Imagínate este escenario:
Un o una amiga virtual, es decir que conoció en alguna red social o en algún video juego o portal de cualquier interés, alguien con un supuesto nombre y rostro, similar en edad y entorno social mensajea con tu hijo o hija, todos los días o un ratito en la noche, cuando tú crees que ya todo es calma y todos descansan bajo el techo de tu seguro hogar. El amigo en cuestión platica con tu hijo sobre sus problemas cotidianos, la falta de atención o de comprensión de sus padres, los problemas en la escuela, el bullying y la discriminación que le hacen sus compañeros, su angustia por pertenecer, por tener un cuerpo atractivo, por ser popular, su miedo a entregar las calificaciones, su hartazgo de las reuniones familiares, la ansiedad que le provoca escuchar a sus padres discutir etc. todos los problemas que puede tener un chico de su edad. Poco a poco se va ganando su confianza. No se conocen físicamente pero se han platicado tantas cosas que ya son viejos amigos y merecedores de toda la confianza. Está otra persona detrás de la pantalla. Un día le platica a tu hijo que se tomó fotos desnudo, para compararse con artistas a los que se quisiera parecer o para observar su cuerpo o porque algo raro le ocurre e invita a tu hijo a hacer lo mismo. Como en su momento tu hijo siente curiosidad por su apariencia con respecto a la de otros chicos de su edad y accede a mostrar su cuerpo.
¿Quieres que siga? Otra historia:
Tu hija, amiga, sobrina, hermana o tu misma, alguna vez sintiéndote madura y con la libertad de abrazar tu naturaleza y tu sensualidad te aventuras a compartir fotos intimas tuyas con tu pareja, o con alguien más de tu interés, incluso tal vez con alguien que conociste en alguna página de citas. Después de un tiempo termina la relación que tenías con aquella persona, da lo mismo si fue en buenos o malos términos, o el ligue de la página de citas misteriosamente desaparece, pero no desaparecen tus fotos.
El mundo digital llegó para quedarse, es irreversible. Nos ha traído cosas maravillosas como la posibilidad de conocer, investigar, comunicarnos, aprender. Durante la pandemia todos subsistimos en gran medida gracias al internet, nos permitió estar en contacto, trabajar, tomar cursos, ver películas y obviamente para los niños y jóvenes en edad escolar seguir con sus estudios y no volverse locos en el aislamiento. Amistades y también relaciones románticas se iniciaron y se mantuvieron por internet e innumerables fueron los recursos para mantener la llama encendida, conversaciones, intercambios de fotos y videos, diálogos explícitos.
La pandemia término, pero ¿te digo algo?: Todo lo que escribiste, enviaste y compartiste sigue allí, en algún lugar de la web, tal vez en la memoria de la persona en cuestión o tal vez… En muchos otros dispositivos, tal vez a la persona se le hizo fácil compartir con alguien más tu contenido por gusto o con fines de lucro y tal vez esa persona recibió el contenido de alguien más, tal vez se hicieron grupos en whatsapp o Telegram o cualquier otra plataforma y por allí navegan todavía las fotos, los videos y las conversaciones tuyas o de tus hijos o de tus hermanos o de cualquier persona que ajena a esto inocentemente cree que aquel momento es parte del pasado.
Cuando uno no actúa de mala fe es muy difícil que se imagine a otras personas haciéndolo pero seamos realistas: ya nadie es nuevo en esto, con suerte todos conocemos a alguien que ha sufrido esta situación, alguna compañera de la escuela o del trabajo a quien le filtraron fotos intimas y tuvo que pasar por la penosa situación de tener que hablar con sus padres o familiares, pagar a extorsionadores que jamás cumplirán su palabra, alguien que seguramente está sufriendo lo indecible por algo que lamentablemente ya no puede remediar. Y es que te digan lo que te digan, una vez que una foto salió de tu control es imposible de frenar. Es más, temo decirte algo terrible, aún que no se haya mandado existe el grandísimo riesgo de ser compartida, no existe ninguna plataforma segura, aunque la foto tenga filtros o stickers o incluso si tú estás segura que en la pantalla solo salía cierta parte de tu cuerpo, esa imagen, sin filtro, sin censura y con más ángulo que el que tú viste está en la plataforma que utilizaste para tomarla. ¿Y qué crees? Cuando bajaste la aplicación o contrataste el servicio de ignoraste los términos y condiciones por flojera de leer o confianza dando aceptar estuviste de acuerdo en que la plataforma en cuestión tuviera acceso a toda tu información y la pueda utilizar.
¿Todavía no logro asustarte lo suficiente? Cada que por diversión probamos en redes sociales en esos juegos que nos dicen cómo nos veríamos en tal o cual contexto, estamos regalando el permiso de usar nuestra imagen a la inteligencia artificial y aunque se haga mal uso de nuestra imagen, será prácticamente imposible demandar.
Investigar y dar con quien inició la Cadena es prácticamente imposible. La policía cibernética recibe a diario miles y millones de denuncias que son no solo muy difícil de rastrear también muy complicadas de legislar, pues aunque ya hay una ley que castiga a quien comparte información íntima de alguien, no se puede aplicar a toda la gente a la que le llega el contenido; no hay foto que expire ni que caduque, en la red está tu historia y tus malas decisiones esperando tu momento más vulnerable para darte razones de arrepentirte el resto de tu vida incluso de quererte morir.
¿Qué consejos nos dan los expertos para no caer en n una situación tan penosa y desagradable cómo está? Solo hay una y es muy clara ¡No compartir contenido intimo!
Lamentablemente es la única forma de estar seguros del Ciberacoso, hablar claramente y sin tapujos por crudo que sea con nuestros hijos de lo que ocurre y de lo inminentemente riesgoso que es confiar en quien sea es indispensable para evitar que sean engañados por falsos perfiles, incluso por gente que los convence de ser confiable, llámese pareja, amigos, profesores o familiares.
Nadie está exento y nadie se encuentra a salvo. La delincuencia encuentra siempre nuevos caminos, de eso se trata y en eso emplea toda su creatividad,: en elucubrar nuevas formas de engaño. Esta es una industria que genera cientos de millones de dólares anuales. No será fácil que desaparezca. No confiar absolutamente en nadie y abstenerse por completo de estas prácticas es la única vía segura para no caer en este problema.
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