En busca del tesoro

En un bello parquecito citadino, se encontraba un señor revisando cuidadosamente en el piso de la vereda iluminada por la luz bien definida de una… En un bello parquecito citadino, se encontraba un señor revisando cuidadosamente en...

7 de abril, 2016

Octavio de Jesús Rebollar

En un bello parquecito citadino, se encontraba un señor revisando cuidadosamente en el piso de la vereda iluminada por la luz bien definida de una…

En un bello parquecito citadino, se encontraba un señor revisando cuidadosamente en el piso de la vereda iluminada por la luz bien definida de una farola. Correcto, pulcramente vestido, caminaba y revisaba cada centímetro cuadrado de la orilla del camino, del prado, abajo de la banca, donde había dejado el sombrero.

Los infaltables curiosos se le acercaban y cuestionaban, ¿qué busca usted?

– Perdí un centenario de oro.

Todos ayudaban en la búsqueda durante un buen tiempo, no quedó milímetro sin ser escudriñado, hasta que uno de los ayudantes pidió detalles del extravío, a lo que el aludido respondió:

– Se me cayó a la vueltecita del camino.
– Entonces ¿por qué lo busca aquí?
– Es que aquí hay más luz.

Esta anécdota refleja con precisión la actitud del gobierno de la Ciudad de México. Buscan el tesoro exactamente donde no está porque es más fácil echar la culpa a otros de lo que es su exclusiva responsabilidad.

Una de las labores de mayor importancia de un gobierno que se precie de serlo, es cuidar la salud de los habitantes, partiendo de lo que naturalmente es primer objeto de su trabajo: cuidar el ambiente físico, ya no digamos el ambiente moral, la seguridad, la eficiencia y demás.

Elemental es cuidar de la recolección de basura, suministro de agua potable, drenaje y pureza atmosférica.

Desde que el sátrapa López tomó las riendas del gobierno de la ciudad, no ha hecho otra cosa que dedicarse a destruir las instituciones que acostumbra mandar al Diablo de dicho y cuando pudo, lo hizo de hecho.

No digo que fueran modelo de eficacia pero, apoyándose en las fallas, elevó la intensidad de los resentimientos, con el propósito de conservar el poder a cualquier precio. Sí, el dinero para incrementar el poder fue y sigue siendo la motivación central del gobierno. Servirse del poder es el motor de sus acciones de gobierno, sobreproteger y castrar consecuentemente a los votantes, haciéndolos sus dependientes con medidas solo en apariencia en beneficio de los pobres, que a la larga los perjudican y que van consiguiendo la propuesta de igualdad, haciéndonos pobres a todos.

Necesitan dinero para apoyar a los desempleados, a los adultos mayores, a las madres solteras, a los ambulantes, a los taxistas piratas, a las niñas irresponsables, a los adictos, a los marchantes (que marchan) y a todos los que se les ocurra, fomentando la irresponsabilidad en el trabajo, el abandono de los mayores, a los padres golondrinos, la drogadicción, la invasión de calles, el desorden. ¡Eso es gobernar por la izquierda en México!

¿Y quiénes tienen que pagar por todo esto? Los mexicanos exitosos a quienes se castiga por trabajadores, imponiéndoles más y más impuestos y requisitos, desmotivando la creación de fuentes de trabajo y el crecimiento económico.

El que juró cumplir y hacer cumplir las leyes empezó por no aplicar el seguro automotriz obligatorio, porque no le llegaron al precio en la mochada, a pesar de ser ley con todos los requisitos, “El Estado soy Yo”; despreció el proyecto de aquaférico por caro, pero no se ocupó de renovar las redes de distribución de agua potable y hoy se desperdicia el 30 % del abasto; se olvidó de dar mantenimiento al Metro, orgullo de la Ciudad en su momento y hoy lastimosa chatarra hacinadora de personas y nido de ratas de dos y cuatro patas; el proyecto de crecimiento del mismo fue sustituido por los metrobuses que requerían una menor inversión.

El dinero destinado a todo esto y no gastado, fue empleado para garantizarse la victoria electoral y eso sí se consigue. Claro que no es suficiente ya que su ambición no tiene límites y ese es el principal motor del cambio político, no requerir las marchas que encabezó Rosario Robles para pedir aumento de fondos en la Cámara de Diputados, sino recibir directamente los fondos federales en su calidad de Estado de la Unión.

Los vientos que ha sembrado la izquierda están acarreando tempestades, la contaminación del aire es una muestra del resultado de sus pésimas prácticas.

La multitud contaminante de topes es causada por la falta de policía de tránsito honesta, insobornable, que controle los excesos de velocidad, los acuerdos que hacen millonarios a los funcionarios son generadores de topes contaminantes.

Cuando se les pregunta por las marchas y plantones contaminantes ni siquiera tienen la hombría de responder, éstos son los votantes a quienes hay que sobreproteger y resolverles sus problemas les daría la independencia de esos funcionarios.

Los derechos humanos de 30 o 40 manifestantes están de hecho por encima de los millones de ciudadanos afectados por la contingencia. Importa un comino la inversión de los que se esfuerzan por comprar un vehículo nuevo o al menos mantener su convertidor catalítico en buena condición.

Mienten, engañan, disfrazan de refrendo la tenencia, las medidas provisionales se vuelven definitivas.

El tesoro se encuentra en el buen gobierno, pero el actual lo que quiere es más dinero para desperdiciarlo en camiones a los que tampoco dará mantenimiento para que en unos años sean tan chatarra como el Metro.

¿Aguantaremos más tempestades?

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