Hay que ver más allá de lo que es evidente. La orden cautelar dictada ayer por un juez federal de California, que pone fin a la estancia de migrantes en México mientras se lleva a cabo su proceso de solicitud de asilo en Estados Unidos, ilustra mucho más que un revés a los planes de Trump y su racista retórica de reelección. Ilustra dos fracasos que, no se deberían ignorar, en ambos países.
Como la historia lo demuestra, cada uno de estos fracasos, consta de dos partes que nos han traído hasta este punto de no retorno. La migración es el asunto que ha estallado en la relación bilateral México- Estados Unidos y promete dar mucha más guerra que la de una campaña. Por lo que empezaremos, por un asunto de mera cortesía, a narrar el fracaso de nuestro vecino del norte.
El fracaso de Estados Unidos se deriva de su incapacidad magistral de reconocer la adicción de su sociedad como un asunto de salud pública y de lograr políticas de desarrollo exitosas en Centroamérica. Con esto no quiero decir que toda la responsabilidad de la ausencia de un mayor desarrollo recae sobre los estadounidenses. Sin embargo creo que si estás hubieran tenido, un mayor grado de éxito, las circunstancias serían un tanto diferente.
Recientemente Trump ha cumplido su amenaza y ordenó suspender todo tipo de asistencia a los países del Triángulo Norte de Centroamérica. Por lo que la situación, probablemente, no hará más que empeorar.
Por otra parte, el consumo de drogas ilícitas en los EEUU ha venido incrementándose. Se calcula que, en el 2011, unos 22.5 millones de personas en los Estados Unidos de 12 años de edad o mayores usaron alguna droga ilícita o abusaron de medicamentos psicoterapéuticos (como analgésicos, estimulantes o tranquilizantes) en el mes anterior a La Encuesta Nacional sobre el Uso de Drogas y la Salud (NSDUH). Esto equivale al 8.7 por ciento de la población, mientras que en el 2002, el porcentaje fue del 8.3 por ciento.
Poniendo bajo la luz una guerra que pierde en casa y que nadie más puede ni debe pelear por los estadounidenses.
Finalmente en lo que ha México corresponde, la llegada de la orden del juez, más allá de un júbilo momentáneo, ilustra que no hemos avanzado mucho del punto de algunas de nuestras mayores tragedias históricas. Porque seguimos siendo incapaces de proteger nuestras fronteras, ya sea del norte o del sur, y la solución a la política de quedarse en México tuvo que venir de afuera. Maldita asimetría y vaya tragedia.
La política migratoria estadounidense ha afectado en este tiempo a más de 300 personas. Empezó en la entrada de San Ysidro/Tijuana, en California, y se ha ido extendiendo al resto de la frontera. Nuestras autoridades declararon públicamente que no existe ningún acuerdo entre los dos Gobiernos para aceptar a los migrantes que buscan asilo al norte de la frontera, pero tampoco hicieron nada por impedirlo.
Lo tuvo que hacer el juez Seeborg de California y su decisión entrará en vigor el viernes.
Vaya historia de una orden y dos fracasos.
El último en salir apague la luz.
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