Fofo Márquez representa el desprecio de la cultura. Encarna a un sector de la sociedad mexicana que se siente intocable, más allá del bien y del mal, que piensa que puede hacer lo que le venga en gana porque tiene dinero, que se arroga el “derecho” de utilizar la palabra “naco” o “muertodehambre” para humillar a los humildes, a los de piel morena; que cree que puede pasarse por el mundo vejando, fanfarroneando, despotricando, abusando, derrochando, golpeando, y en ocasiones hasta matando… Ese sector, en el cual belleza, cultura y bondad están absolutamente ausentes, existe y hace mucho daño.
Fofo Márquez, ese chavo millonario pasado de peso, ridículo, chirriante, chabacano, banal y frívolo, no es solo él. Él es una muestra de ese mundo de mirreyes que se sienten dueños de este país y de su gente. Mirreyes y mirreinas, porque también existen Fofas Márquez que discriminan, desprecian, sobajan y vomitan toda la estupidez y vanagloria de sus duck lips desde Instagram, y que son capaces de creer que una persona que trabaja para ellas les pertenece (“mi chacha”, dicen, con esa soberbia tan insoportable cuanto infinita). Sí, el Fofo Márquez hasta hace poco publicaba en sus videos –el niño es “influencer”– que él era intocable y que podía hacer lo que quisiera, porque tenía poder y dinero.
Este tipo de personas ha llegado a ese punto de degradación por efecto de la educación de sus mirreinas madres y sus mirreyes padres –si es que eso puede llamarse “educación”–, y de las fofomirreinas escuelas a donde los envían. Suelen ser personas vacías, incapaces de conmoverse con la bondad ni de apreciar la belleza, sumidos en una pobreza cultural que hiela la sangre. En sus mundos no existe nada de lo que en verdad hace valiosa la vida humana. Al contrario, lo que es valioso para ellos es la podredumbre de la jactancia y una falta total de empatía. Ese tipo de “chavos”, que se creen por encima de todo y de todos, tarde o temprano acaban matando, sea por pura frivolidad, por puro placer, o por sus despiadados y torpes excesos. Y si llegan a ese extremo, (oops!) se botan de la risa. Ser mirrey no solo se limita a los jóvenes. Hay mirreyes y mirreinas de cualquier edad: cuarenta, cincuenta, sesenta, setenta años. Cuanto más encumbrados, más insoportables.
Así es esa gente a quien con tanta exactitud el Fofo representa. En uno de sus videos dice: “Soy famoso, poderoso, millonario, con buen cuerpo, o sea, neta soy dios. Conmigo nadie se puede comparar. No hay ser humano más perfecto que yo. Soy joven y gano más que sus papás, soy aparte poderoso, soy intocable”. Lo dice un chico que de hermoso no tiene nada, ni de buen cuerpo tampoco –en vez de Fofo debería ser Bofo–, que más bien es una caricatura con sobrepeso de todo lo que hay que evitar en este mundo. Pero él lo cree. Piensa que es dios. Y la gente de la que él es representación fidedigna, también se lo piensa.
Se hace llamar el “niño millonario”, cuando es un adulto cercano a los treinta años que en su vida no ha hecho nada bueno ni noble, y por lo visto no lo hará. Habla en sus videos de la vida “mirreynal”, y tiene casi cuatro millones de seguidores en redes. Por eso digo que Fofo no está solo. Él es la expresión de ese mundo de mierda que es el mirreynato mexicano: las mirreynas y los mirreyes de este país que se creen que pueden golpear a quien sea y salir impunes. La víctima del Fofo pudo haber muerto atropellada cuando el cobarde ese la golpeó y la aventó al arroyo vehicular. Toda esa prepotencia de la “casta mirreynal” en realidad esconde un vacío existencial que ellos creen llenar con botellas de Moët & Chandon, cocaína y perras para tirarse en el antro. Perdón por lo de “perras”, pero así dicen ellos –dicen cosas mucho peores–. Porque además de cobardes, son machistas y degradan a las mujeres.
