El grupo mexicano “Café Tacuba” más de 20 años después de que cantara por primera vez el tema “Ingrata”, en un ejercicio de conciencia está valorando “no volver a cantarla” o “modificar la letra” por contener expresiones misóginas que normalizan la violencia y el feminicidio”.
El autorreconocimiento me parece un acto ético plausible. Sin embargo, tengo la sensación que está cuestión no sentó bien a muchos, incluso pueden consultarse opiniones, columnas, comentarios, etc. publicadas en las medios de mayor circulación nacional, criticando la medida como un acto de “autocensura”, o como la forma en que “la corrección política lame los productos de la cultura” y más.
Para ser sincero, las extendidas críticas a la posición adoptada por “Café Tacuba”, no me sorprenden. No, en una sociedad que está enraizada en una cultura profundamente machista, donde las mujeres son asesinadas por el solo hecho de serlo, en un país donde la violencia de género está normalizada, donde las decisiones sobre el cuerpo de las mujeres está a “disposición” de todos menos de ellas mismas, y un largo etcétera.
Habida cuenta de todo ello, puede esperarse que la mayoría sienta que lo acontecido fue un ejercicio de “autocensura” en las expresiones artísticas, reinvindicando una especie de “derecho” a que las letras musicales puedan decir “te daré un par de balazos” y reírnos de ellas, por formar parte de la “cultura”.
Aclaro que no entraré al debate sobre si las expresiones de odio constituyen un límite legítimo a la libertad de expresión en una sociedad democrática, toda vez que dichas disputas, aunque están muy analizadas, en la práctica no existe un consenso mayoritario sobre ello, tomando en cuenta que existen países democráticos en donde negar el holocausto es un delito, pero al mismo tiempo la apología del feminicidio o la violencia de género no lo es.
Lo que si diré, es que llamar “autocensura” o “corrección política” al reconocimiento de la misoginia, una es falacia, y banaliza los efectos de la violencia de género. Esta es la forma en que el patriarcado aplasta (consciente o inconscientemente); en este sentido, cuando alguien reacciona ante las expresiones culturales machistas e intenta cambiar, es criticado, apabullado y representa algo “peligroso” para la democracia. ¡Vaya paradoja!
Ante esta realidad, en la que el machismo se justifica a sí mismo y adopta la forma de “expresión cultural”, aquellos que tomamos conciencia del fuerte valor simbólico que las expresiones sexistas tienen, seguiremos condenando los intentos de normalización de la mismas, aun y cuando haya quienes piensen que son actos de “censura” –diría yo- falaz autocensura, pues mientras cualquier persona puede una y otra vez (y las veces que quiera) escuchar “Ingrata”, el discurso de la desigualdad y la misoginia en las expresiones culturales y en las artes seguirá ahí instalando, recordándonos que articular una sociedad en donde nos honremos como iguales, es aun, una realidad distante.
Programa "Avalan más de 5 mil millones de pesos a partidos"
-Fragmento de la emisión "Eduardo Ruiz-Healy En Fórmula" del miércoles 14 de agosto de 2019- #Opinión #RuizHealyTimes www.ruizhealytimes.com
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