La política internacional ha sido testigo de muchos hechos inesperados últimamente, que significan un cambio sin precedentes para los analistas y expertos en la materia. Por un lado, vimos la controversial salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, “Brexit”. En Estados Unidos, la poco esperada victoria de Donald Trump por sus antecedentes radicales. En esta ocasión, en la política francesa se suscitó otro acontecimiento que pone fin a una era de conservadurismo y régimen autoritario: El sorprendente triunfo Presidencial de Emmanuel Macron.
El expediente político del ahora Presidente de Francia lo muestra como un colaborador leal del expresidente François Hollande. Macron era partícipe de los discursos de Hollande como candidato al titular del Ejecutivo. Una vez ganado el cargo, se incorporó a su Gabinete como asesor financiero y posteriormente, se convirtió en el Ministro de Economía.
Lo cierto es que, a pesar de su notable experiencia, Macron se mantuvo como un político discreto, sin aparente intención de postularse para la Presidencia. Contrario a lo que se pensaba, François Hollande no se postuló con el propósito de una reelección. No obstante, Emmanuel Macron anunció su intención de convertirse en Presidente, respaldado por la campaña “¡En Marcha!”, el cual fue un movimiento socio–liberal impulsado por el candidato, que obtuvo su registro como Partido Político.
Después de dos vueltas electorales (como se tiene estipulado el sistema democrático francés), el perfil de Emmanuel Macron fue aumentando en popularidad y adeptos. Por otra parte, el Frente Nacional decidió darle una segunda oportunidad a Marine Le Pen, quién se postuló en las elecciones Presidenciales de 2012, siendo derrotada por Hollande.
La postura de Le Pen, quien se perfilaba como ganadora de la contienda, es bastante radical. Considerada una política de extrema derecha, con un notorio y riguroso conservadurismo y experiencia brindada por su cercanía al Partido Frente Nacional, Marine Le Pen proponía la salida de Francia del Fondo Monetario Internacional (FMI), así como el abandono del euro como moneda estándar por su transversalidad con el continente europeo. Buscó reestructurar el “proteccionismo inteligente”. La cadena perpetua sin posibilidad de anulación ni justificación fue otra de las ideas conservadoras de la aspirante.
Por su parte, Emmanuel Macron fue considerado un candidato independiente al ser respaldado por “¡En Marcha!”. Además de su perfil independiente, Macron no se mostró afín a ninguna de las ideologías estandarizadas del sistema político. Es decir, buscó evadir las posturas de izquierda y derecha, para generar una equidad de pensamientos y lograr mayor empatía con los votantes. Su ideología busca recopilar lo mejor de los conservadores y lo mejor de los liberales para establecer una propuesta céntrica y objetiva.
Como mencionaron los analistas políticos, Emmanuel Macron contrarrestó el populismo nacionalista de Marine Le Pen. Uno de sus mayores aciertos fue prometer cosas posibles de realizar y sustentar con sus habilidades financieras. Propuso la reducción de impuestos en nóminas y en sociedades, supresión de 120 mil puestos en funcionarios. La colocación de un ministro de finanzas capaz de controlar el Estado del euro, en lugar de suprimirlo (como proponía Le Pen). Otra de sus propuestas acertadas fue la imposibilidad legal de nepotismo en cargos públicos.
La simpatía del candidato, sus habilidades de comunicación y la seguridad que transmite (que recuerda a Trudeau en Canadá) le otorgaron la Presidencia, marcando un hecho histórico en la política francesa e internacional. Uno de los países más conservadores y estandarizados de Europa eligió a un gobernante que rompe los estándares del tradicionalismo francés, iniciando una nueva era para la sociedad que ha sido recibida de manera positiva por quienes votaron por él y quienes han estudiado sus primeros movimientos como Presidente de Francia. Esto ha demostrado que en ocasiones, el cambio radical, mientras esté correctamente sustentado, puede significar una mejoría en un sistema estandarizado pero que no tiene miedo al cambio. Lo vimos en Canadá y ahora lo vemos en Francia. Es momento de buscar la iniciativa de hacer las cosas de manera diferente, pero siempre buscando el progreso.
“En Francia, la República nació de la abolición de los privilegios. Pero todavía son muy numerosos. Nuestro país pretende ser la patria de la igualdad. Pero el favoritismo distorsiona a menudo las cosas. Los privilegios bloquean nuestra sociedad. El reconocimiento no siempre llega a aquellos que hacen los esfuerzos. Esto debe cambiar”.
Emmanuel Macron.
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