La entrega de hoy debería referirse a los muy lamentables hechos acontecidos a raíz de la liberación de la presa La Boquilla por parte de agricultores, campesinos, nogaleros y ganaderos de Chihuahua, el estado grande.
En todo el país comentamos ayer el asesinato de una pareja formada por Jésica Silva y Jaime Torres, quienes regresaban a su población y en una acción que aún no es clara, fueron baleados por la Guardia Nacional. Se presume.
El hecho es más grave de lo que mucha gente en el país supone. No es solamente un hecho aislado. Se ha estado gestando la inconformidad de los agricultores, campesinos y ganaderos de Chihuahua, desde hace varios meses.
El motivo principal y que da origen a todo es la falta de lluvia que hemos tenido en el estado. Lo que provoca que las presas estén en sus niveles mínimos o por debajo de ellos.
Esto genera que las familias que dependen del agua, ante la sequía de este año, se angustien ante la posibilidad de no contar con agua para el siguiente ciclo. Y además porque por primera vez en la historia de un tratado como el que se tiene con EEUU desde la década de los 40, se abrió la compuerta de la presa La Boquilla, para que México cumpliera con el acuerdo.
El agua está concesionada a los agricultores, campesinos y ganaderos, es decir, en cierta forma les pertenece. No se puede disponer de ella.
Por otro lado, se tiene la duda que en verdad el agua sea para pagar el acuerdo y se quede en Tamaulipas. El gobierno de EEUU asegura que el acuerdo está cubierto para el presente año y no han recibido excedente de agua.
Entonces, como muchas cosas más de este régimen, las cifras del agua no cuadran.
Los políticos, que todo ven desde esa óptica, alegan que se ha politizado el asunto. Lo que no deja de ser cierto.
Pero el origen de este problema no lo es. Lo hicieron así al intervenir personas que sí tienen que ver con los partidos. Como el diputado local Omar Bazán, presidente estatal del PRI en Chihuahua. El mismo gobernador, Javier Corral. Y nuestro “ya no tan querido presidente”, que, al menor estornudo de un rival en política, lo declara con quererle infectar de coronavirus, aunque se encuentre a dos mil kilómetros de distancia. Válgame la analogía.
De eso debería de tratar este comentario y de la salida bochornosa de la Guardia Nacional que, a palos, insultos y “zapes”, salió de las instalaciones de la presa La Boquilla. Escoltados por más de cuatro mil personas que salieron a defender el derecho que les asiste de proteger el agua que es vital para la siembra del siguiente año y para el sostenimiento de ranchos nogaleros y ganaderos.
Es cierto que entre los protestantes están personas cuyos apellidos señalarían directamente o se ligarían a partidos hoy de oposición, como el de los Baeza. Pero éstos también son productores de nuez y gozan de un gran liderazgo entre la gente del estado.
Lo que no implica que esta sea una confrontación política ni contra el gobernador del estado, menos contra el presidente López Obrador.
Éste lo ha tomado así, por estar mal asesorado o porque le da su gana, pues ese es el modo y la manera presidencial. “Lo que diga mi dedito”, frase anecdótica que muestra un cinismo innecesario en un mandatario. Pero así es él.
Ya lo vimos regodeándose ante la negativa del INE para otorgar registro al partido de su Némesis, Felipe Calderón, el llamado México Libre.
De eso debería de tratar mi entrega, pero no. Hoy trataré de llamar su atención ante otro hecho igualmente cínico y con una desfachatez que espanta.
Lo que se ha vuelto un hábito en una persona que no debería de politizar las cosas de su responsabilidad. Las que van muy mal.
Al parecer los malos resultados y su incapacidad evidente, le han provocado encono, rabia y un cinismo que, si no fuera porque está empleado por el gobierno federal, ya estaría desempleado y “tronado” como médico particular. Sería abandonado por los pacientes, que perderían eso, la paciencia, ante el cinismo y la ineptitud manifiesta del doctor Hugo López–Gatell.
Ya no es un secreto que parte de los motivos para que un grupo compuesto por 10 gobernadores de oposición abandonaron la CONAGO.
La muy evidente falta de capacidad científica, médica y administrativa del epidemiólogo, ha provocado álgidas protestas de parte de los gobernadores: no concuerdan con las formas poco ortodoxas de López-Gatell.
¿Cómo cuáles? Aceptar que la epidemia se controlaría con el uso de una estampa religiosa que nuestro ya no tan querido presidente expuso un día ante la nación. La conocida como “Detente”.
O como la declaración irresponsable y presuntamente etílica del gobernador de Puebla, Miguel Barboza Huerta, que recomendó un “molito de guajolote” como vacuna y además dijo que el coronavirus era uno que solo ataca a los ricos, porque los pobres, “somos inmunes”. Así lo expresó. Como si no tuviera una de varias casas con valor de más de dos decenas de millones de pesos. Vaya desfachatez, diría mi santa madre.
Por si fuera poco, el doctor casi le aseguró al presidente López Obrador que la crisis estaría superada para el 19 de abril pasado. Luego en mayo, en junio y ya mejor no dijo nada. Con esto de poner fechas para el fin de la pandemia, me recuerda a los agoreros del desastre, a los pseudo profetas que gustan profetizar del fin del mundo poniendo fechas y hasta hora.
Siempre han fallado y lo seguirán haciendo. Como López
Por todo lo anterior, ha provocado una gran cantidad de memes y reclamos hacia su persona. Todo debido a que se empeña en quedar bien con su jefe, que no es el secretario de salud, sino el presidente.
De ahí que mienta, que trate de engañar a todas las personas, su jefe incluido, por supuesto. Politiza todo, sin ser político y sin tener experiencia para mentir sin que se note y con sangre fría, como lo haría cualquier político.
Quienes no han tolerado más mentiras, han sido los médicos que antes fungieron como Secretarios de Salud en regímenes anteriores al actual.
Lo que provocó una reacción política en quien debe de ocuparse más en la salud y no en la política.
A menos que quiera una diputación o senaduría y no tuviera una pandemia que ha producido más de 68 mil muertos en el país, los cuales, con otra estrategia, dicen los expertos, podrían ser mucho menos.
El subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell Ramírez, llamó a seis exsecretarios de Salud a “patentar” la fórmula que servirá para acabar con la pandemia por Covid-19 en seis u ocho semanas.
“Si hay un grupo selecto de exsecretarios de salud que tienen la fórmula para controlar la epidemia en 6 u 8 semanas, podría dar lugar a una especie de patente porque eso se necesita en todo el mundo, puesto que en todo el mundo la epidemia sigue activa, solo China dio por terminada la epidemia, pero hemos visto que en otros países de Europa ya se registran rebrotes”.
Cínico el doctor. Pero qué esperar de él, cuando su jefe para instalar cuarteles de la guardia nacional dice que, “no le va a pedir permiso a nadie”.
¿Será porque ahora López Obrador no puede controlar una “encuesta patito” como las que hizo para el NAICM o la Cervecería en Mexicali?
De igual forma López no puede controlar una pandemia. Ahí el Meollo del Asunto.
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