El mundo es un tablero de ajedrez y esta vez las fichas de Latinoamérica parecen haberse movido en favor de Nicolás Maduro y haberle dejado el camino libre.
Pero la cuestión aquí es: ¿Quién habrá tenido el detalle?
Porque, por plan o por coincidencia, el nuevo balance de poder producto de las protestas sociales en Ecuador y Chile, la reelección de Evo Morales en Bolivia, la ventaja del Frente Amplio en la primera vuelta de las elecciones en Uruguay, la elección de Alberto Fernández en Argentina, la derrota del uribismo en Colombia a manos de la izquierda radical en las elecciones regionales, e incluso también el nuevo eje de la política exterior mexicana, le han puesto fecha de caducidad a la influencia de Estados Unidos en la región y con ella a la estrategia diseñada para presionar, de manera económica y política, al régimen chavista.
Lo primero que hay que notar es que más allá de sus respectivos contextos, las protestas sociales en Chile y en Ecuador, tienen muchas características en común. Ambas se desataron como una reacción al alza de precios y corrupción de sus dirigentes, a la vez que también comparten el estilo de violencia y organización horizontal que distingue a movimientos como los chalecos amarillos en Francia, y las protestas en Hong Kong.
Volviéndolas así difícil de apagar e imposibilitando a estos países de ayudar al derrocamiento de Nicolás Maduro porque, antes, tendrán que lidiar con sus propios problemas internos.
En relación a esta situación, el pasado 16 de octubre, la OEA sentenció lo siguiente: “Las actuales corrientes de desestabilización de los sistemas políticos del continente tienen su origen en la estrategia de las dictaduras bolivariana y cubana, que buscan nuevamente reposicionarse, no através de un proceso de reinstitucionalización y redemocratización, sino através de su vieja metodología de exportar polarización y malas prácticas, pero esencialmente financiar, apoyar y promover conflicto político y social”.
Dando entender de esta manera que hay “manos ocultas” en las protestas que afectan a los países sudamericanos y siendo esto reafirmado por el mensaje que el presidente Piñera pronunciaría tan sólo algunos días después declarando que:
“Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, que está dispuesto a usar la violencia sin ningún límite” …
“Están en guerra contra todos los chilenos que quieren vivir en democracia”.
Aquí la palabra clave es democracia porque ¿qué no es esto lo que el Kremlin quiere destruir para derrotar a Estados Unidos y Occidente? ¿Qué no fue revelado por weakyleaks y relacionado con la supuesta intervención rusa en las elecciones de 2016?
Finalmente, los que no hay que perder de vista aquí es lo que ocurrirá la próxima semana con el virtual presidente electo de Argentina, Alberto Fernández, y el nuevo eje de la política exterior mexicana. Este último visitará México en su primer viaje al extranjero para mostrar su interés por alinearse con líderes de su misma línea política en América Latina, como AMLO, quien es partidario de la no intervención y quien es presidente de un país que está compitiendo por ocupar un escaño dentro del Consejo de Seguridad de la ONU para el periodo 2021-2022.
¿Será que el camino quedó despejado?
El último en salir apague la luz.
@HenaroStephanie
Instagram: steph.henaro
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