Los Políticos “Anti-Sistema”

En los últimos años, con la deplorable monotonía en la política internacional y el incremento en problemas sociales...

19 de enero, 2018

En los últimos años, con la deplorable monotonía en la política internacional y el incremento en problemas sociales en los distintos continentes, se ha detonado una inesperada gama de políticos que basan su pensamiento y acto en oponerse al sistema al que acostumbra manejarse la nación a la que representan. Algunos de ellos destacan por pertenecer a la “nueva generación de políticos”, con ideas frescas y juveniles. Otros, por su lado, son antiguos exponentes que modifican su ideología para mostrarse contrastantes a lo que en sus naciones se ha estandarizado. Varios expertos catalogan a estos peculiares políticos “diferentes” bajo el término “Anti-Sistema”.

Quizá el más destacable sea el carismático primer ministro canadiense, Justin Trudeau. Además de ser uno de los jefes de Estado más fuertes mediáticamente, Trudeau cuenta con una sólida trayectoria en la política canadiense, desde su posicionamiento como dirigente del Partido Liberal (del que es considerado uno de los mejores líderes en su historia), hasta su periodo presidencial que inició a finales del 2015. En su mandato destaca la inclusión, ya que el 50% de su gabinete lo conforman mujeres, y el soporte a las minorías, como los inmigrantes o la comunidad LGBT. Hasta finales de 2017, Justin Trudeau contaba con el respaldo del 86% de la población canadiense, lo que lo convierte en uno de los líderes mejor acogidos por su población, a pesar de su ideología imprescindiblemente liberal.

Por otro lado, en Europa tenemos a Emmanuel Macron quien, gracias a su pensamiento progresista y liberal, logró convertirse en Presidente de Francia, a pesar del extremo conservadurismo del que dicho país se jactaba. Cabe destacar que consiguió la Presidencia de manera independiente, por lo que su triunfo fue histórico internacionalmente. Su postura alejada del estándar político francés bastó para empatizar con la ciudadanía, a pesar de los poderosos rivales a los que se enfrentaba, como la nacionalista Marine Le Pen, su adversaria en la contienda.

Sin embargo, hablar de los políticos “anti-sistema” como algo meramente positivo sería inexacto. Hay también casos que contrarrestan la imagen optimista que esta nueva tendencia genera. Como ejemplo tenemos a Donald Trump, quien, desde el inicio de su candidatura por la Presidencia de Estados Unidos, se mostró como un adversario del sistema político norteamericano. Criticó instituciones, tratados, exmandatarios e incluso, socios comerciales importantes. El magnate ganó la contienda ante su adversaria, la ex primera dama Hillary Clinton. Desde entonces, los problemas sociales en Estados Unidos y sus relaciones internacionales se han desplomado consecutivamente. Hoy en día, Trump hace partícipe al mundo de sus movimientos políticos y pensamientos a través de Twitter. Su ideología radical y racista lo ha llevado a convertirse en el Presidente con la peor reputación política y afinidad en los últimos 70 años de historia de la nación.

Esta tendencia también se encuentra presente en México, incluso desde mucho antes que los países previamente mencionados. El “Anti-Sistema” más influyente de la nación cobró fuerza hace precisamente 12 años. Se trata de Andrés Manuel López Obrador quien, por tercera vez consecutiva, busca contender por la Presidencia de la República, esta vez, con su partido MORENA, de ideología izquierdista con tendencia populista. Aunque él mismo ha negado categóricamente ser un “Anti-Sistema”, es un ferviente opositor del sistema gubernamental en el país y su historia política durante los últimos años. Es un candidato que, si bien no cuenta con mucha experiencia política o sustento académico, sí posee una fuerza impresionante en el electorado, situándose como el favorito hasta el momento. Bajo su ideología de la “Mafia del Poder”, López Obrador se excluye del sistema político nacional, que se ha visto manchado de escándalos de corrupción e impunidad considerables, dañando la imagen mexicana. Promete un cambio de régimen, prácticamente de manera milagrosa, que se oponga a todo lo visto anteriormente. Tiene en su campaña muchas promesas que a primera escucha parecen convincentes y prometedoras, pero que no cuentan con una estrategia o trasfondo sólido. No obstante, resalta como el “diferenciador político” de sus adversarios José Antonio Meade (PRI-PANAL-Verde) y Ricardo Anaya (PAN-PRD-MC), quienes tienen trayectorias y propuestas más sólidas, pero pertenecen a partidos que ya han experimentado el poder y dejado inconformidad en los ciudadanos.

A través de este artículo, se exponen algunos casos de “Anti-Sistemas” que, a pesar de su resultado optimista, no tienen mucha similitud con el exdirigente de MORENA. Se presentan también algunos que han abusado de estas diferencias para llevar a sus países a un periodo de crisis, como el que vive nuestro vecino del Norte. Sin denotar intenciones partidistas, podemos ver en AMLO a un político diferente, indudablemente; pero con muchas lagunas en propuestas, experiencia y discurso. Es una jugada arriesgada para nuestro país…

¿Vale la pena correr el riesgo?

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