Vacaciones, en el mar, el campo, el extranjero o la ciudad. Digamos que, un día cualquiera se elige tomar el auto y salir a carretera o bien, abordar un avión o un autobús para llegar al destino vacacional. Todo parece ir bien y no existir ningún inconveniente ¿Qué podría salir mal?
El pasado 18 de julio, autoridades de la Subsecretaría de Transporte de la SICT, CAPUFE, Guardia Nacional y Ángeles Verdes dieron el banderazo del llamado “Operativo Carretero Vacaciones de Verano 2025”. En la nota informativa se habla de medidas de seguridad, aunque no se especifica la distracción por el uso de dispositivos móviles, una de las principales causas de accidentes en la actualidad, tampoco se detalla si habrá unidades vigilando los tramos carreteros operados por CAPUFE y de ser así, dónde, cómo o cuáles son sus alcances y sus límites. En el sitio de internet de la dependencia se menciona también la cobertura del seguro de responsabilidad civil para el usuario, lo cual me hizo recordar los viejos boletos de autobús y las patrullas de Caminos y Puentes que circulaban por las carreteras y brindaban auxilio vial. Cosas del siglo pasado.
En la actualidad, la tecnología nos pone todo al alcance de la mano (o de un click) para salir de vacaciones, tanto si se viaja en auto propio como si se utiliza el transporte; sin embargo, hay cuestiones que la tecnología más avanzada no logra todavía controlar y/o garantizar; por eso digo que viajar, es un acto de fé.
Es necesaria la Fé para confiar en:
- Que el conductor sea responsable y no se distraiga con su celular como lo hacen algunos irresponsables en tramos cortos como las autopistas que conectan a la Ciudad de México con Querétaro, Toluca, Pachuca y Morelos.
- Que el vuelo no sea cancelado de último momento y que el equipaje llegue al mismo tiempo que el viajero; es decir, que todos los involucrados hagan su trabajo con calidad.
- Que las casetas no estén bloqueadas.
- Que los conductores no manejen en estado de ebriedad, que conozcan el reglamento de tránsito y lo respeten.
- Que todos los usuarios de transportes, carreteras y vehículos propios respeten las señales de tránsito y los respectivos reglamentos de centros turísticos y hoteleros.
- Que los operadores de sitios turísticos sean honestos y no excedan los costos de sus servicios.
- Que las carreteras se encuentren en buen estado, que estén iluminadas, bien acotadas y con señalizaciones claras.
- Que los sitios turísticos cumplan con las normas de higiene y seguridad, protección civil, servicio de calidad, etc.
Y podrían ocurrirse algunas más que no siempre se consideran al momento de viajar, porque el entusiasmo sumado a las ganas de salir y divertirse nubla el sentido de responsabilidad para entender que nunca se viaja solo, aunque no se vaya en compañía de alguien cercano y que, al visitar un sitio turístico se comparte con la otredad los usos y costumbres del lugar visitado, el cual debe respetarse y conservarse en buen estado.
Lo anterior podría parecer un decálogo utópico porque la realidad nos muestra una y otra vez, que el periodo vacacional además de la derrama económica, se convierte en toneladas de basura, reportes de accidentes, desperfectos y malas experiencias cuando las expectativas de los viajantes no se alcanzan.
Para finalizar, pensemos en términos de velocidad para preguntarse ¿A qué velocidad viajamos? Velocidad automóvil, avión, autobús (por cierto, todos empiezan con la letra “a”) y no me refiero únicamente a los trayectos sino a la velocidad en que esperamos que ocurra el viaje y más aún ¿Viajamos en primera, segunda o tercera clase? Y ya que andamos con mirada crítica, en tiempos de cero discriminaciones ¿No deberíamos exigir mejores servicios para que las experiencias vacacionales sean todas de primer nivel? Y no me refiero únicamente a los servicios de particulares sino incluso, en primer lugar, a los que ofrece la autoridad a cambio del pago de impuestos y/o cuotas que recibe por parte de los ciudadanos, porque el ejemplo educa y una autoridad omisa que permite malas prácticas en los servicios turísticos es juez y parte de las malas experiencias del viajero. ¡Nos leemos a la próxima!
¿ADVIENTO?
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