LOS ALIADOS DEL CORONAVIRUS

El título obedece a la reacción que un determinado sector de la población ha tomado con respecto a la pandemia. Existe un enorme grupo de individuos a nivel mundial que se niegan a la vacunación, que asiste...

31 de agosto, 2021

El título obedece a la reacción que un determinado sector de la población ha tomado con respecto a la pandemia. Existe un enorme grupo de individuos a nivel mundial que se niegan a la vacunación, que asiste a eventos masivos sin guardar la prudente distancia y, lo peor de todo, que se resiste a usar el cubrebocas. Suelen exponer y defender sus propias razones y en ocasiones adoptan el papel de víctimas a la que se les presiona a adoptar un comportamiento equivocado. En respuesta, han mostrado una actitud de alianza en favor de la pandemia y consideran que el grueso de la población que se ha vacunado y observado las recomendaciones básicas de salud somos sus enemigos que deseamos tenerlos bajo control. 

Entendemos que no es nada cómodo limitar nuestras capacidades individuales y restringir nuestras actividades; sin embargo, nuestra prioridad es terminar cuanto antes esta obscura etapa en que nos ha sumido la pandemia. El género humano por razones naturales siempre ha tenido un enemigo implacable: los parásitos. La gran mayoría son organismos microscópicos y eso le hace sentir al hombre eminentemente poderoso porque de inmediato se pregunta: ¿dónde está el enemigo? o ¿será posible que esa cosa tan pequeña me enferme? Su ignorancia oculta su soberbia. El menosprecio y la descalificación surgen en seguida: bacterias, hongos, amebas, virus y otros agregados moleculares infectivos, la gran mayoría tienen un solo objetivo: encontrar e invadir a otro ser vivo para extraerle los nutrientes que le permitan subsistir y reproducirse a sus anchas; al igual que los partidos políticos en nuestro país. 

Obviamente, la dinámica del parasitismo que muchas veces es el mismo proceso infeccioso va a depender de ciertas condiciones ambientales favorables para el depredador, tales como: la temperatura, la humedad, la disponibilidad de nutrientes y sobre todo una víctima indefensa con un sistema inmunológico decaído o disfuncional. Esta dinámica se ha venido repitiendo por miles de años y nosotros los humanos siempre hemos sido las víctimas. No fue sino hasta hace 170 años cuando Pasteur y Koch demostraron la capacidad infecciosa de los microorganismos que empezamos a defendernos en forma organizada. Desde entonces solo nos hemos defendido, pero no los hemos derrotado.

Hongos, bacterias y virus han escrito la historia del hombre, su participación nos ha generado desgracias terribles y también grandes bendiciones. Dentro de las primeras podemos citar varias epidemias de peste bubónica en toda Europa, el Oriente Medio y China produciendo millones de decesos. Investigaciones recientes han reportado que la llamada Flu Española en 1918 aniquiló aproximadamente a 50 millones de personas. De acuerdo con censos de población de la época, se estima que el total de víctimas de las guerras mundiales I y II fueron mucho menores en el número de muertos causados por la “gripe española”. Los virus Ébola, Marburg. Fiebre del Nilo, etc. Todos los endógenos del Continente Africano han causado innumerables víctimas en diversos países y en diferentes periodos; el volumen es tan exhaustivo que la OMS no ha reportado un número aproximado de bajas. 

Con respecto a las grandes bendiciones, muchos antibióticos y vacunas se logran utilizando extractos microbianos. La producción de muchos alimentos y productos farmacéuticos suelen ser derivados de microorganismos, asimismo; los actuales desarrollos de la biotecnología y la biología molecular se han logrado utilizando a los microorganismos como modelo y material de ensayo, etc. 

En cuanto a los virus, son partículas que solo poseen un tipo de ácido nucleico (DNA o RNA) y una envoltura proteica que es la que hace contacto con las células del paciente. Los virus viven de prisa, realizan pocas funciones, la principal de ellas es encontrar rápido una víctima e inyectarle su ácido nucleico para apoderarse del control metabólico y orientarlo hacia la reproducción del virus. Este proceso se repite muchas veces y nosotros lo manifestamos a través de los diversos síntomas que presentamos durante la infección. El ciclo es limitado, de manera que no necesitan de un genoma muy grande para controlar sus dos funciones principales (la adhesión y la inyección del genoma).

Los virus siempre han sido desconcertantes, tienen un gran índice de mutación en forma natural sin que nadie lo provoque. Esto explica los numerosos mutantes y recombinantes que se han detectado a lo largo de la pandemia (mutante ẞ, ∆; etc.) haciendo que cada uno de ellos se comporte como un patógeno diferente y produzca una sintomatología atípica. También existen otras posibilidades que podrían explicar el complejo comportamiento viral que estamos presenciando en las últimas semanas; las más significativas son:  

  • El DNA viral al ser inyectado a la célula posiblemente reacciona con el DNA de la célula     huésped produciéndose un recombinante con una nueva información genética.   
  • El ácido nucleico viral organiza la infección y se inactiva sin causa aparente por tiempo indefinido (pudieran ser años) y después resurge causando una sintomatología semejante a la que causó anteriormente. Este parece ser el caso del H1N1 que invadió a México en marzo-abril del 2009 y que resultó ser un remanente del virus que causó la gripe española en 1918.

