a en Moscú por los ministros de Asuntos Exteriores de Alemania y la Unión Soviética. El acuerdo se firmó el 23 de agosto de 1939, poco antes de iniciarse la… a en Moscú por los ministros de...
a en Moscú por los ministros de Asuntos Exteriores de Alemania y la Unión Soviética. El acuerdo se firmó el 23 de agosto de 1939, poco antes de iniciarse la…
a en Moscú por los ministros de Asuntos Exteriores de Alemania y la Unión Soviética. El acuerdo se firmó el 23 de agosto de 1939, poco antes de iniciarse la Segunda Guerra Mundial. El tratado contenía cláusulas de no agresión mutua, así como de comprometerse a la solución pacífica de controversias entre ambas naciones, a ello se agregaba una intención de estrechar vínculos económicos y comerciales, así como de ayuda mutua. No obstante el tratado contenía también unas cláusulas secretas (sólo para conocimiento de los jerarcas de ambos gobiernos y no reveladas al público) allí se definían prácticamente la repartición de la Europa del este y central fijando los límites de la influencia alemana y soviética mediante mutuo acuerdo, determinando que Polonia quedaría como "zona de influencia" a repartirse entre ambos Estados, mientras que la Unión Soviética lograba que Alemania reconociese a Estonia, Letonia y Lituania como "zonas de interés soviético", también se comprometían a consultarse mutuamente sobre asuntos de interés común y a no participar en cualquier alianza formada en contra de alguno de los estados firmantes.
Profesor de percepción y atención, Universidad Camilo José Cela
¿Recuerda la última vez que usó un baño público? Es decir, cualquier baño que no sea el del confort del hogar. Todos, en algún momento de nuestra vida, nos vemos en la necesidad de usarlos. Y, en general, no suelen traer buenas experiencias.
Los baños públicos no siempre cubren nuestras necesidades. Hoy día, gracias a la investigación, sabemos que incluso pueden afectar negativamente a diferentes aspectos de nuestra vida. En especial a personas que, por diversos trastornos de salud, dependen de ellos.
¿Dónde están? Normalmente, al fondo a la derecha del establecimiento, escondidos, tanto literal como metafóricamente. Las consecuencias de no darle la importancia que realmente tienen es su paulatina desaparición y el descuido continuo de su limpieza. A veces se encuentran en condiciones realmente deplorables.
Para identificar las experiencias negativas en los baños públicos entrevistamos a aquellos que con más frecuencia los usan. Es decir, personas con enfermedades inflamatorias intestinales, entre las que se incluyen la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa. Las situaciones desagradables a las que se enfrentan son variadas: desde establecimientos que ponen trabas para su uso hasta la presencia de suciedad, la escasa higiene o la falta de intimidad.
Los resultados nos muestran que existe una relación entre esos eventos negativos y el descenso de calidad de vida.
Además, detectamos que estas experiencias negativas suelen verse afectadas por la clase social: se producen con más frecuencia en personas con bajos ingresos económicos y menor nivel educativo.
En línea con investigaciones previas, también se encontró que la (mala) relación con los baños públicos está condicionada por el género: hubo más experiencias negativas por parte de mujeres que de hombres, quizá relacionado con necesidades diferentes que habitualmente no son tenidas en cuenta.
[caption id="attachment_92784" align="alignnone" width="748"] Komsan Loonprom / Shutterstock[/caption]
Esta carga es especialmente pesada para personas que no pueden posponer el uso del baño, o posponerlo implica un gran dolor y malestar. Hay diversas dolencias médicas que generan esta situación: enfermedades intestinales, urogenitales, efectos secundarios de medicaciones, etc. Y todas implican la dependencia de baños públicos cuando estamos fuera de casa.
Otro estudio de nuestro equipo muestra que podemos relacionar específicamente estas situaciones negativas con el aumento de la vergüenza relacionada con su dolencia. Esta vergüenza relativa a la propia enfermedad se relaciona con peores resultados de salud, ya que, por ejemplo, se reduce la búsqueda de ayuda o apoyo en el entorno.
Y no acaba ahí la lista de problemas asociados a los baños públicos. Por ejemplo, las personas trans y queer se enfrentan a dificultades para acceder al baño como consecuencia de la transfobia. Y se ha detectado una evidente proliferación de problemas de urogenitales fruto de aguantar las ganas de ir al baño en el centro de trabajo o de no adaptar los centros educativos a las necesidades de la infancia.
