#UnDíaSinNosotras

El pasado 9 de marzo se realizó el paro nacional de mujeres para demostrar la importancia económica, social y familiar que tienen en el país...

10 de marzo, 2020

El pasado 9 de marzo se realizó el paro nacional de mujeres para demostrar la importancia económica, social y familiar que tienen en el país. Estaciones del metro semivacías, muchas cadenas de servicios semiabandonadas, largas filas para atender a clientes, casi todas las sucursales bancarias cerradas, poco personal docente en las escuelas, además de una sensación desconocida sobre lo cotidiano que era la perspectiva machista del trabajo femenino como obligatorio y sin derecho alguno. 

El exitoso llamado de los colectivos feministas para visibilizar la importancia del trabajo femenino, en cualquier aspecto de la vida del país, podría ser la punta de lanza para que se respeten los derechos sociales, económicos y civiles ante la sociedad de instituciones y gobiernos profundamente patriarcales. Cada día mueren 10 mujeres víctimas de feminicidio en nuestro país, la población de mujeres representa un poco más del 52 % y no existe una sola procuraduría especializada para investigar los delitos que las violentan y  asesinan impunemente.

A pesar del difícil contexto nacional, para el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) el tema del feminismo le es muy ajeno, aunque su gabinete cuente con paridad de género histórica, parece ser que la emergencia del tema simplemente no le permea. Para colmo, a la cifra roja en materia de feminicidios se sumó la caída internacional de los precios del petróleo, que se llevó la estabilidad del peso a pique, con todas las consecuencias económicas recesivas, en un panorama mundial muy adverso.

Justo en el lunes negro producido por la guerra petrolera entre Arabia y Rusia, las bolsas del mundo se desplomaron al no haber acuerdos comerciales en medio de la enorme crisis del Covit-19 que ya golpeaba en forma despiadada a las economías mundiales. Al lunes de crack mundial se sumó el paro de mujeres que demostraron la inviabilidad de una economía creciente sin el respeto y pago por el trabajo titánico que realizan, desde trincheras que han condenado su desarrollo personal y profesional a la eterna desigualdad.

El paro nacional del pasado 9 de marzo demostró el indispensable trabajo que realiza la mujer en la sociedad; sin embargo, también mostró que muchas mujeres no pudieron solidarizarse con el movimiento por su difícil realidad que no les permite dejar de ser productivas un solo día de su vida. Madres de familia, o jefas de familia no pueden darse el lujo de parar un día ente lo precario de su situación económica. 

Cabe destacar que históricamente en los municipios chiapanecos de influencia zapatista, las mujeres ejercen sus derechos políticos a cabalidad y la conciencia de la igualdad y equidad es un tema que, a diferencia de todo el país, se vive con total normalidad, siendo ejemplo de la verdadera inclusión. Desde las zonas zapatistas las mujeres se solidarizaron con la lucha feminista nacional, al grito de “ni una mujer más violentada ni muerta”.   

La jornada de lucha feminista comenzó el pasado 8 de marzo en la histórica marcha de más de 100 000 mujeres en la Ciudad de México, que, sin distingos, caminaron del Monumento a la Revolución al resguardado Zócalo capitalino. Encabezadas por las mujeres que han padecido violencia de género y familiares victimas de feminicidios, la enorme marcha violeta se apoderó de las calles del Centro Histórico para exigir una verdadera seguridad y compromiso de las autoridades para erradicar la violencia de género. 

Antes, el pasado 5 de marzo, las mujeres del gabinete del presidente AMLO, encabezadas por la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, habían fijado una postura tardía frente a la movilizaciones feministas del pasado fin de semana, donde se comentó que la furia de las mujeres no era contra un gobierno en particular, sino en contra de un régimen emanado del patriarcado que les ha reprimido, desprotegido y que es cómplice de la violencia mortal que viven cada día. Se informó también que cada día 25 de cada mes se informará sobre los avances y retos que enfrenta la difícil agenda feminista, además de mantener una observación cercana ante el actuar de las procuradurías del país

Días antes de la jornada feminista, se conoció de otro caso simbólico en la violencia contra la mujer, cuando el futbolista Renato Ibarra, del Club América, fue encarcelado por golpear a su esposa embarazada. El escándalo mediático que en un principio se buscó controlar por la poderosa televisora, no evitó que el acusado siguiera su proceso penal, ante la gravedad del estado físico de su esposa. Dicha intención encubridora propinó otro golpe demoledor a la credibilidad mermada de la empresa, ya inmersa en cuestionamientos, señalamientos y hasta montajes televisivos como el de Carlos Loret de Mola en el caso Florence Cassez o el de la falsa niña Frida Sofía.

La derecha mexicana acudió gustosa a montarse en la causa legítima del feminismo, pero como muchos actores oportunistas, “pintaron” su raya en torno a la despenalización del aborto. Sumamente lamentable fueron las posiciones medievales del cardenal emérito, Juan Sandoval Iñiguez, al acusar las movilizaciones feministas casi como propias del demonio. El cuestionado y anacrónico personaje ha protagonizado desencuentros con las mujeres, además de estar coludido con personajes políticos de Jalisco, acusados de desvíos del erario y pésimos gobiernos.

La agenda feminista enfrenta la disyuntiva de tratar de integrar a muchas mujeres con intereses en común, pero con diferencias socioeconómicas gigantescas. Además de no existir una definición clara sobre las formas que pueden incluir o no,  la destrucción de monumentos históricos y establecimientos comerciales, así como los niveles de participación de los hombres. 

En un contexto de total libertad de expresión y manifestación garantizadas por el régimen de AMLO, las reformas ineludibles para la igualdad y paridad de género deben encontrar canales constructivos, donde el Estado tradicionalmente machista, debe ceder sus privilegios para construir una nueva realidad mundial, donde las mujeres estén protegidas y reconocidas en su ardua labor en la construcción de un país más igualitario y democrático.

 

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