Sí… a la mariguana

El día 9 de noviembre del 2015 fue publicado en este portal, un artículo escrito por Antonio G. Trejo, titulado “No…a la mariguana”. El presente...

13 de noviembre, 2015

El día 9 de noviembre del 2015 fue publicado en este portal, un artículo escrito por Antonio G. Trejo, titulado “No…a la mariguana”. El presente texto pretende responder a algunas de las cuestiones planteadas en el mencionado artículo, y que desde mi óptica contiene profundos problemas de coherencia en la argumentación.

Sobre la reciente sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que ampara a cuatro personas para permitirles la producción y consumo de mariguana, Antonio G. Trejo sostuvo que: “lo que el ministro Zaldívar y los miembros de SMART pretenden, con razón o sin ella es una aberración, pues si bien sus argumentos son legales, también son poco prácticos y egoístas, pues solo denotan la satisfacción de sus ambiciones, están fuera del contexto y los lineamientos que rigen a una sociedad” [énfasis añadido].

Llama la atención la afirmación. Se dice que la resolución es una “aberración” y no se ajusta a los “lineamientos que rigen a una sociedad”, pero el problema es que nunca nos explica ¿Cuáles son esos lineamientos que rigen a una sociedad? y parte de la insostenible premisa de asegurar que la sociedad mexicana tiene un consenso indiscutible de “nuestros lineamientos”, como si en realidad fueran tan obvios –los lineamientos sociales- que no existe duda alguna sobre ello. Adicionalmente, el argumento olvida que vivimos en sociedades en donde la pluralidad es un rasgo característico de la convivencia, y donde se generan en todo momento profundos desacuerdos razonables sobre cuales sobre cuáles son las "mejores" formas de vivir en sociedad.

Me parece que el prohibir el consumo de drogas como la mariguana, es una determinación normativa que conlleva una idea "paternalista" de los derechos, una intromisión indebida a la esfera de libertad de acción de cada individuo. La pregunta a responder entonces es si ¿Debe permitirse la existencia de normas de tipo "perfeccionista"?

En la tradición del liberalismo político, están conectadas varias ideas que representan las razones excluidas para limitar una libertad, entre ellas se encuentra el "no perfeccionismo", es decir la no existencia de un ideal moral del bien público. El Estado no puede imponer un solo modo de vivir por más “justo” que le parezca, esa no puede ser la función de los Estados democráticos contemporáneos.

La idea que subyace del pensamiento liberal de los derechos humanos es el principio de dominio propio, es decir no se debe considerar a las personas como simples colecciones de preferencias, sino la idea moral fundamental que debe prevalecer es la que defiende que nosotros somos "propietarios" de nuestra propia persona.

Ahora bien,  Antonio G. Trejo,  afirma sobre la mariguana que en la SJCN “se han olvidado que es un problema de salud que tiene una profunda y marcada repercusión social”. Este argumento estalla en las manos, en realidad justamente el proyecto elaborado por Zaldivar, asume que el problema es un asunto de salud pública, y que por tanto cualquier esfuerzo por combatir el consumo debe ser desde ese ámbito y no criminalizando a los consumidores, es decir, si aceptamos la idea de que el problema de la mariguana es de salud pública y no del derecho penal o de la lógica del castigo, entonces defenderemos la idea de legalizar el consumo (perspectiva de derechos humanos) y tratar la cuestión con políticas públicas de salud.

En contrario, la lógica prohibicionista asumida por G. Trejo, tiene un punto ciego, pues tendría que responder a  la siguiente pregunta: si afirmamos que debemos prohibir el consumo de mariguana porque “atenta contra la salud de los adolescentes y los jóvenes” ¿estaría usted de acuerdo entonces en prohibir el consumo de alcohol, cigarro y de todo aquello que consideremos dañino o moralmente reprochable para vivir en una sociedad? ¿Estaríamos dispuestos como personas a conceder ese poder de decisión sobre nuestros modos de vida a los gobernantes? ¿Bajo cuáles criterios  se justifica  prohibir solo sustancias como la marihuana, excluyendo a otras como el alcohol y el cigarro? Además, cabe cuestionarnos si esos criterios elegidos serán suficientemente legítimos en una sociedad democrática para limitar un derecho de libertad.

Finalmente Antonio G. Trejo pregunta: ¿qué sucederá cuando otro grupito SMART o el equivalente pida la legalización de: la heroína, anfetaminas, cocaína, analgésicos derivados del opio, drogas sintéticas, bebidas energéticas, etcétera? Bien, quizá ese día entendamos que  el problema de las drogas es un problema de la salud pública que defiende los derechos humanos de los usuarios y favorece el control del mercado de las drogas por parte del Estado, y también empecemos a formar una ética social que considere  al adicto como enfermo y no como delincuente, a reconocer plenamente los derechos del usuario que  es adicto, incluido el derecho a consumir.

Al margen de los aquí expresado, resalto que la amplitud de esta discusión nos permite formular desde distintos ámbitos las posturas existentes. La importancia de los debates que implican la determinación de "los buenos y malos modos de vivir" de una comunidad, son de carácter capital, son esenciales como forma de participación y resultan indispensables para el desarrollo de una ciudadanía sólida que debe participar en las decisiones más importantes de nuestra vida política: nuestros derechos y libertades.

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