Volviendo a nuestro tema original, en los párrafos anteriores hemos mencionado que entre los elementos más importantes para prevenir una infección está la serie de actividades sanitarias que debemos cumplir sin falta. Pero quizá, el más importante sea el poseer un sistema inmunológico funcional, uno que produzca los anticuerpos necesarios que inactiven las toxinas o las substancias causantes de la infección. 

El otro factor de gran importancia es nuestro ritmo de vida, que es muy demandante, terriblemente azaroso al grado de que mengua nuestros mecanismos que regulan la síntesis de anticuerpos que van a actuar como nuestras defensas protectoras. La carencia o la inactivación de éstos significan una puerta de entrada para el proceso infeccioso; es precisamente lo que el coronavirus necesita para invadir y atacarnos sin ninguna restricción. Debemos cuidar nuestras emociones y pugnar por un estilo de vida más relajado y menos oprobioso que nos permita optimizar nuestra protección.

De una manera u otra, estamos frente a un enemigo versátil e impredecible que altera su genoma en forma casual y azarosa, los virus usan este mecanismo evolutivo por miles de años y les ha permitido subsistir durante esa eternidad. Nosotros tenemos la gran desventaja de funcionar con una serie de sistemas complejos y realmente somos una presa fácil, estamos en plena desventaja y nada podemos hacer sino vacunarnos y prevenir la infección. 

Sin duda alguna, el problema de la pandemia es una situación de salud pública y obviamente debía tratarse a nivel del personal biomédico, con poca participación administrativa. Es una tragedia que los políticos de una gran mayoría de países hayan tomado una iniciativa tan espectacular y pretendan obtener resultados satisfactorios. En México se tuvo una gran experiencia en el 2009 que bien pudo haberse aprovechado en la resolución del problema actual pero la estrechez mental de los actuales funcionarios apócrifos nos obliga a resolver este problema en otras formas, más académicas, con otro tipo de profesionales que posiblemente nos den mejores soluciones. 

Cada país tiene cierta estructura y los elementos necesarios para salvaguardar la salud del pueblo y nuestro país no era la excepción. Desafortunadamente llegó una nueva administración que prostituyó y corrompió los ministerios y aniquiló totalmente el sistema, ocasionándonos el inexplicable fallecimiento de por lo menos 500 000 fallecimientos en 18 meses de pandemia.

Nuestra verdadera desgracia no ha sido la pandemia sino la serie de reacciones criminales y siniestras de algunas de nuestras autoridades, entre las cuales destacan:

  • Minimizar la magnitud de la pandemia y evitar el monitoreo del contagio al principio de la pandemia.
  • En aras del ahorro, comprar artículos básicos de pésima calidad y diseño que en realidad fueron de poca utilidad.
  • El no proveer al personal biomédico de los materiales y uniformes necesarios para realizar sus funciones.
  • El ocultar o por lo menos confundir a los mexicanos acerca de la disponibilidad de las vacunas. 
  • El haber usado los medios de comunicación para promover sus fines políticos y difundir falsas noticias y estadísticas relacionadas con los internos en los hospitales y los decesos.
  • El haber donado vacunas a otros países sin haber abastecido plenamente a la población mexicana. 
  • El proveer ejemplos culturales y religiosos como coadyuvantes para disminuir la pandemia. El calificar el uso del cubrebocas como innecesario, etc.

Aunado a lo anterior, se hace notoria la negativa de un gran núcleo de población que rechaza desde la existencia del virus hasta la negativa a la vacunación. Es difícil encontrar una explicación a esta lógica tan personal, lo único que se puede comentar es que tanto autoridades, políticos y muchos mexicanos todavía actúan y vociferan como verdaderos aliados del coronavirus.

Los epidemiólogos y los virólogos aún no se han atrevido a mencionar alguna fecha en que se anuncie el final de la infección. Es muy posible que esto todavía dure algún tiempo indefinido así es que los aliados todavía tienen alguna oportunidad para cambiar de opinión. Por lo pronto, es oportuno mencionar que las evidencias experimentales de la vacunación son muy positivas, se ha registrado una disminución del 55 al 75% de los síntomas, dependiendo de la salud previa del paciente.

En ninguna manera se ha pretendido modificar la conducta de nadie, se considera que nuestros lectores son suficientemente maduros y no requieren ningún refuerzo emocional. Todos los días muy temprano ya tenemos nuestra dosis del Mesías/Ayatollah y no deseamos por ningún motivo, establecer alguna competencia con él, nuestro rollo es otro. Hemos mostrado algunos hechos históricos que están plenamente validados y otros que son muy recientes del dominio popular, que podrían servir para considerar una estrategia personal que nos rehabilite de esta pandemia tan brutal que no parece tener fin. 

Nuestros mejores deseos.

 

Antonio G. Trejo                                 

Correo electrónico:  [email protected]

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