No pocas críticas suscita el mecanismo, ya en plena marcha, para elegir al coordinador de “los comités pro defensa de la cuarta transformación” hacia el interior de la fuerza política dominante en México. Si bien pudiera el mismo considerarse como actos anticipados de campaña, resulta un proceso inevitable en cualquier democracia, en el caso de México, históricamente cada seis años.
El que el proceso se lleve a cabo de manera abierta y transparente, así sea con uno que otro eufemismo con el claro fin de no atropellar las leyes electorales vigentes, es lo indicado. Así se evita la hipocresía de tantos procesos anteriores donde los golpes bajos se hacían desde los cargos públicos aún ocupados por los aspirantes (o “suspirantes”) a la silla presidencial que causaban tensiones. A tal punto se llegó en el fatídico 1994, que se cometió el magnicidio del entonces candidato a la Presidencia por el PRI, y virtual Presidente Electo, Luis Donaldo Colosio Murrieta.
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La máxima de que “el que se mueve no sale en la foto” se aplicaba a rajatabla, del todo lejos de prácticas democráticas. La finalidad era la de esperar el designio del gran elector, es decir, el dedo presidencial, método en el cual los aspirantes, lejos de trabajar para el electorado, lo hacían para ganarse, a costa de lo que fuese, la simpatía y a la postre el último y gran favor presidencial.
Con el virtual adelantamiento del proceso de selección se evitan golpes bajos y velados, tensiones innecesarias y por ende posibles fracturas al interior, no solo del partido en el poder, sino del gobierno mismo. Además se cae en cierta paradoja de que al prohibir actos que pudiesen interpretarse como campañas fuera de tiempo, implicaría la violación de derechos fundamentales para cualquier ciudadano, como el de reunión y organización, el de libre tránsito, el de expresión y para los partidos políticos, como entes de interés público, de autogestión y organización hacia el interior de la vida pública, siempre vigorosa, de los mismos.
Puesto todo sobre una balanza, bienvenido sea el proceso que vive el partido político y movimiento social de MORENA, que con reglas claras busca desde ahora el cuadro idóneo para contender por suceder al hoy presidente Andrés Manuel López Obrador.
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