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La esperanza de un futuro mejor, la fe religiosa y el apoyo mutuo dentro de la caravana juegan un papel crucial para seguir adelante.

13 de agosto, 2024

Manuel de Jesús Ruiz Nettel

Así me contestó el joven que carga al niño en la fotografía. Lo que me detonó entrevistarlo fue la alegría con la que fue a recibir a su hijo y a su mujer a esta parada de combi en el centro de la ciudad de Tapachula.

Haitianos de nacimiento, dice que fueron forzados a salir de su colonia en la capital haitiana, donde las bandas criminales son las que deciden si vives o mueres, donde ellas son las que deciden si comes o no comes, por lo que se vieron forzados a escapar. Comenta que esta lucha entre pandillas, es resultado de la falta de un gobierno como tal, diciendo a pesar de su analfabetismo, que las pandillas quieren ser un gobierno formal.

Esta revelación coincide con las informaciones de medios internacionales, donde las grandes potencias, Rusia, los Estados Unidos de América y Francia tienen las manos metidas en el conflicto, apoyando económicamente o con pertrechos militares a las bandas delincuenciales que son una de las causas por la que los haitianos salen huyendo de su país.

Así pues, el viaje de los migrantes que cruzan en caravana desde Tapachula, Chiapas, hasta el muro en la frontera con Estados Unidos es una odisea que pone a prueba no solo su resistencia física, sino también su estado mental. Este trayecto, de miles de kilómetros está cargado de peligros, incertidumbres y desafíos que afectan profundamente la salud mental de los migrantes, debido a que siempre tienen que estar en estado de alerta extrema para sobrevivir lo desconocido, ya que están a expensas de los esclavistas modernos llamados también cárteles.

A este estrés traumático les causa ansiedad, ya que desde el inicio del viaje, los migrantes experimentan un miedo temor a lo desconocido. La incertidumbre sobre lo que les espera, combinada con el miedo constante de ser detenidos o deportados, genera un ambiente de tensión. Muchos de estos individuos ya han huido de situaciones traumáticas en sus países de origen, como la violencia, la pobreza extrema o la persecución política, y el viaje en sí se convierte en una extensión de este trauma. La ansiedad por el futuro, la preocupación por la seguridad de sus seres queridos y el temor a no lograr sus objetivos se manifiestan en síntomas como insomnio, ataques de pánico y pensamientos obsesivos.

El desgaste emocional y el esfuerzo físico que acompaña a la travesía, aunado a la falta y mala calidad de la comida, puede llevar a la depresión. El agotamiento, la falta de un entorno de apoyo, la separación de la familia y la sensación de desesperanza son factores que contribuyen al desarrollo de trastornos depresivos. Los migrantes enfrentan la realidad de que, a pesar de sus esfuerzos, el futuro puede no ser mejor que la situación que dejaron atrás. Esta desesperanza se profundiza a medida que el viaje avanza, y las condiciones de vida, como la falta de alimentos, refugio y atención médica, se deterioran. Es por eso que cientos deciden probar suerte en las ciudades y pueblos mexicanos que les abren un rendija de la puertas de bienvenida a esos lugares.

Muchos paran por un tiempo, ya que, a lo largo del viaje, muchos migrantes son testigos o víctimas de violencia, abuso y explotación. Las experiencias traumáticas, como ataques de grupos criminales, extorsiones o incluso la muerte de compañeros de viaje, dejan cicatrices profundas en su salud mental. Estos eventos pueden desencadenar trastornos de estrés postraumático (TEPT), caracterizados por flashbacks, pesadillas y una hiperactividad del sistema nervioso que les hace sentir constantemente en peligro, incluso cuando están relativamente seguros.

Es por esto que puedes ver a decenas de migrantes deambulando sin rumbo en tu ciudad, unos con la mirada perdida y otros con unas miradas que son descritas por nuestros connacionales como miradas de odio y resentimiento, lo que enciende las alarmas de inseguridad en nuestros connacionales.

Así pues, a pesar de los desafíos, muchos migrantes muestran una notable resiliencia y tenacidad para llegar a su destino en la tierra de sus sueños… los Estados Unidos. La esperanza de un futuro mejor, la fe religiosa y el apoyo mutuo dentro de la caravana juegan un papel crucial en su capacidad para seguir adelante. Para muchos, la posibilidad de brindar una vida mejor a sus hijos o reunirse con familiares en Estados Unidos es una fuente de fortaleza. Esta resiliencia, sin embargo, no elimina los riesgos para la salud mental, pero sí actúa como un contrapeso a las adversidades.

Ellos solo quieren ser felices, son gente que como tú y yo que buscamos el camino del bien para salir adelante. Por que “haz el bien sin mirar a quién”.

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