nadie esperaba y mucho menos que surgieran de repente. Las características de este nuevo síndrome neurológico llamado brain fog son:

  • Pérdida de la memoria (diferentes grados e intensidades).
  • Dificultad para la concentración y toma de decisiones.
  • Problemas en la organización y la expresión de las ideas.
  • Cambios en la conducta. Apatía, falta de interés, agotamiento.
  • Inseguridad personal, falta de confianza, etc. etc.

Posteriormente, después de la infección aparecen: la fatiga, problemas de percepción, alteración severa del sistema inmunológico, ruptura del ciclo del sueño, etc.

 

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Las investigaciones revelaron que el virus o alguno de sus mutantes tienden a permanecer en el 35-45% de los cuerpos infectados para reaparecer después de 2-3 meses con el otro síndrome neuropsiquiátrico más devastador y destructivo que el respiratorio.

Todos estos cambios surgen sin previo aviso, aparecen de repente, sorprendiendo al paciente que en ocasiones ignora lo que está pasando. Nada tiene que ver la gravedad con la cual superó el síndrome respiratorio, su edad, su sexo, su condición socio económica, etc. El paciente simplemente se siente incómodo, con dificultades para explicar su nueva realidad. Los cambios se desarrollan en diferentes tiempos, no existen fechas para inicios o finales. También, al parecer no existe relación alguna con el grado o la intensidad del cambio, se han reportado casos muy simples y otros muy extremos, siempre determinados por la naturaleza del paciente. Algunos ejemplos: 

  • Estacionar el coche porque el conductor no encuentra la ruta ni recuerda cuál era su destino.
  • Descontinuar la conversación porque no recuerda las palabras, el tema o la información que quería exponer, etc.
  • Interrumpir la descarga de la lavadora porque el paciente no recuerda qué hacer con la carga.1

Es importante aclarar que en un principio fue muy difícil para los pacientes explicar el término brain fog, este trastorno implica un desorden mayúsculo, una desorganización destructiva que inactiva e invalida la capacidad mental. El grado de confusión y zozobra depende de cada paciente, resultando algunos más afectados que otros. En un principio, la confusión fue tal que muchos pensaron que era el resultado de haber ingerido una gran variedad de medicamentos para mantenerse activos. Otros dijeron que eran los efectos de sus dolencias anteriores e inclusive, muchos lo relacionaron con estadios depresivos. A la fecha no existe un patrón definido acerca de la aparición/desaparición de los síntomas; así como la gravedad o la complejidad de estos. Al parecer todos son efectos eminentemente personales, cada uno tiene su propia versión.1 De esta manera quedaron establecidos los términos del brain fog y el Late COVID como importantes títulos en el ambiente del SARS-CoV-2. 

Tal vez, todo hubiera quedado ahí, es factible que quizá seguiríamos con esos conceptos y esos tratamientos por años; de no ser porque sucedió algo extraordinario. 

Afortunadamente, la pandemia continúa siendo motivo de investigación en diversas partes del mundo, donde cada grupo hace su mejor esfuerzo. Neurólogos de varios países realizaron numerosas autopsias donde encontraron hallazgos sorprendentes. Primero, una pérdida de peso en la masa encefálica de los cadáveres, una escasa presencia de partículas virales y por último: un patrón generalizado de inflamaciones en las regiones con mayor actividad nerviosa. Posteriormente se demostró que dichas inflamaciones eran resultado de altas incidencias de actividades inmunológicas alteradas, la mayoría de ellas responsables de la gran variedad de las funciones neurológicas afectadas. De manera que todo coincidía:

  • Las autopsias resultaron con reducciones gravimétricas en las áreas del cerebro que regulan la memoria, las emociones y las funciones inmunológicas.
  • La escasa población viral aislada de los tejidos infectados.
  • La inflamación de áreas con mayor actividad nerviosa y su correspondencia con las funciones neurológicas afectadas (pérdida de la memoria, dificultad en la organización/expresión de las ideas, etc.)2.

Es importante mencionar que existen otros progresos en áreas como la psicología y la sociología que se relacionan con el tema. Cientos de casos fueron analizados y los resultados logrados fueron muy significativos, con una mayoría de conclusiones muy semejantes, entre las cuales destacan las siguientes:

  • Las autopsias revelan una reducción gravimétrica en diversas áreas del cerebro que regulan la memoria, las emociones y las funciones inmunológicas.
  • Los pacientes con depresión y ansiedad resultaron desarrollar una inflamación generalizada en las áreas cerebroespinales. Las inflamaciones corresponden con las áreas que regulan las funciones afectadas (perdida de la memoria, incapacidad para coordinar y expresar ideas, etc).                                                                                                                                     
  • Los pacientes con agitados ritmos de vida, abundantes en ansiedad, depresión y stress son mucho mas susceptibles a desarrollar la sintomatología del Late COVID. 
  • Por el contrario, los pacientes con una vida tranquila, libre de vicios, buenos hábitos de limpieza en su alimentación y su conducta, adeptos al ejercicio ligero y con buenos ciclos de sueño, raramente desarrollan la sintomatología del Late COVID.3  

Vivimos una vida cómoda, nuestro trabajo y obligaciones son más simples; sin embargo, enfrentamos otros obstáculos y situaciones a las cuales no estamos acostumbrados, literalmente es imposible protegernos contra todo. Nuestra mejor opción siempre será usar nuestra experiencia y sentido común y conducirnos dentro de un marco de dignidad y respeto.

 

REFERENCIAS.

1Ed Yong., Living in a fog.  THE WEEK. October 28, 2022.      

2Stephani Sutherland., The Brain and Long COVID. Scientific American. March 2023  

3Kathleen Doheny., Anxiety, Your Brain, and Long COVID: What the research Says. WebMD Health News. June 02, 2023.         

Correo Electrónico:  [email protected]

 

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