Desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, al menos 40 funcionarios importantes han abandonado o han sido cesados de su cargo. Es una cifra preocupante, considerando que lleva un año en funciones. El último y más importante de ellos ocurrió el pasado 13 de marzo de 2018, con el despido del Secretario de Estado Rex Tillerson, quien se enteró de su dimisión del cargo a través de un tweet, dos horas antes de su reunión con el magnate. El carácter impulsivo del Presidente de Estados Unidos ha resultado implacable para los que inicialmente se presentaban como sus colaboradores más conexos.
El primer contratiempo en el gabinete de Trump ocurrió tan solo 24 días después de comenzado su periodo Presidencial, con la renuncia de Michael Flynn, a quien se acusa de haber participado en la supuesta intervención rusa en las elecciones Presidenciales. Con el paso de los días, la imputación se acrecentó, provocando la renuncia de Flynn como Consejero de Seguridad Nacional. A su renuncia siguió el despido de una decena de fiscales por conflictos con el Departamento de Justicia. En esta lista resalta el nombre de Sally Yates, una de las mayores defensoras de la inmigración de países musulmanes hacia Estados Unidos.
Trancurridas algunas semanas, otros personajes de gran importancia dejaron de participar en las filas de la “Nueva Era Trump”. Entre febrero y junio de 2017, la oficina Presidencial parecía ser el escenario de la nueva temporada de algún reality show, dejando a los medios a la espera de saber quién sería el próximo expulsado de la Casa Blanca. Por un lado, Mike Dubke renunció a su cargo como director de comunicación, a causa de la poca consideración del Presidente hacia él. Fue reemplazado por uno de los personajes más criticados por la prensa, Anthony Scaramucci, cuyo coercitivo carácter provocó la dimisión de Sean Spicer como vocero de Presidencia, y de Reince Priebus como jefe de gabinete. Cabe destacar que el propio Scaramucci fue también cesado de su cargo a principios de agosto, considerado una de las víctimas de John Kelly, un general retirado designado como Jefe de Gabinete del Presidente.
Algunos otros personajes fueron destituidos de sus cargos por aparentes conflictos con Jared Kushner, yerno de Donald Trump, quien funge como uno de los principales asesores de Presidencia y es perfilado como uno de los más acérrimos al Poder Ejecutivo. Un ejemplo es el ex director del FBI, James Comey, quien fue despedido por su supuesta vinculación con el espionaje ruso. No obstante, el propio Comey afirmó las rupturas diplomáticas con el esposo de Ivanka Trump, quien ejerce una fuerza incomparable en la toma de decisiones del xenofóbico líder de Estado. Figura también el nombre de Steve Bannon, quien dejó su cargo repentinamente por conflictos con Kushner y desapareció del entorno político hasta principios de marzo de 2018, cuando mostró su apoyo público a la derechista francesa Marine Le Pen. A Kushner también se le adjudicó la salida del irreverente asesor Corey Lewandowski del equipo de Trump, cuando apenas competía por el cargo.
En la lista hay otros nombres que también generan atención mediática por el importante puesto en la jerarquía política del que se despiden. Uno de ellos es Tom Price, quien fue evidenciado por costearse lujosos viajes con fondos del erario público, costándole su puesto como Secretario de Salud. También envuelto en la polémica, Andrew McCabe se despidió de la subdirigencia del FBI por estar implicado en el escándalo de los correos electrónicos de Hillary Clinton. Por su parte, Omarosa Manigault, quien representaba el poco espíritu de igualdad restante en la administración Trump al ser la única asesora de ascendencia afroamericana, fue otra de las agraviadas por el autocrático John Kelly. Más recientemente, Hope Hicks, la tercera en ocupar la dirigencia del departamento de comunicación, decidió abandonar al protagonista de “The Apprentice” por su probable implicación en el magnánimo escándalo de implicación rusa.
Estos son sólo algunos ejemplos que demuestran la poca tolerancia a la diferencia de ideas, el autoritarismo totalitario, el nivel de coercitividad y el declive de estabilidad en la administración del Presidente número 45 de Estados Unidos. Cada uno de los que hoy ya no forman parte del Gabinete cuentan con un historial de respaldo en materia política que pone en duda las declaraciones de Trump en torno a sus respectivas salidas. Coincido en que los implicados en el escándalo de intervención rusa en las elecciones deben ser castigados, pero de manera congruente. Uno de los primeros nombres que figuran en dicho caso prácticamente demostrado es Jared Kushner, a quien Trump mantiene como su “protegido”, contradiciendo sus propios ideales.
Tal parece que los cambios, despidos y renuncias en la administración actual están lejos de cesar. Nombres vienen, nombres van, pero el problema continúa inminente. Para nosotros, al otro lado de la frontera, no es muy complicado entender de quién se trata…
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