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¡Perdónanos, Madre Mía!

La Virgen de Guadalupe no busca condenarnos, sino transformarnos. Su mirada amorosa no se cansa de invitarnos a volver al camino del amor, la justicia y la fe.

12 de diciembre, 2024

Manuel de Jesús Ruiz Nettel

La Virgen de Guadalupe es mucho más que un símbolo religioso en México. Es un pilar de identidad cultural y espiritual que ha acompañado a nuestro pueblo desde su aparición en el Tepeyac en 1531. A pesar de ser humillada y utilizada políticamente y delincuencialmente, ella, como madre amorosa ha sido refugio de los pobres, consuelo de los afligidos y guía en los momentos más oscuros de nuestra historia. Sin embargo, como mexicanos, debemos reflexionar sobre nuestras actitudes y acciones que han ofendido o ignorado su mensaje maternal y divino. ¿De qué debemos pedirle perdón?

En primer lugar, debemos pedirle perdón por nuestra indiferencia hacia su mensaje de unidad y amor. En su aparición, la Virgen nos llamó y sigue llamando a la reconciliación entre culturas y a vivir como hermanos, independientemente de nuestras diferencias. Sin embargo, como nación, seguimos perpetuando divisiones, desigualdades y violencia que van en contra de este llamado. Cuando ignoramos el sufrimiento de nuestros hermanos, ya sea por pobreza, discriminación o injusticia, estamos fallando en honrar el amor maternal de nuestra Guadalupana.

Además, debemos pedir perdón por el descuido de nuestra fe. Muchos han reducido la devoción a la Virgen a una mera tradición cultural, desvinculada de una verdadera conversión de vida. Celebrar a la Virgen no es solo asistir a misa el 12 de diciembre o cantarle “Las Mañanitas”, o asistir a una fiesta en su nombre y ponerse bien borracho; implica también vivir según los valores del Evangelio que ella encarnó: humildad, obediencia a Dios, amor al prójimo y servicio a los más necesitados. Cuando vivimos una fe superficial o utilitaria, olvidamos el profundo llamado de conversión que la Virgen nos hace.

Otro motivo de perdón es el daño que hemos causado a la creación. La Virgen de Guadalupe se apareció en un lugar lleno de vida y belleza natural, en un contexto donde la armonía con la creación era parte del orden divino. Hoy, México enfrenta una crisis ambiental debido a la deforestación, contaminación y explotación desmedida de los recursos. Este deterioro de la creación, que es obra de Dios, es también una falta de respeto a la Virgen, quien nos invita a cuidar con amor el mundo que habitamos. La ofendes desde el simple hecho de aventar la bolsa de basura en una esquina, hasta tirar árboles o maltratar animales.

Para finalizar, debemos pedirle perdón por no ser testigos plenos de esperanza en tiempos difíciles. La Virgen se presentó como un signo de esperanza en medio de la opresión colonial, recordándonos que no estamos solos en nuestras luchas. Sin embargo, como sociedad, a menudo cedemos al pesimismo, la desesperanza y el desinterés ante los retos que enfrentamos como nación, olvidando que, con la guía de nuestra Madre, podemos superar cualquier adversidad.

La Virgen de Guadalupe no busca condenarnos, sino transformarnos. Su mirada amorosa no se cansa de invitarnos a volver al camino del amor, la justicia y la fe. Al pedirle perdón, no solo reconocemos nuestras fallas, sino que también renovamos nuestro compromiso de vivir según los valores que ella nos inspira. Que su mensaje nos impulse a ser un pueblo más unido, solidario y fiel a Dios… ¡Sé humilde, no eres el dueño de la verdad absoluta!

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