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La Homosexualidad: ¿Una preferencia o un condicionamiento?

Es sorprendente que personas que tuvieron acceso a estudios formales y que trabajan e interactúan en una sociedad, sigan aún pensando que la homosexualidad es producto de un desorden.

17 de diciembre, 2024

Barbara Lejtik

En el tiempo que llevo en este planeta, o al menos en el que he tenido uso de razón, las cosas han cambiado drásticamente con respecto a la percepción que tenemos sobre las preferencias sexuales u orientación de las personas. Por difícil que les parezca a mis hijos de creer, cuando yo era chica de esto no se hablaba, se cuchicheaba y casi nunca con buena intención; las familias sufrían y se empeñaban en ocultar si en la casa había un hijo o una hija con “Desviaciones sexuales” .

En 1990 hace nada se dejó de referirse a la homosexualidad como una enfermedad pero todavía era un tema que ocasionaba mucha preocupación, incomodidad y vergüenza a muchas personas al grado de que en muchos casos se preferiría que sus hijos siguieran su vida manteniendo su preferencia u orientación en secreto; incluso que se casaran para que la sociedad no sospechara y los aceptara o en casos muy violentos someter a sus familiares a agresivas y humillantes terapias de reconversión.

Aún hoy en día con toda la información que tenemos y a la conciencia que las nuevas generaciones nos han ayudado a formar es probable escuchar comentarios como: “Se hizo Gay por falta de atención de sus padres”; “Les salió un hijo Gay”; “Algo habrá visto o es el ejemplo que le dieron en casa”… Es sorprendente que personas que tuvieron acceso a estudios formales y que trabajan e interactúan en una sociedad, sigan todavía pensando que la homosexualidad es producto de un desorden, de un accidente o de malos ejemplos pero sobre todo que es algo malo, antinatural y que atenta contra la evolución humana.

Suponiendo que la evolución humana fuera conveniente o que fuera el único propósito de la existencia humana el hecho de que haya personas que prefieran tener relaciones de sexuales y sentir amor romántico con alguien de su mismo sexo no atenta para nada a la procreación ni significa una amenaza, por el contrario.

Mi primer acercamiento a una forma distinta de pensar la tuve en la niñez de voz de mi papá y es algo que reconoceré y agradeceré por siempre, pues en su primitivo razonamiento él nos decía que las personas que más habían hecho por el arte y la vida pacífica eran en su mayoría homosexuales y que difícilmente se involucraban en guerras e invasiones sino todo lo contrario, que siempre los verías buscando una convivencia armoniosa y por medio del arte y el estudio aportando belleza al mundo.

Las lesbianas han sido por ejemplo para mí un elemento claro en el feminismo al señalar lo que por siglos normalizamos con la violencia doméstica, aceptándola como una forma de amor, protección y siendo obligadas al sometimiento como comportamiento virtuoso esperado de una mujer.

El hecho de que personas del mismo sexo se sientan cómodas en su relación y deseen conformar una familia con apoyo de la ciencia o por medio de la adopción no solo es un derecho, es un avance en la convivencia humana y un apoyo a tantos niños que no tienen lo que por derecho les corresponde: una familia y un hogar, además del derecho natural que tenemos todos los seres humanos independientemente de nuestra preferencia u orientación de poder decidir si queremos tener descendencia o no.

Pensar que una persona no es correcta por tener preferencias distintas y no por tener comportamientos tóxicos es un error en el que hemos vivido toda la vida. Que alguien se sienta atraído por una persona del mismo sexo es solo eso, una preferencia no la condiciona de ninguna forma a ser buena o mala. Desde mi punto de vista es mucho más condenable un hombre o una mujer violentadores que agreda a su pareja y a sus hijos o próximos que una persona que se siente atraído por alguien de su mismo sexo o que tiene una orientación y una identidad que no coincide con su sexo biológico.

Este no es un mundo de nosotros y los otros, dejar a un lado la normatividad y convivir libremente y sin prejuicios solo da como resultado una sociedad más inteligente, funcional y armoniosa, un desarrollo social más seguro y pacífico.

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