“Dos y dos son cuatro y cuatro y dos son seis, seis y dos son ocho…” reza un estribillo popular. Los tecnócratas neoliberales son de mente obtusa. No es de exagerar que su visión en cuestiones de Estado se limita a esa canción del dominio público. Para ellos la razón de ser del Estado son los números, y, además, los números en una lógica muy “cuadrada” de ver el árbol y no el bosque. Y me permito un par de ejemplos: uno es el del Tren Maya, que los hoy opositores hacen sus cuentas y, como es obvio en la gente de pensamiento parcial e incluso dogmático, se lanzan contra dicho proyecto, con el más que endeble argumento de la tasa de retorno del tren como unidad de negocio AISLADA de su entorno, es decir, omiten (ya sea por sus limitaciones y dogmas o por ‘mala leche’) el qué dicho circuito ferroviario traerá un sinnúmero de negocios paralelos, beneficios periféricos le pudiésemos llamar, que van desde una mejor redistribución del ingreso en toda la península hasta potenciales nuevas e importantes inversiones, pasando una ampliación de la oferta turística, que tan sólo por la noticia del nuevo tren, atraerá una cantidad mucho mayor de turistas, tanto nacionales como extranjeros. Vamos, que el asunto del tiempo requerido para recuperar la inversión del Tren Maya como unidad de negocio ‘per se’, acaba siendo lo de menos si se mira el bosque y no sólo el árbol que está frente a nuestras narices.
Algo similar ocurre con las pensiones y becas, con especial mención a la de los adultos mayores, de nuevo los neoliberales de visión necia y estrecha se atreven a alegar que a los adultos mayores “se les ponga a trabajar, que no se les dé nada regalado”, como si no hubieran pasado décadas y más décadas de sus vidas trabajando de sol a sol. Aquí sucede como en el sexenio del General Cárdenas, que aparte de todos los aciertos que tuvo, aún hay quienes se atreven a cuestionar el tema del ejido y el tema de la repartición agraria, con el argumento de que “las tierras no produjeron lo que se esperaba”. Habría que recordarles de nuevo que en cuestiones de Estado NO todo es matemáticas, no siendo la política, y que el dotar de tierras a la gente que prácticamente no existía antes de la Revolución se le dotó no sólo de parcelas de tierra, sino de DIGNIDAD, al sentirse tomados en cuenta teniendo sus cartas de posesión a la mano reconocidas por el Estado mexicano.
El tema de las pensiones es similar. A los adultos mayores se les dota, además del dinero en efectivo de su pensión bimestral, de una tarjeta de débito, habiendo casos incluso que para lograr tener ese beneficio, gente que no tenía su identificación del INE, a veces por no tener siquiera un acta de nacimiento, ya los tenga, haciéndolos sentir que son ALGUIEN ante la colectividad, desde la Familia hasta el Estado mismo, además de poder significar la diferencia entre padecer incluso hambre a tener las condiciones mínimas de decoro en sus vidas. Otro tema (que los hay y no pocos) es el de la refinería Olmeca en Dos Bocas, Tabasco, pero ese tendrá luego, su texto exclusivo.
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