A menos de una semana del inicio del segundo periodo presidencial de Donald Trump, el ambiente político mundial se prepara para un proceso de confrontación muy complejo, en especial para México, debido a la difícil vecindad histórica con la primera potencia mundial de la era moderna.
El gobierno mexicano, a cargo de la presidenta Claudia Sheinbaum, es un mar de previsiones y negociaciones con los actores de poder económico nacionales para tratar de privilegiar la unidad, frente a los ataques de todo tipo que podrían enfrentarse desde el exterior.
Mientras el raciocinio indicaría la mínima tregua interna frente a lo desconocido, los comentócratas, políticos opositores cercanos al intervencionismo, así como odiadores, se enlodan en sus críticas cobardes y machistas contra la primer mandataria.
Las amenazas del inminente nuevo gobierno republicano pasa por diferentes aspectos como el tema migratorio y la posible deportación masiva de connacionales, la aplicación de posibles aranceles a productos mexicanos, así como la potencial denominación de los cárteles mexicanos como grupos terroristas, esto conforma una batería de retos para los que México no estaría en condiciones de superar.
Comentócratas como Ciro Gómez Leyva, Raymundo Riva Palacio, Carlos Marín, Carlos Alazraki, Carlos Loret de Mola, Brozo, el caricaturista Paco Calderón, entre muchos otros, disfrutan de mostrarse sin filtros como miserables misóginos en contra de la presidenta Sheinbaum. Estos buscan restarle autoridad al acusarla de ser una marioneta del poder absoluto del expresidente Andrés Manuel López Obrador.
El odio irracional de figuras mediáticas y expresidentes mexicanos es vertido sin el menor pudor ni responsabilidad periodística, desde los medios hegemónicos de la oligarquía mediática. Falacias difundidas como la clásica y confiable amenaza del camino a la dictadura, el fin de la libertad de expresión, la autocracia, la represión selectiva, dicho todo esto en horarios estelares y desde las redes sociales que privilegian el encono social.
Dichas estridencias y noticias falsas estarían destinados a la simple crítica y desprestigio a sus autores, de no ser por una agenda política bien definida que busca desestabilizar a un gobierno continuista, que pretende privilegiar los intereses de las amplias sectores más pobres y vulnerables. En recientes fechas el expresidente Ernesto Zedillo habló en un foro universitario sobre la democracia desmantelada, donde se sumó al bulo que fantasea como el expresidente AMLO sigue viviendo en palacio nacional, en algún recoveco, desde donde sigue gobernando a través de una figura decorativa que sería la actual presidenta.
La oposición derrotada, sin rumbo y ahora más cerca de Miramón que de la soberanía nacional, recurre a cualquier figura del pasado, como en el caso del doctor Zedillo que es el perfecto ejemplo del neoliberal que privatiza los bienes nacionales para empresas trasnacionales en las que termina laborando. Sin olvidar la terrible devaluación de 1994 que quebró a la clase media mexicana, condenando a décadas de pagos leoninos a costa del erario, en ese monstruo llamado Fobaproa. Sumado a la disolución de la Suprema Corte de Justicia de su tiempo, en un acto tan dictatorial como los que acusa al presente régimen, o el empleo de grupos paramilitares contra movimientos sociales y campesinos en el sureste mexicano.
Si bien, el pasado sexenio queda a deber en sus promesas e ideales de distribución de la riqueza, no se puede soslayar esta andanada de acusaciones sin sustento, fuera de una verdadera lucha de clases. Esa misma que el neoliberalismo negaba, pero que termino por exponenciar las diferencias entre los integrantes de la sociedad tradicionalmente desigual.
La retórica misógina tuvo una pausa durante la pasada contienda electoral, allí estas mismas plumas, falsamente progresistas, aseguraban que el país estaba listo para ser gobernado por una mujer. Era obvio que se referían a la candidata del PRIAN, Xóchitl Gálvez, quien en recientes fechas hasta reniega de haber enarbolado las banderas opositoras. Curiosamente dentro de una estructura de poder donde ella siempre fue un instrumento de los partidos y sus dirigentes que le hicieron conocer el verdadero poder patriarcal.
Con el empoderamiento de la presidenta Sheinbaum, su estilo de gobernar arropado por los sectores populares que le brindan una gran aceptación, muchos de estos políticos en desgracia, odiadores disfrazados de analistas y comentócratas, no toleran que una mujer sin compromisos con los poderes fácticos, ejerza el poder público a cabalidad. Por ello miserablemente prefieren restarle autoridad, sin importar el vendaval internacional que se avecina, pues prefieren la ruina del país, al éxito del mandato de la presidenta.
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