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México y el Resentimiento Ruso

Con base en una geografía estratégicamente inmejorable con respecto a Estados Unidos...

6 de julio, 2017

Con base en una geografía estratégicamente inmejorable con respecto a Estados Unidos, una historia de vecindad enmarcada por serios resentimientos, y una diáspora creciente que no ha sido asimilada ni totalmente aceptada por su vecino del norte, la idea de México como uno de los camuflajes para la expresión del resentimiento ruso, no parece descabellada.

La primera fase de la expresión de este resentimiento se basa en una estrategia diseñada para rebajar la carga moral de Rusia en el sistema internacional, a la vez que expone la de Estados Unidos, y se reavivan algunos de los principales traumas históricos de su vecino del sur. Tal y como lo hizo el presidente ruso durante su gran rueda de prensa anual del año 2014 en la que criticó a Estados Unidos por atacar y adueñarse de los recursos de otras naciones. Puesto que de acuerdo con el mandatario, mientras el mundo critica a Rusia por la soberanía exclusiva sobre Siberia y la “reincorporación de la península de Crimea” al país, se olvidan de lo injusto de la invasión de Estados Unidos a México y la anexión de la mitad de su territorio en 1845. Echándole sal a una de las más grandes heridas históricas del país localizado al sur de su antiguo rival de la Guerra Fría, y preparando de esta manera, el terreno para la segunda fase de esta estrategia.

Durante sus años en la KGB, Putin adquirió una acertada lectura geopolítica del mundo en el que, la agitación interna y la inestabilidad de fronteras, son consideradas como piezas fundamentales para derrocar a cualquier país que pueda interferir en sus planes. Perfilando en esta luz a la creciente tensión racial en torno a los mexicanos, como un blanco que además robarle la “paz interna” a su archirrival, le ayudará a saldar los daños que causó en materia de estabilidad interna, el supuesto apoyo, de los servicios secretos estadounidenses a los rebeldes en Chechenia.

La posibilidad de agitar de manera interna a Estados Unidos por medio de la exasperación de la tensión racial ha sido una constante dentro la historia de este país, que en lugar de haberse reducido con el tiempo, sólo ha cambiado de raza, y ya ha sido utilizada a favor de los planes del Kremlin con anterioridad. Como lo fue la campaña de desinformación llevada a cabo por la KGB durante los últimos años de la década de los sesenta en la que, con la finalidad de capitalizar la opresión racial experimentada por los afroamericanos, esparcieron rumores que ligaban directamente al gobierno estadounidense con la muerte de Martin Luther King Jr., distribuían cartas fraudulentas atribuidas al Ku Klux Klan, y ponían paquetes explosivos en las zonas de residencia de estos últimos, entre otras cosas, que hoy bien podrían tropicalizarse en torno a los mexicanos, población señalada por la ira de Donald Trump, de la que se origina un creciente 15.3% de la población estadounidense, principalmente concentrada en los territorios que fueron anexados, y que al mantener nexos lingüísticos y culturales con su territorio de origen, evita ser asimilada por la cultura del país anfitrión y expande de una manera, discreta pero efectiva, la frontera cultural y de influencia del país vecino.

Como se puede ver, la idea de México como uno de los camuflajes de la expresión del resentimiento ruso no suena tan descabellada en una época en donde, el nuevo orden mundial comienza a tomar forma y las armas son sustituidas por la influencia, la manipulación y el ciberespacio.

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