Se les ve por todo Tapachula, algunos muy integrados, los otros caminan de manera nerviosa entre la gente buscando la manera de hacerse de recursos para sobrevivir y otros se ven en largas filas para cobrar el dinero que les mandan desde los Estados Unidos para que sigan su viaje hacia el norte o de plano que esperen las citas de Migración de los Estados Unidos para acceder a un juez migratorio.
A quién le importa lo que suceda en Tapachula, Chiapas, podrían preguntarse estimados lectores de otros lares de nuestro gran México o de algún otro país, pero en realidad es que en mayor o menor medida los problemas que vivimos en Tapachula por el fenómeno migrante son los mismos que viven en todo el mundo desarrollado que es el objetivo de arribo de esos migrantes.
Ellos se dan cuenta de que sus vidas no le importan a nadie, están solos en su lucha para llegar al destino que ellos piensan es el mejor para sus vidas. Ni entre connacionales se ve alguna solidaridad, y no hay dinero que alcance porque esta crisis económica está pegándole a todos.
Es por eso, y porque al quedarse mucho tiempo en Tapachula, se arriesgan a seguir siendo extorsionados, a decir de ellos, por las autoridades y por los coyotes que tal parecen ahora extorsionar para ser llevados en un viaje que parece secuestro a todas luces.
Así las Caravanas Migrantes se mantienen como un Viaje de Esperanza y Desafíos.
Las caravanas migrantes, formadas por hombres, mujeres y niños, reflejan tanto la esperanza de un futuro mejor como los enormes desafíos que enfrentan quienes deciden emprender este peligroso viaje.
La concentración de migrantes en esta ciudad fronteriza se debe a las políticas de control migratorio implementadas por México en colaboración con Estados Unidos. Estas políticas, que incluyen la solicitud de asilo y la emisión de permisos temporales, obligan a los migrantes a permanecer en Tapachula durante semanas o meses, generando condiciones de hacinamiento y tensiones sociales.
Además, el objetivo del Gobierno Mexicano es crear en los municipios de Tapachula y Suchiate, un boom industrial y económico con la línea K del Tren Interoceánico para que se queden los migrantes a trabajar y vivir aquí en estos dos municipios. Es tal el grado de convencer a los migrantes y las nuevas autoridades de Donald Trump, que dicen que es mejor crear un “muro de Desarrollo y Bienestar” en esta frontera para que así se quiten de problemas de migrantes los americanos.
Las caravanas se forman como una estrategia de supervivencia. Viajar en grupo ofrece cierta protección frente a los peligros que acechan en el camino, como el crimen organizado, los traficantes de personas y las autoridades corruptas. Además, estas caravanas buscan visibilizar las difíciles condiciones de los migrantes y ejercer presión política tanto sobre los gobiernos locales como sobre el de Estados Unidos.
Cada caravana que parte de Tapachula, como la que salió en los primeros minutos del día de hoy martes 18, suele estar compuesta por cientos o incluso miles de personas. La organización interna es espontánea; líderes emergen para coordinar los movimientos, negociar con autoridades y garantizar el acceso a recursos básicos como agua, comida y atención médica. Sin embargo, el viaje es extremadamente agotador, con jornadas de caminata bajo el intenso sol y noches de descanso improvisado al aire libre.
El gobierno mexicano ha adoptado una postura ambivalente hacia las caravanas. Por un lado, se busca detenerlas mediante operativos policiales y militares. Por otro lado, México ha sido criticado por la falta de una política migratoria clara que respete los derechos humanos de los migrantes.
La presión de Estados Unidos juega un papel crucial en esta dinámica. A cambio de acuerdos comerciales y económicos, el gobierno mexicano ha endurecido su política migratoria, convirtiéndose en un muro de contención para los migrantes.
El fenómeno de las caravanas migrantes refleja una crisis humanitaria de gran magnitud. Mientras algunos logran llegar a Estados Unidos, muchos quedan varados en el camino, enfrentando deportaciones, violencia y condiciones precarias, afectando en gran medida a las comunidades por las que pasan.
En última instancia, estas caravanas son un llamado urgente para abordar las causas estructurales de la migración en los países de origen y para desarrollar políticas internacionales que respeten la dignidad humana. El viaje desde Tapachula hacia Estados Unidos es, para muchos, la única opción en busca de un futuro mejor, pero también es un recordatorio de los costos humanos de la desigualdad y la falta de oportunidades, dándose cuenta de que si ellos no le ponen valor a su vida, nadie lo hará.
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