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Regresa Jimmy Kimmel y el fascismo también

El ambiente de libertad de expresión y libertad de prensa es total en nuestro país, en comparación con la involución del imperio norteamericano en decadencia.

25 de septiembre, 2025

Israel Aparicio

El comediante Jimmy Kimmel fue suspendido por una semana de su popular programa en la televisión de los Estados Unidos, a raíz de que el presidente Donald Trump presionara a la cadena norteamericana para pedir su cabeza luego del comentario dedicado a la trágica muerte del activista MAGA, Charlie Kirk. En aquel monólogo del comediante Kimmel señaló que los republicanos buscan manipular el lamentable asesinato para acusar sin pruebas, a comunidades y minorías étnicas que son vistas como adversarios políticos del presidente republicano.

La salida del aire del exitoso programa tenía la intención inicial de ser definitiva, pues la cadena ABC, propietaria de Disney Channel, buscaba cortar por lo más sano, las controversias contra el poder político del que buscaban la aprobación para futuros negocios en el mercado de los medios masivos de comunicación. Lo que no contaba dicha cadena televisiva era la respuesta de sus suscriptores al sistema de streaming premium que cancelaron de forma masiva su contrato, además de la solidaridad del gremio de cómicos y conductores de los principales espacios de televisión críticos del gobierno republicano.

El respeto a libertad de expresión, consagrada en la primera enmienda de la constitución de los EEUU, sacó de su retiro al mismo presidente Barak Obama para posicionarse en un mensaje de X. Los sindicatos de escritores y actores se pronunciaron por realizar un boicot, figuras de la farándula firmaron una carta donde se oponían al intento de reprensión e incluso voces tan disonantes como el conservador conductor republicano, Tucker Carlson, se manifestaron en contra de los excesos del régimen de Trump contra las empresas de comunicación.

Este intento de censura fascista va siendo cada vez más común en la nación autodenominada como la de mayor libertad de expresión y garante de las libertades individuales. En los primeros meses de gobierno del xenófobo presidente Trump, muchos periodistas han sido despedidos pues no son toleradas sus críticas periodísticas, sobre todo, las parodias cómicas y el humor involuntario que representa el actuar político del máximo exponente de la cultura MAGA.

No es de extrañar que para los republicanos su deslizamiento hacia la extrema derecha cumple una hoja de ruta no reconocida en el manual del buen fascista. Como nadie en la historia estadounidense, la estigmatización y represión contra los migrantes ha sido de dimensiones exponenciales, ya que las redadas del ICE se realizan contra perfiles raciales; sin investigar el estatus migratorio real de los miles de detenidos.

Las denuncias hechas por los mismos ciudadanos norteamericanos muestran el nivel de intolerancia que ya trajo como resultado una redada en una planta de Hyundai, en el estado de Georgia, donde 300 ciudadanos surcoreanos fueron detenidos, junto con otros de origen latino. Esta redada acarreo un conflicto diplomático y la repatriación de los ciudadanos de Corea, cuyo trabajo era capacitar el futuro personal de una empresa de baterías que traería 8500 empleos directos.

Trump mantiene demandas y acoso a la libertad de expresión contra los medios de comunicación tradicionales y medios digitales a los que simplemente confronta con todo el poder del estado. Si bien la oligarquía mediática mundial, siempre tiene líneas editoriales donde no se cuestiona al poder económico en aspectos donde sus intereses se ven afectados, al ser parte de la misma elite. Aun en este mundo tramposo, el capitalismo siempre tuvo ciertas reglas de convivencia y respeto para el adecuado funcionamiento de la producción de la riqueza, no así su distribución que es otro tema.

Las cadenas televisivas que al final son empresas con intereses económicos, han ido cediendo ante las amenazas de los MAGAS que no toleran la crítica, menos aún el humor realizado a sus costillas. El conglomerado de medios masivos con concesión pública estaba en espera de la aprobación de un negocio millonario de fusión con otra empresa que requería la aprobación de la comisión de telecomunicaciones, por lo que para evitarse problemas en un inicio decidió servir en charola de plata la cabeza de Kimmel para congraciarse con el gobierno censor estadounidense. La empresa idealizada de Disney que presenta princesas y héroes que enfrentan valientes a monstruos espantosos, se doblegó inicialmente ante el hampón presidencial que no tolera las bromas ni la libertad de expresión.

Si bien el cambio de parecer con el regreso de Kimmel a su programa, ahora con la publicidad gratuita dada desde el gobierno represor de Trump, tuvo números de rating jamás soñados, es un mensaje de resistencia democrática a los valores libertarios, no será suficiente si el régimen facistoide republicano continúa ejerciendo una censura digna de los tiempos del tercer Reich.

Por más que pudiera parecer increíble, en México, salvo el deshonroso caso de Campeche y la ley censura impulsada por la impresentable gobernadora Layda Sansores, el ambiente de libertad de expresión y libertad de prensa es total en nuestro país, en comparación con la involución del imperio norteamericano en decadencia. Los medios tradicionales mexicanos reproducen sin rubor desde las noticias más sesgadas contra el régimen morenista hasta los escándalos de corrupción y delitos de seguridad amparados desde el poder político.

La estrategia de muchos programas propagandísticos y líderes de opinión que se consideraban a sí mismos, utópicamente imparciales, es la de vender que son perseguidos políticos del régimen al que incomodan con su periodismo de investigación. La realidad es que demasiados trabajos presentados como periodísticos, son simples bulos o propaganda opositora disfrazada de información dura y rigurosa. Si bien en el régimen morenista, así como la pasada clase política prianista, no es del agrado el periodismo crítico, no existen casos tan escandalosos de censura como los que se dan en los EEUU en el régimen republicano de los MAGA.

Incluso el mismo evasor fiscal y magnate de extrema derecha, Ricardo Salinas, goza de usar la concesión del estado mexicano como ariete de ataque contra el gobierno mexicano que solo busca que cumpla con sus obligaciones fiscales. Las crisis de credibilidad de muchos miembros de la comentocracia y sus esbirros en las “benditas redes sociales” pasa más por su actuar patológico contra el régimen, que por una verdadera censura como la que se presenta en el país vecino, otrora garante de la libertad de expresión.

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