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Sobre el Papa Francisco

“Una persona que piense en construir muros no es cristiano”. –Papa Francisco (1936-2025).

22 de abril, 2025

Algo nos caracteriza a los humanos y es la capacidad de dividirnos y polarizar aunque sepamos que científicamente somos iguales. La más mínima diferencia de opinión, preferencia o color nos es suficiente para formar bandos; incluso creyendo en lo mismo encontramos siempre diferencias entre nosotros. Los humanos nos vemos diferentes entre otras cosas por ser creyentes y no creyentes; los que sí creemos, creemos en distintas fuerzas o principios; los que seguimos una religión monoteísta, nos dividimos también en Judíos, Cristianos, Católicos y Musulmanes, todos ellos con variantes, los católicos podemos ser conservadores o liberales reformistas.

En un contexto como éste no existe forma de darle gusto a todo el mundo. Siendo la iglesia católica la que más adeptos tiene en el mundo, aproximadamente 1,406 millones de personas no logramos ponernos de acuerdo en nuestros puntos de vista.

Ayer 21 de abril falleció el Papa Francisco, líder electo de la Iglesia Católica, Sumó Pontífice número 266 de la historia, segundo Papa después de 1300 años no europeo y primero en muchísimos aspectos, americano proveniente del fin del mundo, en donde comienza el infinito, hispanohablante, Jesuita y tal vez el verdaderamente primer reformista de la historia.

Para los conservadores, quienes nunca estuvieron conformes con su desempeño, fue demasiado lejos proclamándose a favor de los que menos favoritismo han gozado en la historia; para los liberales demasiado lento, esperábamos mucho más, un cambio de 180 grados. No comprendimos que un hombre en doce años no puede reformar más de 2000 años de reglamentos. La verdad es que en estos tiempos ser elegido como el jefe de la Iglesia católica debe de ser una de las responsabilidades más fuertes y temidas, en una comunidad que exige respeto a las reglas sustentada en una tradición férrea a sus ideales y que pretende perseverar su ideología y convicciones que está segura de tener la razón y al mismo tiempo con una sociedad que pide cambios e igualdad que también defiende su razón. Y ambas partes no por ser distintas carecen de derechos y tiene el mismo peso y el mismo voto y ambas merecedoras de atención.

Por un lado, una sociedad moderna que pide a gritos respeto y reconocimiento a la comunidad LGBTTIQ+, derechos a las mujeres para ocupar puestos relevantes dentro de la Iglesia, reconocimiento a errores y horrores históricos, omisiones e injusticias cometidas en nombre de Dios que costaron millones de vidas y marcaron la historia pudiéndose evitar si la propia Iglesia hubiese de verdad emulado la doctrina de quien dice es el pilar de la fe católica Jesús Cristo. Es cierto que el tema más ríspido de todos, los casos de pederastia perpetrados en instituciones religiosas, está muy lejos de ser resuelto, pero el primer paso está dado: la aceptación lo que no había ocurrido jamás y la orden de separación; aunque aún falta muchísimo por hacer y resarcir.

Llegar a ser la cabeza de la jerarquía católica y verse en la responsabilidad de atender tantas demandas provenientes de tantas cabezas diversas tan distintas como genuinas. La intención es clara, si realmente logró o no todo lo que pretendía reformar o lo que esperábamos los menos conservadores de él, es un tema mucho más complejo de observar. Aunque se le llame el jefe, en ninguna organización puede haber un mando absoluto y en el Vaticano como en cualquier otro lado, intereses se mezclan para llegar a las decisiones que afectan a toda la comunidad católica que por tanto tiene relación con todos y cada uno de los individuos que vivimos en este planeta

Me quedo con un papa que hizo todo por unificar y reconocer la igualdad, que habló de derechos y responsabilidades, que renunció a lujos y busco ser congruente aunque fuera de forma individual a la predicación cristiana; con un hombre que no aceptaba los muros y que visitaba las fronteras, a los privados de la libertad y a los enfermos; que defendía a los migrantes y que fue humilde frente a los más pobres, que buscó ayudar de forma global e individual y que no olvidaba que los más pobres son, según la palabra de Dios, quienes están más cerca de él.

Muchos saben sobre sus actos por conservar la humildad como renunciar a lujos que le heredaba el puesto, ni los zapatos escarlata ni las lujosas habitaciones del palacio del Vaticano fueron para él. Pocos saben que por las noches miembros de su administración a quien él personalmente encomendaba salían a buscar personas en situación de calle para invitarles a comer y a dormir a una residencia muy cercana a sus propios aposentos y con quienes él después platicaba y conviva.

Muchos conocen sus profundas frases pero pocos saben de su Licenciatura en Filosofía y que originalmente tiene una carrera técnica de químico. Tanto la ciencia como la filosofía le dieron una visión humana ante el dolor de los menos afortunados de los señalados, de los rechazados. Como buen latino un hombre cercano, cálido, risueño.

Difícil sin duda será olvidarlo. Mucho menos sustituirlo. ¿Quién podría sustituir a un argentino –me pregunto yo–, a un amante del futbol, el mate y las causas justas?

Buenas noches, Francisco. Perdón por la tristeza, el que eligió el nombre de aquel hombre de Asís, humilde como el que más para sentirse cercano a la gente y recordar cada que es mencionado que su trabajo es por los pobres y por la defensa de la naturaleza. Yo no sé qué vaya después de esta vida terrenal. Ojalá sea un espacio más armonioso y equitativo como el que la gente buena se merece y en el que seguro te encontrarás entre los tuyos.

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