El lastimoso circo diplomático España-México

Todo empieza, y esto debiera quedar ya más que claro, no con la carta enviada por el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador al Rey Felipe VI de España, con la intención de la realización de un acto para el 2021 (500 años de la caída de Mexico-Tenochtitlán en manos de Hernán Cortés y sus huestes), con el ánimo de una suerte de “perdón” y reconocimiento MUTUO, sí mutuo.

Esa era la esencia de la misiva, ya que ante un hecho, al cual considero es el más importante a la fecha en la Historia de la humanidad, el choque de dos mundos, que bien se puede equiparar con el que hoy llegasen naves extraterrestres con tecnologías e Intenciones desconocidas. 

   Pero no, la Corona española, la cual (como español que también soy y no obstante mis orígenes republicanos, admiro y reconozco) tuvo a bien la torpeza o la “gran idea” (deleznable por dónde se le mire) de filtrar la carta en cuestión a los medios, una acción infantil e incluso grande grosera, ya que a esos niveles las comunicaciones privadas caen en el rubro de SECRETO DE ESTADO, y el violarlo es potencialmente peligroso. 

No hubo tal ceremonia, como es sabido, algo que pudo haber sido un acontecimiento que relanzara y fortaleciera la relación, así desde el pasado gobierno se le hayan puesto férreos límites a empresas españolas extractivas de rentas nacionales, algunas en áreas estratégicas. México se disculpó con el genocidio chino en Coahuila durante la Revolución mexicana, y al mismo tiempo España con la comunidad sefardí (Judíos expulsados hacia 1492), dándoles incluso el derecho a la nacionalidad. Pero en este caso no, no y no, es más, el Rey ha tenido desplantes infantiles para con Latinoamérica, como el no ponerse de pie en Colombia ante el fugaz paso de la espada de Bolívar, que no le costaba más que un segundo y también en asistir a la toma de protesta presidencial en la República Dominicana con un traje color gris, cuando ahí las tradición manda que se acuda vestido de un completo atuendo en blanco. “A dónde fueres, haz lo que vieres”, y nadie dirá nada; si se hace lo opuesto, lloverán cómo es obvio, críticas innecesarias y estériles. 

Y aquí es donde me gustaría tratar un punto innegable, que es la relación enfermiza que raya en lo ridículo, de no pocos españoles y la Historia. Baste un ejemplo: cada región (es un país chico, además) tiene sentimientos payasescos de nacionalismo ultralocal; si va uno a Galicia, Asturias, la Cantabria, el país vasco, Cataluña, la comunidad valenciana y otras más, se miran en cada una banderas de esas regiones en los balcones, himno, lengua, canales de televisión, estaciones de radio con innegable carga SEPARATISTA, y también en algunos casos con un evidente sentimiento antiespañol.

Yo les comentaría a mis paisanos que el más grande sentimiento antiespaña no viene de América Latina, menos de México, menos aún de López Obrador y Claudia Sheinbaum. Éste y vive en ustedes mismos; ¿en pleno siglo XXI un país que parece ir en sentido opuesto al proceso irreversible de globalización? Aunque parezca una mala broma, eso es España. Y no, no coloquen gigantes mantas alusivas a México y su intención de hermanar aún más a dos Naciones más que hermanas, que aquí en México ni se piensa ni se habla de eso: concentren su energía en sentirse orgullosamente ESPAÑOLES.

¿Cómo pueden comenzar? Con no tener miedo de pasearse por las calles con una bandera de España sin ser injuriados por otros españoles, con riesgo incluso de alguna agresión física, aprendan de México en ese particular, un país cinco veces más grande y tres veces más poblado que se identifica con UN idioma (el español), una bandera, un himno y en fin, en una NACIÓN unida y sin pleitos que, créanme, hacen las burlas y las risas de los extranjeros que se dan una vuelta por su país; vean más al futuro y a sus gigantes retos más, y menos al pasado que pasado es, y estar anclado un país en él, no puede augurar los grandes avances con que cualquier gran país (como lo es España) sueña.