La voluntad popular

Una de las frustraciones más frecuentes que manifiesta la ciudadanía mexicana es la larguísima lista de planes, programas y proyectos que no pudieron realizarse por razones inexplicables. Dichos proyectos incluyen servicios públicos importantes como la seguridad comunitaria, la salud pública, la economía doméstica, el abastecimiento de insumos y medicinas, la administración de la justicia, etc, etc. etc. Ya todos sabemos lo que nos hace falta, la lista es larguísima, sería ocioso repetirla aquí, además de que no es el objetivo de esta comunicación. 

También, sabemos cómo y quién generó este caos demencial nunca visto en la historia de nuestro país, pudiéramos decir que caímos en el encanto de una Teocracia antediluviana que nos fue avasallando con tal furor que no nos dio el tiempo y la oportunidad para analizar, concluir y esgrimir una respuesta adecuada que nos ayudara a rectificar el camino económico, político y social digno y acorde a nuestras necesidades y aspiraciones. 

Durante cinco años hemos sido testigos conformistas de una serie de actos y realidades increíbles que han surgido de una mente desquiciada que ahora pretende administrar una nueva versión que le asegure la continuidad en el poder para generar un legado que le permita ser considerado como un verdadero héroe y patriarca nacional. Nada más equivocado porque una gran mayoría de fifies y aspiracionistas ya no estamos dispuestos a subsistir el ambiente retrógrada y corrupto que el presidente implantó.

Nosotros, la gran mayoría de ciudadanos conservadores e idealistas confiamos y creemos en nuestro talento y organización, estamos acostumbrados a generar y producir alta calidad y eficiencia, tal como lo demuestran los millones de mexicanos que trabajamos dentro y fuera del país en las diversas industrias de la agricultura, la ganadería, la automotriz, las ciencias biomédicas, las finanzas, la gastronomía, el hotelería, etc. etc. Somos una generación que desea proyectar su energía en beneficio de las generaciones futuras sin tener que esperar engañosas transformaciones originadas en la mentira y la corrupción. 

La gestión presidencial transcurrió sin mayor trascendencia positiva, ahora es una buena oportunidad para recuperar nuestro país y al mismo tiempo darle al presidente un cumplido acto de despedida, digno de su representatividad. Dicha partida no es un acto simple y trivial, debe celebrarse cumpliendo las formas y los protocolos que marca nuestra ley, observando siempre las mejores actitudes y voluntades posibles.  También debemos considerar los preceptos morales que el presidente nos recuerda a diario. Todo el país debe disfrutar y celebrar esta partida con singular beneplácito. Debemos recordar que el presidente tiene un elevado concepto de su honestidad y carácter anti corruptivo, lo cual se contradice diariamente con los reportes y evidencias documentadas que demuestran lo contrario. Esto genera un problema sumamente delicado ya que se cuestiona la honorabilidad y la integridad de un individuo que de alguna manera fue nuestro presidente, al cual no deseamos causarle un mal momento. 

Otro problema, aunque de menor importancia surge cuando el presidente invoca frecuentemente el concepto casi paternal de la voluntad popular. Tal vez sus intenciones y su tono sugieren una señal de respeto y reconocimiento para con sus gobernados, sin embargo, la realidad ha demostrado en innumerables ocasiones que este concepto tan libre y espontáneo ha sido utilizado frecuentemente como un elemento de manipulación en su quehacer presidencial. Es difícil conceptualizar la voluntad popular, se podría decir que es un clamor multitudinario libre y espontáneo que surge con gran alegría y beneplácito. Obviamente, este criterio no corresponde a las acciones y expresiones que nuestro presidente nos ha mostrado.

Sin embargo, nuestra obligación cívica debe pugnar por celebrar esta despedida en las mejores formas donde el espíritu democrático y la voluntad sean expresados con todo rigor y en los mejores términos posibles, lo cual es una tarea ardua y difícil. 

Para evitar declaraciones y comentarios infundados sería muy conveniente nombrar una Comisión de expertos para practicar sendas auditorías financieras en todas las partidas relacionadas con el presidente o cualquiera de sus allegados o agentes externos que hubieran intervenido en este complejo programa sexenal. Posteriormente, sería justo y conveniente publicar los resultados de las investigaciones y proceder de acuerdo con nuestras leyes en curso.

Cuando todos los detalles hayan sido afinados se podría proceder a una fecha que se convocaría al pueblo con anticipación. Se invitaría a la multitud a formar una valla que partiera desde la puerta de La Corregidora hasta las puertas de la finca presidencial en Chiapas. El pueblo despediría a su presidente con la mexicana alegría que él supo cosechar durante su mandato y de inmediato regresaría a continuar el renacimiento de su dilapidado país. 

Esta es una propuesta cívica y apegada a la democracia que tanto se ha mencionado en estos últimos días, desde luego que pudieran existir otras manifestaciones populares que realcen este transcendental cambio de poderes que tanto hemos venido esperando.   

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