Hay que hablar de baños públicos
Un sistema de baños públicos deficiente es una losa sobre los hombros de todos que puede afectar a la calidad de vida y la salud. Pero no todo está perdido: evaluar la situación y tomar consciencia del problema es el primer paso para un horizonte donde tengamos baños de calidad para todos, que respeten las necesidades de cada individuo.
Una cosa está clara: hay que hablar de baños públicos y dejarlo de hacer a escondidas. Debemos exigir nuestro derecho básico a no tener que esperar a llegar a casa para ir al baño.
Profesor de percepción y atención, Universidad Camilo José Cela
¿Recuerda la última vez que usó un baño público? Es decir, cualquier baño que no sea el del confort del hogar. Todos, en algún momento de nuestra vida, nos vemos en la necesidad de usarlos. Y, en general, no suelen traer buenas experiencias.
Los baños públicos no siempre cubren nuestras necesidades. Hoy día, gracias a la investigación, sabemos que incluso pueden afectar negativamente a diferentes aspectos de nuestra vida. En especial a personas que, por diversos trastornos de salud, dependen de ellos.
¿Dónde están? Normalmente, al fondo a la derecha del establecimiento, escondidos, tanto literal como metafóricamente. Las consecuencias de no darle la importancia que realmente tienen es su paulatina desaparición y el descuido continuo de su limpieza. A veces se encuentran en condiciones realmente deplorables.
Para identificar las experiencias negativas en los baños públicos entrevistamos a aquellos que con más frecuencia los usan. Es decir, personas con enfermedades inflamatorias intestinales, entre las que se incluyen la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa. Las situaciones desagradables a las que se enfrentan son variadas: desde establecimientos que ponen trabas para su uso hasta la presencia de suciedad, la escasa higiene o la falta de intimidad.
Los resultados nos muestran que existe una relación entre esos eventos negativos y el descenso de calidad de vida.
Además, detectamos que estas experiencias negativas suelen verse afectadas por la clase social: se producen con más frecuencia en personas con bajos ingresos económicos y menor nivel educativo.
En línea con investigaciones previas, también se encontró que la (mala) relación con los baños públicos está condicionada por el género: hubo más experiencias negativas por parte de mujeres que de hombres, quizá relacionado con necesidades diferentes que habitualmente no son tenidas en cuenta.
[caption id="attachment_92784" align="alignnone" width="748"] Komsan Loonprom / Shutterstock[/caption]
Esta carga es especialmente pesada para personas que no pueden posponer el uso del baño, o posponerlo implica un gran dolor y malestar. Hay diversas dolencias médicas que generan esta situación: enfermedades intestinales, urogenitales, efectos secundarios de medicaciones, etc. Y todas implican la dependencia de baños públicos cuando estamos fuera de casa.
Otro estudio de nuestro equipo muestra que podemos relacionar específicamente estas situaciones negativas con el aumento de la vergüenza relacionada con su dolencia. Esta vergüenza relativa a la propia enfermedad se relaciona con peores resultados de salud, ya que, por ejemplo, se reduce la búsqueda de ayuda o apoyo en el entorno.
Y no acaba ahí la lista de problemas asociados a los baños públicos. Por ejemplo, las personas trans y queer se enfrentan a dificultades para acceder al baño como consecuencia de la transfobia. Y se ha detectado una evidente proliferación de problemas de urogenitales fruto de aguantar las ganas de ir al baño en el centro de trabajo o de no adaptar los centros educativos a las necesidades de la infancia.
Hay que hablar de baños públicos
Un sistema de baños públicos deficiente es una losa sobre los hombros de todos que puede afectar a la calidad de vida y la salud. Pero no todo está perdido: evaluar la situación y tomar consciencia del problema es el primer paso para un horizonte donde tengamos baños de calidad para todos, que respeten las necesidades de cada individuo.
Una cosa está clara: hay que hablar de baños públicos y dejarlo de hacer a escondidas. Debemos exigir nuestro derecho básico a no tener que esperar a llegar a casa para ir al baño.
Fragmento de la emisión del viernes 28 de abril del 2023 Sígueme en mis redes sociales: Facebook: https://www.facebook.com/eruizhealy Instagram: https://www.instagram.com/ruizhealy/ Twitter: https://twitter.com/ruizhealy...
Autoría Julieta Sarai Becerra Ruiz Profesora e Investigadora en Biociencias, Universidad de Guadalajara Colaborador/a Juan Manuel Guzmán Flores Investigador...