En otro de sus videos, ese esperpento de ser humano que se siente dios, que se siente guapo y que cree que tiene un gran cuerpo, cuando es precisamente todo lo contrario; en otro de sus videos, decía, ese engendro de la vacuidad y la prepotencia dice que ha tenido a las mujeres que ha querido, porque, según él, “si fusionas el verbo, el dinero y la fama, ya la hiciste… a la que quieras, literal…”. ¿Literal? Ah, qué palabra tan mal usada, sobre todo si se trata de personas que un su vida han cogido un libro, ni para balancear un sofá al que se le quebró una pata. Y he ahí casi cuatro millones de seguidores que escuchan el mensaje de este dios. Este sujeto antiestético y golpeador hace más daño con sus redes sociales que muchos criminales juntos.
¿Cómo es posible que la sociedad mexicana haya llegado al extremo de engendrar un sector así de vil y repugnante? En todos lados hay prepotentes, vanidosos, cayetanos, fifís, indolentes… Los de España, los de Estados Unidos, los del Reino Unido, los de las Américas… Todos vacuos, todos insufribles, todos horribles, todos incultos, pero no sé qué tiene en particular el mirreynato mexicano que lo convierte en una de las peores expresiones a nivel mundial. Vaya, si hubiera Mundial de prepotencia, soberbia, estupidez, indolencia, vacuidad, falta de cultura… y mucho dinero, los mirreyes mexicanos serían campeones siempre.
Acabo de ver el video de la agresión del Fofo. No veo a un dios todopoderoso capaz de aplastar a los pobres y a los nacos que se le atraviesen; veo un gordo infame moliendo a golpes a una señora de cincuenta y tantos; veo a un cobarde y pusilánime ser que pudo haber matado a la mujer; veo una montaña de mierda que se desgaja y se esparce por el mundo. Veo la maldad. Veo al mal. No creo que exista el maligno, pero de algún modo veo al maligno presente en ese video.
¿Y sabe qué? A esta gente que se cree dios, y no solo me refiero al Fofo, sino a todos los mirreyes y mirreinas de México, no les va a gustar para nada mi artículo. Dirán que soy un pobre diablo, pero prefiero ser un pobre diablo que un dios como ellos. No les va a gustar mi artículo y hasta se van a enojar, y en una de esas hasta me van a agredir. Pero se tenía que decir, y se dijo, carajo. La gente de buena voluntad de este país, que es la mayoría, no tiene por qué soportar a esa podredumbre social que son los mirreyes de todas las edades.
Desde luego, los Márquez y sus abogados van a apelar la sentencia y usarán todo su poder y dinero para sacar a la bendición de la cárcel. Y desde el punto de vista jurídico tienen buenas posibilidades. El primer abogado estaba en lo cierto. Su estrategia consistía en lograr que se reclasificara el delito, que en lugar de tentativa de feminicidio fuera lesiones calificadas. Ello llevaría más tiempo, sin embargo los resultados serían mucho menos graves para el Fofo. Pero esta gente, si cree que es dios, con mayor razón se piensa que puede comprar “jueces y ministerios públicos hambreados”, que llegan al juzgado en Tsurus o Aveos, y no en Lambos o Porches. (Me puedo imaginar, como si lo viera enfrente de mí, al Fofo arengando a sus abogados: “los jueces me la pelan, porque yo soy dios”). La segunda defensa de Márquez quiso desvirtuar el delito de tentativa de feminicidio, pero no lo logró. Y es que el video es brutal y la presión mediática ha sido intensa. Veamos qué se resuelve en la apelación y luego en los amparos. Esto va para largo, pero, en mi opinión, el Fofo tiene posibilidades de obtener una sentencia menor. Así que no pasará mucho tiempo para que lo veamos cerrando calles con sus autos de lujo o dándose con lobukis y lobeibis en antros mientras mueve su redondo trasero al ritmo de Peso Pluma o Bad Bunny. O bueno, quizá en una de esas halle expiación y se transfigure, después de la zurra que le dieron unos custodios (la cual, desde luego, hay que reprobar).
Señora, señor… si ustedes piensan tener hijos o ya los tienen, y aún cuando ustedes mismos sean unos mirreyes miserables, tengan tantita madre y no los conviertan en lo mismo. La sociedad se los agradecerá.

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