La Guerra Comercial que Estados Unidos ha desatado al activar aranceles al acero (25%) y al aluminio (10%) provenientes de México, Estados Unidos, y la Unión Europea tiene como finalidad seguir cumpliendo con las promesas de campaña del Donald Trump. En donde el America First y el Make America Great Again se erigen como los dos pilares del reacomodo del tablero geopolítico mundial. En donde Trump promete elevar a Estados Unidos al nivel de una super potencia y acabar con las ataduras del multipolarismo. En donde los verdaderos perdedores serán los consumidores de estos países, porque hay que ser claros en decir que el alza en los costos de producción de las empresas se reflejará en el precio que pagan los consumidores de estos países, mientras que los ganadores serán Trump y los republicanos. Porque si bien esta guerra se ha desatado bajo la bandera de la seguridad nacional, la “seguridad electoral” de los republicanos no debe ser dejada a un lado.
Las recientes disposiciones de la Casa Blanca establecen medidas proteccionistas a favor de sectores industriales estadounidenses que tienden a estar situados en la región centro-norte del país. Misma que se convirtió en el inesperado bastión electoral de Trump en las elecciones de 2016 y misma que necesita de nueva cuenta para evitar una derrota republicana en las elecciones de medio mandato de noviembre y así poder continuar con su firme convicción de reelegirse en el 2020.
Lo siguiente que hay que entender es que esta guerra comercial pretende aplicar la máxima del “divide y vencerás”, para facilitarle las cosas a Estados Unidos, liberar a la nación de “las ataduras del multirateralismo” y elevarla al nivel de una super potencia sin restricciones que en palabras de Trump la harán “grandiosa de nuevo” En el caso de los aranceles impuestos a México y Canadá esto se lee fácilmente como un ataque al TLCAN y como una manera de presionar a los países para que vayan sintiendo las consecuencias que caerán sobre su economía en caso de que no tener acceso al mercado estadounidense o contar con uno restringido y que de esta manera estén más dispuestos a aceptar tratos bilaterales en donde estados unidos dictará las reglas. Mientras que en el caso de la UE esta guerra puede ser interpretada como un misil que va directo a la destrucción de la unión. Porque habrá que recordar que antes de ser política , la unión europea comenzó como aduanera y eso es en cierta medida, lo que hasta hoy, la ha mantenido con vida.
Las medidas arancelarias afectan especialmente al acero alemán –si la ampliase a los automóviles, tendría también grave incidencia en Francia–, buscando presionar y crear discordia en la Unión Europea. Porque cuando Trump mira a ese lado del Atlántico, Trump no ve a un club de socios sino a veintiocho competidores que hay que dividir para vencer. Razón por la que, anteriormente, también ha apoyado al Brexit o populistas europeos como Le Pen o Salvini.
El America First y el Make America Great Again son promesas de campaña que se ven reflejadas y cumplidas, una vez más, en la guerra comercial y que , sin duda alguna, serán las premisas del reacomodo del tablero geopolítico mundial que llevarán a Trump a reelegirse en el 2020 y que a su manera harán a Estados Unidos “grandioso de nuevo” y que también lo pondrán “antes que todos” de alguna manera.
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