España es una gran nación, pero vive obsesionada a su pasado: que si Lepanto, que si la leyenda negra, que si sus grandes almirantes, que si Hernán Cortés, que si Don Pelayo, y un largo etcétera. Es una cuestión enfermiza que se parece a la de los argentinos con el fútbol, claro que eso cae como del cielo a esos dos gobiernos, el español a la voz de: “¡vale, distráiganse con esos huesos mientras nosotros hacemos de las nuestras y no les resolvemos ni siquiera el problema de las fronteras ni el de la vivienda!”.
Vamos, ni en España sola hay unidad, pisa uno casi cada región, y se creen un país distinto, algunos incluso son violentos al ver su propia bandera, la de España, pitan su propio himno en los estadios, pero ¡ah! no, importan más Lepanto y Balboa.
En México, una presidenta que no tiene el control político de casi nada, ya se salió con la suya en su necedad (propia de imbéciles) de traer al presente hechos de hace más de medio milenio, y así, podemos constatar como el máximo “activo” del mundo hispano es la DIVISIÓN estéril, que si no fuera por eso y se condujeran bajo el mínimo sentido común, el mundo hispano dominaría al mundo. Nunca será así. Baste ver los odios entre países de Sudamérica o los de una región ridículamente pequeña cómo lo es Centroamérica.
En días pasados, la monarquía española mostró eso que carece el mundo de la hispanidad: sentido común, al enviar mensajes de concordia a México, como dos premios princesa de Asturias, una megaexposición de arte prehispánico en aquel país, y un oficio diplomático ejemplar, donde seguro el embajador mexicano Ordaz Coppel tuvo también su parte. Pero no, insisto: qué fácil sería en una visita de Estado una simple expresión de PERDÓN MUTUO, que la conquista fue una GUERRA y en las guerras se infringen horrores ambos bandos y ese conflicto no fue una excepción, es más, un perdón a nosotros mismos, lo que hoy es México, que durante siglos solo fue un pequeñísimo, casi imperceptible, punto en el mapa (México-Tenochtitlan), porque aquello fue antes que todo una “guerra civil”, la mayoría de las ciudades estado tiranizadas por la metrópoli azteca aliadas entre ellas y los españoles para poner fin a tantos años de abusos y crímenes abdominales.
El mundo está ávido de expresiones de reconciliación, de perdón, de paz, de fraternidad y también los países hispanos de salir de su postración, que mientras algunos discuten por los huesos de Cortés, sus gobiernos no dan resultados en cuanto a la corrupción, la salud pública y la violencia (en el caso de México) y a los de dotar de vivienda lo mínimamente digna a sus ciudadanos y detener el gravísimo y rápido proceso de islamización (en el caso de España). ¿Que unidos los países hispanos seríamos mucho más fuertes?, es cierto, pero si, mientras, no se puede resolver el patético tema de los ridículos perdones o no perdones, el resto del mundo, por ejemplo, China y otros países asiáticos, viven ya, en el futuro.
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