Que la crítica nunca muera es tal vez mi mayor deseo para todos aquellos países que, aún con sus defectos, luchan por defender la libertad que brinda la vía democrática. Porque es solamente así que el pueblo permanece siendo el pueblo y no un monopolio del poder.
Pero mientras este no se conozca, ni se reconozca, este es un riesgo que quedará activo y que le permitirá seguir siendo el eterno comodín de la vida política del que muchos hablan pero que nadie conoce. Por la simple y sencilla razón de que tiene la mala costumbre de cambiar de cara dependiendo de quién pronuncie su nombre y es así como llegan todos aquellos que predican, el fundamentalismo de su verdad, olvidando que, aunque sin “s” al final, “el pueblo” es una palabra plural.
La elección presidencial pasada fue una de las más reñidas y polarizadas de la historia moderna de México. Su campaña se basó en viejas heridas que nos mantienen separados y que aparecen nuevamente cada vez que algo nos divide. Especialmente cuando se observa la emergencia de un nuevo tipo de nacionalismo que acompaña a la refundación del sistema político mexicano, después de la arrolladora victoria de nuestro mandatario, y que al parecer confunde al “patriotismo” con el silencio de la crítica y que, también, parece haber convertido “al pueblo” en uno sólo.
Los descalificativos poco argumentativos han inundado la atmósfera social y han llevado al linchamiento, sobretodo en redes sociales, de todos aquellos que disciernen de las políticas y opiniones del presidente. Teniendo esto un posible fundamento, más allá de la retórica del presidente, y que resulta alarmante cuando se toma en cuenta que la crítica es parte del equilibrio que nos mantiene los pies sobre la tierra y que nos muestra las diversas caras que pueda tener la verdad.
Desde que lo virtual ha comenzado a ser real, las redes sociales se han vuelto el termómetro por excelencia. Sin embargo, en ninguna se vive el odio de la misma manera que en Twitter y esto podría tener una justificación.
Con base en un reporte recientemente publicado por el Signa_Lab ITESO hay una red con estructuras similares a las de un comando militar que se encarga de atacar masivamente a medios de comunicación y usuarios que critican al gobierno de México, a la vez que trabajan para posicionar y celebrar, las acciones del presidente Andrés Manuel López Obrador.
La #RedAMLOVE funciona en tres dimensiones: la réplica automatizada de contenido en horarios específicos, todo eso pagado; la segunda es el ataque y la confrontación directa, que producen lo que se conoce en teoría comunicativa ‘como la espiral del silencio’, en la que uno ya la piensa para tuitear, porque de inmediato viene el ataque. Para finalmente dar paso a la producción de la agenda y el encuadre, los temas que discuten todos.
De ser esto cierto y de probarse que, en efecto, esta estructura tiene nexos con el gobierno estaríamos acercándonos a un escenario peligroso. En donde la pluralidad “del pueblo” se ha singularizado y la verdad fundamentalizado. Pero esto es lo que pasa cuando “el pueblo” ya ni sabe, quién es, “el pueblo”.
Deseo que la crítica nunca acabe y que la verdad nunca sea una.
El último en salir apague la luz.
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