¿Independientes o excluidos?

Expresé en mi anterior colaboración que simpatizo con las candidaturas independientes y lo sostengo… Expresé en mi anterior colaboración que simpatizo con las candidaturas independientes y lo sostengo, en virtud de que considero que en verdad puede...

19 de junio, 2015
margarita-zavala

Expresé en mi anterior colaboración que simpatizo con las candidaturas independientes y lo sostengo…

Expresé en mi anterior colaboración que simpatizo con las candidaturas independientes y lo sostengo, en virtud de que considero que en verdad puede ser una forma de darle aire fresco a la política bien entendida y ésta se ventile. Sin embargo, me queda el prurito de las trampas en las que puede caer ese tipo de candidaturas.

La tradición priísta, según la cual se eligen los candidatos a cargos de elección popular, es el “dedazo”: el dedo del “todopoderoso” presidente en turno, que  señala a uno de los “tapados” (en el caso de la presidencia, aunque para puestos menores ha habido una figura similar que es el “palomeo”).  En este sistema, ¿se vale el “yo quiero”? Si le creemos a López Portillo lo que escribió en Mis tiempos, la respuesta es afirmativa, pues narra las peticiones que Cárdenas Solórzano le hizo para ser Senador y luego para gobernador de Michoacán.

En días recientes, Margarita Zavala ha expresado su firme propósito de contender en el 2018 por la presidencia de la República y la pregunta que le han hecho muchos comunicadores es si irá por el PAN o por la vía independiente. Ha sido cauta en su respuesta y no ha roto su vínculo con el partido. Por otro lado a Miguel Angel Mancera también los medios le han cuestionado si irá por el PRD o por la independiente y muchos tenemos la sospecha fundada de que Marcelo Ebrard luchará por estar en la papeleta electoral como independiente, si, como es previsible, el PRD no lo postula.

La pregunta que salta es si eso es lo que queremos para las candidaturas independientes: políticos excluidos de los partidos. Está bien “querer ser” y manifestarlo. Se vale. Es sano. Pero las candidaturas independientes no deben ser el plan “B” para excluidos, sino una fórmula mediante la cual la ciudadanía, el electorado, pueda ver y seguir el desarrollo de un proyecto político que se construye en el tiempo.

Varios analistas y académicos manifestaron hace un año (http://mexico.cnn.com/nacional/2014/06/09/ser-candidato-independiente-posible-pero-con-muchas-trabas-especialistas) que la legislación establecía pautas que hacían en la realidad inviable la figura de las candidaturas independientes, destacando que era excesivo el porcentaje de respaldo ciudadano que exigía para soportar una candidatura y hemos visto que es posible. Por ejemplo, el caso de Alfonso Martínez Alcázar: la legislación le exigía el respaldo de 11 mil 126 firmas ciudadanas; logró 12 mil 800 y fue electo con 63 mil 400 votos, es decir 5.7 veces más de votos, que lo que la ley pedía en firmas para registrarlo. Más que las firmas de apoyo para el registro (para mí es muy secundario), considero que se debe exigir que se haya roto todo vínculo con partido alguno por lo menos durante un año anterior a la elección,  o que incluso no se le conozca militancia alguna, para poder considerarlo independiente.

Como lo es en los partidos políticos, las candidaturas independientes deben ser a la manera de carreras de obstáculos: si la contienda interna en los partidos implica competencia con hipotéticos pares, hasta ser designado candidato (sé que la competencia puede ser mera simulación, pero lo cierto es que para cada puesto hay varios “tiradores”), los independientes deben demostrar tesón y capacidad en la contienda, además de lo que es exigible a los candidatos partidistas, que es un programa de trabajo coherente y sustentado en acciones viables.

Lo cierto es que las candidaturas independientes en México han pasado la primera prueba con éxito. Falta, desde mi punto de vista, mejorar los procedimientos para que, en efecto, la figura no se convierta en refugio de perdedores de las contiendas partidista internas.

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