¡Televisa te está extorsionando!

“Pero ellos viven de lo que tú estás pagando, Y si te tratan como a un delincuente…” rezaba la popular canción noventera del grupo Molotov, “Gimme tha Power”, dicha memoria musical viene a la mente luego de que el presidente Andrés Manuel López Obrador acusara en la mañanera que la gobernadora electa, Roció Nahle, sufrió intentos de extorsión por parte de representantes de la empresa preponderante Televisa. 

Sin aportar pruebas, videos o audios, pero con la idea de que un personero de Bernardo Gómez, habría intentado pedir 200 millones de pesos a la entonces candidata Nahle, con la finalidad de evitar se publicaran reportajes sobre posibles actos de corrupción en la construcción de la refinería Olmeca, ubicada en Dos Bocas Tabasco. Los trabajos periodísticos se transmitieron en sus noticieros, y la exsecretaria de energía aseguró que si bien no tiene grabaciones del presunto ilícito, si cuenta con videos de quien la visitó en sus oficinas. 

Si bien ese poder fáctico mediático mantiene una agenda económica histórica a favor de los poderes económicos, políticos en su rama neoliberal, así como sutiles sesgos informativos, el acusar sin aportar prueba alguna, minimiza esos importantes señalamientos transformándolos en intrascendentes denuncias sociales.

Las dos importantes televisoras, Televisa y TV Azteca, que podían dictar agendas informativas para destruir proyectos políticos afines a la izquierda, o impulsar candidaturas presidenciales, privilegiar grupos empresariales o detener discusiones sobre el actuar abusivo de los poderes fácticos, tuvieron una influencia mayor en los tiempos del PRIAN neoliberal. Con la masificación de las redes sociales, las ofertas de entretenimiento vía streaming y el natural desgaste de sus figuras mediáticas, la televisión tradicional quedó en la inviabilidad económica.

Si se le suma que Ricardo Salinas Pliego, tiene un adeudo tributario por un aproximado de 63 mil millones de pesos, y desde sus espacios noticiosos se realizan auténticas campañas de desprestigio contra sus críticos y gobernantes que no se alinean a sus intereses, la credibilidad de estos medios se ve pulverizada ante una opinión pública que ya no se informa en los medios electrónicos tradicionales.

Escudados en la defensa de la libertad de expresión, el duopolio informa tradicionalmente de las agresiones contra periodistas, que en el presente sexenio continúan siendo lastimosamente altas. En especial contra los comunicadores de medios pequeños, o aquellos donde el reportero combina su ejercicio periodístico con otras actividades económicas que le permitan vivir para informar en sus comunidades. En una perfecta impostura, ningún medio electrónico denunció la demanda penal que interpuso Salinas Pliego contra 20 informadores, comunicadores e influencers que son críticos de su actuar empresarial y su confrontación despótica en las redes. El magnate acusa a estos comunicadores de haber provocado que su banco perdiera mil millones de dólares. La persecución de sus críticos, mediante la judicialización, es simplemente la censura total de la libertad de expresión que dice defender.

Las televisoras en la historia de México y en el mundo, siempre mantienen intereses económicos en sectores empresariales de los cuales son parte, forman alianzas estratégicas con los poderes judiciales que por lo general protegen sus intereses. Es poco común que cualquier poder autónomo sancione el actuar de las televisoras y los medios electrónicos, que en su conjunto también hacen política a favor de sus intereses.

Si bien en el presente régimen se dejó de pagar cifras estratosféricas en publicidad, para estos grupos de poder importantes sus ganancias económicas continúan proviniendo del erario. Al parecer en este sexenio no habrá una nueva directriz que permita tener un mejor uso de las concesiones del estado, donde las televisoras principalmente, las utilizan como mejor les parece.

Las pifias históricas, la complicidad con el régimen autoritario del PRI, los privilegios obtenidos y su desempeño parcial en la mayoría de los procesos electorales, hicieron que una audiencia con mayores niveles de estudios y conciencia, dejaran de consumir a estos medios masivos. La llegada del internet y el hartazgo de las audiencias provocaron una nueva revolución informativa que nadie previó, dejando en estado precario y fuera de tiempo a las empresas de comunicación tradicionales.

El actual gobierno respeta el ejercicio de la libertad de expresión, pese a las rabietas opositoras, quienes siempre encontraron eco en espacios afines a sus campañas de odio y noticias falsas. La conferencia mañanera, a pesar de sus insuficiencias e improvisaciones, fue el mejor espacio para contrarrestar acusaciones falaces, pero también cayó en los excesos de realizar acusaciones sin fundamento o pruebas. De haber existido un mayor compromiso y visión en este señalamiento contra el consorcio televisivo, hubiéramos podido asistir a una pequeña dosis de justicia en la larga historia de parcialidad e impunidad en que se ha desempeñado.

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