El pasado lunes 3 de abril iniciaron las campanas en las entidades federativas en Coahuila y el Estado de México (Edomex) siendo esta última la joya de la corona electoral, donde se darán las mayores movilizaciones y empleo de recursos para ganar casi de cualquier forma. En el imaginario colectivo de la oposición gravita el retener para el PRI y sus aliados la gubernatura con más de 90 años de control absoluto e impunidad.
Los aparatos de lo que queda del priismo nacional afinan sus “clásicas” formas de “movilizar el voto” en la idea de retener los pocos estados donde el otrora poderoso tricolor, gobernaba a sus anchas. Con escasa oposición del PAN mexiquense que, al llegar al poder, simplemente optó por el pragmatismo político y dejó que la clase política corrupta, se mimetizara con sus “mejores cuadros ideológicos”. En los gobiernos municipales se ha visto la alternancia política de las principales fuerzas políticas, sin mucha diferencia real en sus gobiernos.
Ahora con el “PRIAN” oficializado desde las cúpulas partidistas y empresariales, aquella lucha, al menos ideológica-decorativa, ha pasado a segundo plano en pro de la supervivencia política y los intereses aglutinados en la entidad federativa con los mayores índices de crecimiento económico, pero que no es necesariamente redistributivo para sus millones de habitantes. Una importante cantidad de mexiquenses no labora en el Edomex.
Debido a su estratégica área territorial y sus amplios recursos económicos, la entidad mexiquense será un bastión primordial de cara a la elección presidencial del próximo año, ya que, aunque la coalición que logre ganar la gubernatura no tiene afianzada la contienda presidencial, si le asegura el acceso a cuantiosos recursos económicos que brinda la generosa entidad vecina a la Ciudad de México.
Por cuestiones de equidad de género, se propició que las dos coaliciones presentaran candidatas mujeres a la gubernatura mexiquense. Delfina Gómez que en el pasado proceso logró vencer al PRI, pero no así a la alianza repite su aspiración a ser la primera gobernadora opositora que logra ganar en el bastión político del poderoso grupo Atlacomulco.
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Como se recordará el actual gobernador, Alfredo del Mazo, es un gobernante de una dinastía política de tercera generación que tuvo su principal cargo en la presidencia de Enrique Pena Nieto, quien regresó al vetusto partidazo al gobierno federal. Para luego con su impresionante régimen de corrupción, auspiciado por eso que llamaron la “nueva generación de políticos” precipitar su caída a los niveles de supervivencia que le hicieron aliarse con su antiguo adversario, el alicaído partido conservador del PAN. No es casual que el “ideólogo” del grupo Atlacomulco, el profesor Carlos Hank González, acuñara su famosa frase de: “un político pobre, no es más que un pobre político” para que gran parte de los gobernantes abrazaran esas cínicas palabras como una misión de vida.
Producto de esas élites que gobiernan en el Estado de México, la abanderada del PRIAN, Alejandra del Moral, es la encargada de la difícil misión de retener la entidad para la alianza opositora que inicia con desventaja en la contienda electoral. Ahora con condiciones totalmente diferentes al no contar con el poder presidencial, sus cuantiosos recursos, el PRIAN busca obtener una victoria que le anime a enfrentar con renovados ánimos a la imponente figura presidencial de Andrés Manuel López Obrador, que, a pesar de las tragedias, los desencuentros y las pifias, sigue siendo el político más exitoso electoralmente, a pesar de no estar directamente en la boleta electoral en el Edomex.
En medio de toda esta parafernalia y luchas por el poder se encuentran los mexiquenses que son ciudadanos trabajadores, muy solidarios entre sí y migrantes dentro de su propio país, en el caso de la zona conurbada, ya que gastan muchas horas de su vida en un transporte público, caro, defectuoso y peligroso. Adicional a que en muchos casos, su vida dividida entre dos entidades que parecen dos países distintos, les condenan a no tener tiempo de calidad para sus familias y oportunidades de esparcimiento. Todo esto agravado con la creciente gentrificación de las ciudades que provocó que muchos mexicanos deban cambiar su residencia a zonas más pobladas, más alejadas de los centros urbanos y con peores servicios públicos.
Los mexiquenses han padecido por décadas gobiernos que no les representan en su productividad y su lucha cotidiana por ganarse la vida, las elites políticas y económicas, siempre han privilegiado sus intereses por encima de los índices de bienestar que requieren sus pobladores que son vistos como ciudadanos de segunda. Sus servicios públicos son caros, ineficientes y muchas veces condicionados electoralmente. En el Estado de México se evidencia la desigualdad social que existe en el país, como ejemplo está el municipio de Huixquilucan donde se pueden encontrar zonas de alta marginación colindantes con fraccionamientos exclusivos cotizados en dólares, así como colonias de clase media y ejidos que se mezclan visualmente en un paisaje caótico y ya muy cotidiano en el la entidad federativa.
Sin duda alguna, la principal característica en el calvario cotidiano de los mexiquenses es la inseguridad lastimosamente cotidiana. La colusión entre delincuentes y policías es un lugar común en la impunidad que es la regla general en los altos índices delictivos en el estado. Es lógico que las tasas delincuenciales sean altas, debido a su gran población, pero no por ello se debe justificar el terror que es viajar o vivir en el estado de México, donde no se denuncian los delitos porque ya que nadie confía en los ministerios públicos ni en sus policías. Como en un capítulo de las novelas negras, o la cotidianeidad de la nota roja, siempre que las fiscalías presentan a una presunta banda de delincuentes, entre sus integrantes se puede encontrar a policías o expolicías del Estado de México.
Todos estos males históricos nunca pudieron ser erradicados por los gobernadores emanados de las filas del PRI, ahora con la posible alternancia tampoco es posible asegurar que mejoren las difíciles condiciones de los mexiquenses, por ello es necesario analizar todo más allá de los cálculos políticos que por lo general siempre olvidan solucionar las necesidades y carencias de millones de mexicanos que solamente son atendidos adecuadamente en tiempos electorales.
Dedicado a Krisztina, Szeretlek. Köszönöm.
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