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Sheinbaum enfrenta la corrupción de Morena

Solo el tiempo electoral mostrará si los escándalos políticos de Morena y sus casos emblemáticos de corruptela pasan factura en las entidades federativas que gobiernan.

18 de septiembre, 2025

Israel Aparicio

La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo enfrenta varios frentes políticos nacionales e internacionales, destacando en el ámbito doméstico, los escándalos de corrupción emanados del gobierno de Tabasco, donde el ex secretario de Seguridad Pública, Hernán Bermúdez Requena, enfrenta cargos por narcotráfico y delincuencia organizada que le hicieron huir del país. Su captura y expulsión en Paraguay se dio en tiempo récord para enfrentar a la justicia mexicana, ante las enormes expectativas sobre el gran caso de corrupción, que alcanza al exgobernador y actual senador, Adán Augusto López Hernández.

Ante el inicio del proceso judicial en contra del funcionarios cercanos al exsecretario de Gobernación y al mismo partido político en el poder, el caso conocido como el cártel de la barredora comparte titulares con el otro proceso emblemático de corrupción que es el huachicol fiscal. Este delito es la importación fraudulenta de gasolina que entraba al país en contubernio con el personal de adunas, controlado por la marina. El fraude millonario, denunciado desde las mismas instancias internas de las fuerzas armadas, va demostrando los altos niveles de complicidad requeridos para realizar este tipo de delitos ante los ojos de la sociedad civil.

La cultura política mexicana, heredada del PRI gobierno y de su contraparte el PAN, antes de fusionarse como el prian, tenía como misión de control de daños, el dejar pasar los escándalos y corruptelas mientras otras desgracias nacionales o problemáticas iba sacando de la agenda política la corruptela cómplice del gobierno en turno. En el caso del grupo delincuencial denominado como “la barredora”, con implicaciones locales y del increíble y complejo entramado del huachicol fiscal, son casos que se abordan desde el oficialismo, en contra de funcionarios y exfuncionarios emanados del partido hegemónico gobernante, por instrucción y voluntad política de la presidenta Sheinbaum.

Si bien las investigaciones apenas comienzan y su resultado final podría no dejar satisfecho a nadie, como es tradición en los escándalos políticos y corruptelas históricas mexicanas, como el PEMEXgate, los hijos de Fox, Oceanografica, la estafa maestra y un sinfín de casos impunes, se espera que en esta ocasión se pueda castigar a todos los funcionarios de más alto nivel implicados en estos delitos. La Fiscalía General de la República está comandada por el ausente Alejandro Gertz Manero, que brilla por su inacción en los casos más emblemáticos, ahora con el escrutinio público y el seguimiento mediático de estos dos simbólicos casos, requerirá de investigaciones pulcras y bien fundamentadas. No es necesario remarcar el escepticismo que genera el personaje en cuestión.

Para la oposición, cada vez más fanatizada, entregada al clasismo, la intolerancia y el intervencionismo, estos lamentables hechos de corrupción innegable, son tanques de oxígeno para una clase política que sobrevive ante el descrédito generalizado, de lo peor de sus dirigencias y sus escasas figuras políticas. Solo el tiempo electoral mostrará si los escándalos políticos de Morena y sus casos emblemáticos de corruptela pasan factura en las entidades federativas que gobiernan, y en la conformación del congreso en las elecciones de medio sexenio.

Por lo pronto las narrativas opositoras abrazan más el sesgo ideológico y la falacia al mejor estilo de Donald Trump, que la generación de un proyecto de nación alternativo al propuesto por el régimen morenista. Con un embate casi patológico del imperio contra México y el mundo, la presidenta Sheinbaum debe dedicar tiempo extra a las andanadas exteriores con el vecino y socio comercial incomodo, que amaga con golpear a la nación mexicana, tan dependiente de los Estados Unidos.

La gran apuesta de la oposición y de los sectores que no toleran al régimen morenista es que de alguna forma las responsabilidades políticas alcancen al expresidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) al que odian profundamente, y a quien no le perdonan tener logros palpables como la reducción de la pobreza. Cada falencia, errores y promesas incumplidas buscan ser señaladas con una animadversión digna de la psicología clínica de quien no supera que el cambio régimen se originó desde la vía democrática. Independientemente de que esta nueva conformación del poder político, incluido el renovado poder judicial, puedan llegar a buen puerto.

Figuras de la extrema derecha mexicana, ya coquetean con la narrativa intervencionista, o la del golpe de estado ante el mitómano camino a la dictadura. El deudor fiscal y magnate de la oligarquía mediática, Ricardo Salina Pliego, ha relevado al exjunior tóxico, Claudio X González, que condujo al abismo electoral a la oposición agrupada en los partidos tradicionales. Donde el otrora partidazo tricolor apenas sobrevive a la tragicómica y gansteril dirección del impresentable Alejandro “Alito” Moreno.

En la era donde la post verdad es más importante que la rigurosidad en la información y el manejo de los datos, la extrema derecha delinea sus rivales ideológicos a los que literalmente buscan destruir. Con el asesinado del republicano activista de extrema derecha, Charlie Kirk y la ola de reacciones conservadoras que buscan convertirlo en un mártir de la democracia norteamericana, se inaugura una etapa oscura de revanchismo y peligroso viraje a la irracionalidad política. Donde solo los que piensan y actúan como fanáticos son dignos de existir.

Los procesos judiciales derivados de los dos casos más escandalosos de corrupción serán seguidos por millones de mexicanos, que no siempre tendrán la oportunidad de diferenciar los bulos politiqueros, como fueron los amparos gestionados a los hijos de AMLO, sin su autorización, pero que son una estrategia exitosa de golpeteo político.

En ese mar de desinformación y manipulación la presidenta Sheinbaum ha decidido navegar, con la esperanza de limpiar un poco la política mexicana, pues dolorosamente los dichos del expresidente AMLO han caído por su propio peso cuando argumentaba que ya no existía corrupción, que las fuerzas armadas estaban blindadas moralmente ante la delincuencia y que el huachicol se había controlado.

Cabe destacar que el compromiso de la presidenta es ver más allá de la cosmética unidad al interior del partido movimiento para no buscar proteger a nadie que haya caído en actos ilegales.

Las pruebas, los procesos judiciales y todo el enrarecido entorno político dirá si se puede sentar un precedente de verdadero combate a la corrupción. Lo que nadie puede negar es la decisión presidencial de buscar justicia aun en contra de los correligionarios, pues como se recordara, el mismo ex narco presidente Felipe Calderón sigue negando la culpabilidad y responsabilidad política con respecto a su sentenciado exsecretario de seguridad pública, Genaro García Luna. Así que diferencias con respecto a la clase política prianista con la popular jefa del Ejecutivo sí existen, solo que falta ver el resultado final de las investigaciones en estos casos de corrupción escandalosa.

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