Por lo visto desde el inicio de la campaña del multimillonario Donald J. Trump por la presidencia de Estados Unidos, la polémica es objeto de atención y de éxito en el país norteamericano. A ojos del mundo, es decepcionante que una propuesta tan poco estructurada haya llegado tan lejos y que ya amenaza tomar las riendas de la Oficina Oval en tan sólo unas semanas.
El pasado 26 de septiembre de 2016, fuimos testigos del primer debate presidencial entre el “show man” republicano y la demócrata Hillary Clinton. Se notó una falta de diplomacia imperdonable, al presentarse argumentos sin fundamento con un ilógico vocabulario coloquial. Trump reprobó el escándalo de los correos electrónicos de Clinton. Recibió, de igual manera, acusaciones de escándalos que se limitó a desmentir. El colmo de la noche fue la evidencia fotográfica y documental que salió a la luz en Twitter, delatando las múltiples contradicciones del magnate. Estas abrieron paso a un cuestionamiento global que considero importante recalcar antes de las elecciones que darán un giro a los Estados Unidos.
Más allá de comentarios racistas e infantiles, la vida empresarial y política de Trump contiene algunos movimientos que valdría la pena considerar a la hora de elegirlo como representante del ejecutivo.
Antes del anuncio de su campaña, Donald Trump destacó en el mundo de los negocios y vida pública. Es propietario de diversas compañías inmobiliarias, las cuáles, de acuerdo con la demócrata Hillary Clinton y la evidencia presentada por su equipo por medio de redes sociales, no han pagado impuestos desde hace mucho tiempo. Curiosamente, una de sus principales propuestas como candidato es la reducción de impuestos en exportación a empresas norteamericanas y el aumento a las extranjeras.
Como era de esperarse, Donald Trump respondió icónicamente con una sencilla frase: “That Makes Me Smart” (Eso me hace inteligente).
Quizá el más importante dentro de la colección de los escándalos ilegales del xenofóbico candidato es la Universidad Trump. La originalmente llamada “Iniciativa de emprendimiento Trump” es una empresa creada por el republicano en 2004. Hoy, se encuentra inactiva y en investigación por el delito de fraude Al portar el nombre “Universidad” sin ser reconocida como tal) y acusada de utilizar métodos agresivos y poco éticos, fundamentado en la publicación de cientos de artículos que comprometen seriamente al empresario y provocaron una demanda por 40 millones de dólares. El juicio final se llevará a cabo el 28 de noviembre de 2016, poco después de las elecciones. El juez Eric Scheiderman, encargado del caso, calificó a la Universidad Trump como “un fraude de principio a fín”. El sitio “The New Yorker” lo catalogó como “algo peor de lo que se piensa”. Sería interesante que la ex Secretaria de Estado expusiera el tema en alguno de los futuros debates electorales.
La más reciente de sus jugadas fue publicada días antes del debate, pero tomó fuerza horas antes de que Donald Trump saliera a exponer sus argumentos cual niño de cuarto de primaria. El sitio “The Hill” denunció una solicitud de financiamiento de campaña a líderes en el extranjero, lo que es ilegal. El objetivo era recaudar dinero para la recta final de su campaña. Según este medio, los principales afectados fueron los gobiernos de Nueva Zelanda, Australia e Inglaterra, por mencionar algunos.
La noticia no generó el impacto esperado. Los defensores de Trump la acusaron de difamación. Quien logró objetivar y levantar el escándalo fue el ex presidente de México, Vicente Fox Quesada, uno de los principales opositores del millonario. Fox publicó en Twitter una captura de pantalla de su cuenta de correo electrónico, donde se muestra la cuenta remitente, así como el contenido del mensaje que inicia, irónicamente, con la frase “Friend, You are our country´s only hope” (Amigo, Tu eres la única esperanza de nuestro país).
El mensaje invita a colaborar con 2 millones de dólares para cubrir un objetivo final de 20 millones, pensado para la última etapa de la campaña. Finalmente, Se aprecia la firma del multimillonario empresario. Curioso, ¿No?
Concluyo pensando que, nuevamente, los ciudadanos norteamericanos se han dejado influenciar por una fuerte estrategia de mercadotecnia detonada por un hombre con nulo conocimiento político. Si bien el candidato republicano no es bien visto internacionalmente, hemos de aceptar que tiene un número de fieles considerable. Estoy seguro que, si fuéramos realmente conscientes de quienes son los aspirantes a gobernar más allá de la imagen pública y de un slogan como “Make America Great Again”, el resultado en encuestas sería muy diferente…
“Un hombre que puede ser provocado con un Tweet no debería tener sus manos cerca de los códigos nucleares”.
-Hillary Clinton.
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