El perfil y estrategias de los precandidatos presidenciales

Desde el “destape” de los precandidatos presidenciales de las tres coaliciones formadas...

12 de enero, 2018

Desde el “destape” de los precandidatos presidenciales de las tres coaliciones formadas con el propósito de competir en la elección de mediados de año, he leído comentarios tanto de analistas políticos como de ciudadanos que menosprecian, ya sea por ideología o por características, a alguno de ellos, minimizando sus posibilidades de llevarse el triunfo el próximo primero de junio. Particularmente, me parece una acción equivocada. Considero que cada uno de los contendientes tiene un perfil digno de considerarse, así como fortalezas políticas o sociales que los distinguen de sus adversarios y de aquellos que, por otro lado, logren conseguir un lugar en la boleta por mano independiente. Por consiguiente, me he determinado sintetizar el perfil de cada uno de estos tres contendientes, así como su mayor fortaleza para esta lucha de poderes. Quiero aclarar que se trata de un trabajo de análisis, sin intención de denotar ideología partidista.

En primera instancia, tenemos a José Antonio Meade, el candidato de la coalición formada por el PRI, Partido Verde y Nueva Alianza. Su mayor arma es la fuerza política. Es un candidato con una muy firme preparación académica y un extenso currículum político, tanto en los sexenios de gobierno priísta, como panista. El desempeño del candidato en cada uno de los puestos en los que se ha desempeñado (incluidas las dirigencias de múltiples secretarías) dependen del paradigma crítico de cada uno de los lectores. No obstante, la experiencia en el ámbito lo hace acreedor a un sinnúmero de contactos en el sector público que tienen relevancia en su desempeño como candidato, perfilándolo como uno de los hombres más fuertes en la baraja política del PRI (partido al que, cabe destacar, no se encuentra afiliado formalmente). Su desempeño en sus primeros actos de la campaña ha sido sugestivo en prácticamente la totalidad de sus discursos (a diferencia del método de ataque de sus adversarios), intentando mostrarse como una imagen fresca y ajena al priísmo al que estamos acostumbrados y que ha entregado tan deplorable desempeño durante su gestión.

La fuerza del pueblo viene del que, hasta el momento, es el candidato líder en las encuestas. Se trata de Andrés Manuel López Obrador, quien representa, evidentemente, a su partido MORENA, en coalición con el Partido del Trabajo y Encuentro Social. Es, a mi punto de vista, un candidato que genera opiniones encontradas en la ciudadanía, siendo el más alabado, pero también el más criticado.

Siendo esta su tercera oportunidad de competir por el Ejecutivo, es el candidato más popular, factor que le otorga una prestigiosa ventaja. En adición, recordemos la empatía que genera el tabasqueño con las minorías y grupos sociales que se han visto poco beneficiados durante los últimos gobiernos, por lo que se le considera el “candidato anti-sistema” de México (término que se encuentra muy de moda en el mundo, habiendo representantes con buena reputación como Macron o Trudeau, pero nos recuerda a otros pésimamente evaluados, como Maduro o Trump). Maneja una izquierda distinta a la que acostumbramos en México, por lo que sus principales opositores lo catalogan de populista. Es innegable que AMLO tiene una base de seguidores firme y estable, de proporciones preocupantes para sus adversarios.

En el caso de la coalición “Por México al Frente”, conformada por el PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, tenemos a un candidato con fuerzas de argumentación y persuasión incomparable. Ricardo Anaya se ha destacado como un político audaz, muy preparado y con facilidad de palabra. Si bien es cierto que su avaricia es un punto a considerar, es un candidato con una fuerte preparación y fuertes dotes en materia de relaciones internacionales (recordemos sus encuentros con líderes mundiales y sus habilidades políglotas para llevar su discurso a nivel internacional). Además, es el candidato más joven de la contienda, por lo que tiene la facilidad de empatizar con el codiciado “voto joven” con mayor facilidad que sus adversarios, de saberlo aprovechar asertivamente.

Los tres tienen una base contundente que los respalda en su intención de convertirse en el próximo inquilino de Los Pinos. No hay que olvidar que los tres tienen, de igual manera, algunos escándalos políticos que el votante debe tomar en cuenta para tomar la mejor decisión, de acuerdo al criterio de cada uno. Tomemos en cuenta que, a esta triple competencia, posiblemente se sumen nombres retadores, como Jaime Rodríguez o Margarita Zavala. No obstante, los tres primeros comienzan a jugar sus cartas, en su intención de encajar con los votantes y mostrarse superiores. Menospreciarlos sería, como mencioné al principio, un terrible error de juicio. Veo una fuerte posibilidad de triunfo para cada uno de ellos.

No cabe duda, el 2018 es un año donde todo puede pasar…

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