Aprendizajes en la quinta ola

Sin duda alguna la pandemia ha implicado grandes retos a nivel global. De nosotros dependerá que como humanidad aprovechemos las lecciones que esta adversidad nos ha dejado para mejorar nuestro futuro.

22 de julio, 2022 ola covid

No es más que mera redundancia indicar que la pandemia por el virus SARS-CoV-2 modificó de manera radical la manera en la que nos comportamos como seres humanos, desde los pequeños conocidos popularmente como “pandemials”, hasta las empresas que adoptaron por tiempo indefinido el teletrabajo.

Pero, a poco más de dos años y medio desde las primeras noticias que indicaban una enfermedad de preocupación descubierta en Wuhan, ¿qué hemos aprendido como humanidad? He aquí cinco reflexiones.

  1. La ciencia con recursos funciona. La relevancia que tuvo el gremio científico en la pandemia, por la misma naturaleza del acontecimiento, fue indispensable para que hoy en día, a pesar de que el número de casos diarios de infectados rompe records, la tasa de mortalidad se mantiene en niveles mínimos en gran parte de los países. Muchos países, hasta antes de 2020 veían la ciencia como un lujo, recortando programas, el PIB ofrecido a la investigación y los limitados puestos laborales ofrecidos a científicos. Hoy en día, se hace notar que la ciencia es una necesidad, dado que el aporte a nuevos descubrimientos y conocimientos es indispensable para la detección, diagnóstico y tratamiento oportuno (y por supuesto efectivo) de cualquier enfermedad o padecimiento desconocido.
  2. Las vacunas previenen muertes. A mitad de 2020, los llamados “grupos anti vacuna” tuvieron relevancia en el escenario internacional de la incertidumbre. Dichas organizaciones “velando por los intereses de la libertad” satanizaban las vacunas, colocando en su estandarte supuestas muertes causadas por los biológicos y que fueron “ocultados del ojo público”, reclamando su ineficacia contra la enfermedad y “revelando” que el motivo de las vacunas era el control de masas. Hoy, seguimos comprobando día con día, que las vacunas han salvado innumerables vidas, requieren rigurosos procesos de fabricación e investigación, y han provocado que, a fecha de julio de 2022, el COVID-19 no parece ser ya la amenaza que en 2020 y 2021 parecía incontenible.
  3. No estamos listos para una nueva pandemia. Las instituciones que parecían incorruptibles, líderes en el conocimiento y dirigidas a un estable y correcto manejo de un evento de importancia de salud pública, fallaron a nivel nacional e internacional. La discordancia de información entre una institución a otra, la débil respuesta de éstas a la par de los nuevos conocimientos, la desigualdad en la distribución de pruebas, vacunas y acceso a la salud; y el imperioso ego de políticos que sostuvieron ideologías erróneas con tal de no admitir sus fallos, culminaron en que una enfermedad viral originada en Wuhan se convirtiera en un punto de inflexión en la historia moderna de la humanidad.
  4. Somos egoístas. Todos conocemos a alguien que por estar vacunado dejó de usar cubrebocas, alguien que fue a otro estado de la República con un comprobante de domicilio de un familiar o modificado para vacunarse, alguien que, contagiado por la enfermedad, no realizaba su periodo de cuarentena y generaba el riesgo para contagiar a demás personas, o a alguien que falsificaba su comprobante o prueba COVID. Todos estos eventos concluyeron en el aumento de casos y la extensión del periodo pandémico por más de 2 años, y hasta el día de hoy.
  5. No somos una especie tan inteligente como pensábamos. El mundo de desinformación originado tras las teorías conspirativas, las fake news, las pseudociencias y la desconfianza de la población hacia la nueva información generada, ocasionaron eventos tan surreales como escasez de papel higiénico, violencia hacia el personal de salubridad, destrucción de torres de comunicación con tecnología 5G, marchas en contra de los confinamientos y la realización de fiestas y reuniones clandestinas. Lo anterior, representa el nivel de crítica que tenemos como especie y lo distante que estamos de ser capaces de reunirnos en pro de una causa que amenaza nuestra integridad.
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