Los últimos sucesos indican que el amanecer esta cerca en Venezuela pero que, antes de que eso ocurra, la luz aun tendrá que luchar por atravesar esa oscuridad densa que usualmente le precede. La auto-proclamación de Juan Guaidó como “presidente encargado” de Venezuela, respaldada por la comunidad internacional, puede ser interpretada como un gesto firme que anuncia que los días del régimen chavista están contados y que el desenlace distará de ser sencillo.
Lo primero que hay que hacer para entender lo que está pasando en Venezuela es la importancia que el mito ha tenido en la instauración de nuevas formas de gobierno. Puesto que de la misma manera que el régimen chavista ha usado el mito del libertador Simón Bolívar para la “refundación de la república”, lo ocurrido este 23 de Enero, se apoya en la fecha histórica del derrocamiento de la dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez en 1958. Para ejemplificar que ahora al igual que aquel entonces el pueblo se libera de una dictadura. Dando vida de esta manera a la versión actual, de la lucha entre el bien y el mal, que hará que gire el reloj de la historia.
De acuerdo con el artículo 233 de la constitución venezolana evocado por Juan Guaidó para auto-proclamarse “presidente encargado de Venezuela”, en ausencia de un presidente legítimo, este último debe proceder a convocar una nueva elección universal dentro de los treinta días consecutivos siguientes y más que del apoyo de la comunidad internacional, su triunfo dependerá en gran medida, del apoyo que pueda conseguir de las fuerzas armadas. Siendo esto cada vez más factible, porque en las fuerzas armadas comienzan a mostrarse fisuras, que podrían resultar determinantes.
Venezuela se ha convertido en el país con el mayor número de militares presos. Diversas fuentes hablan de una cifra que se acerca a los 200, en su mayoría son jóvenes con puestos de medio rango, que han sido privados de su libertad por rebelarse en contra del régimen y que a su vez han sido torturados por agentes cubanos. Por lo que si a esto último se le suma la amnistía que ofrece Guaidó a los miembros de las fuerzas armadas que lo apoyen y, la ascendencia militar en su abuelo, no suena del todo descabellado el que pueda obtener el apoyo suficiente para confrontar al régimen. Sin embargo, la pregunta aquí será sí podrá ser suficiente para derrocarlo sin la intervención de fuerzas externas.
La comunidad internacional se encuentra dividida entre el reconocimiento a Guaidó y el apoyo a Maduro y, a pesar de lo que se encuentra en juego es la continuidad de la democracia y la supervivencia del pueblo venezolano, también hay intereses que ayudan a reforzar la postura. En el caso de Rusia, China, Turquía, Irán y Cuba la decisión de respaldar a Maduro va más allá de cercanías ideológicas y adquiere connotaciones estratégicas al tratarse del país con el mayor número de reservas de petróleo probadas del mundo, el que les permite contestar la hegemonía de Estados Unidos en su propio continente, y el que les puede dar acceso a la creación de bases militares estratégicas. Mientras que en el caso de México, la neutral postura que no atenta contra la continuidad del régimen, se debe a un utópico anhelo de mediación, a demostrar que no se está tan sometido ante Estados Unidos, y muy probablemente a los compromisos adquiridos por el partido del presidente durante su asistencia al Foro de Sao Paulo.
Por otro lado, en el caso de Estados Unidos quien, ha lidereado la corriente de posturas en favor de Guaidó, su postura viene acompañada del deseo de frenar el éxodo de venezolanos que busca refugiarse en Florida, de desterrar a China y a Rusia de su continente, y a dar un manotazo fuerte para que quien quiera seguir un rumbo similar en la región lo piense dos veces.
Los escenarios de desenlace, rodeados de esa oscuridad densa por los que la luz tendrá que atravesar para que amanezca, distan de ser sencillos y dejan la puerta abierta a la repetición de escenarios ya vividos en la escena internacional. Como lo son los escenarios de Libia en el 2011 e Irán en 1979. En donde el gobierno del presidente Barack Obama, con miras a derrocar a Moamar Gadhafi, congeló todos los activos del gobierno libio depositados en bancos y otras instituciones estadounidenses. Presiones económicas que ya se están llevando a cabo que, junto con el pago de las exportaciones petroleras a Estados Unidos directamente a Guaidó, prometen meter al régimen en apuros y aumentar las posibilidades de que este responda de una manera similar, a la de Irán en 1979, cuando diplomáticos estadounidenses fueron tomados como rehenes por chocar con los intereses del nuevo régimen.
Las tensiones irán en escala y, a decir por los recientes paseos militares de Nicolás Maduro, es muy probable que las buenas intensiones y las cartas de condena no sean suficientes. Por lo que no estaría de más comenzar a imaginar un escenario en donde se requiera de mayor ayuda externa.
Fuerza al Bravo Pueblo.
El último en salir apague la luz.
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