Desempacado de su trabajo en Estados Unidos, el expresidente Ernesto Zedillo Ponce de León se convirtió el “destacado vocero” de la oposición mediante un sesudo ensayo en Letras libres, del empresario cultural Enrique Krauze, donde nos advierten por enésima vez sobre el fin de la democracia propinada por el fantasma del autoritarismo transexenal del populista Andrés Manuel López Obrador.
El doctor Dedillo, mote ganado en sus años de primer mandatario, fue impuesto candidato sustituto por el innombrable Carlos Salinas de Gortari, luego del terrible asesinato del candidato presidencial y mártir de la democracia, Luis Donaldo Colosio Riojas. En los apoteósicos tiempos de 1994, el mismo doctor en economía aceptaba que su triunfo se había basado en una contienda inequitativa pero legal, cualquier cosa que eso significara.
Como presidente el “dotor” Dedillo nos recetó la mayor devaluación de la era neoliberal, apenas a 20 días de iniciado su sexenio, que pulverizo la cacareada clase media que el duende Salinas nos había vendido como el ingreso al primer mundo. En sus acartonados informes de gobierno, los últimos llenos de la solemnidad y disciplina del priato, el doctor dedicaba importantes segmentos a explicarnos porque se animó a quitarle los alfileres a la economía heredada por el mago de las finanzas auto exilado en Dublín.
Con el hermano Raúl Salinas recluido en un penal de alta seguridad, el duende neoliberal decidió salir por cigarros. Años más tarde en una llamada intervenida, el hermano incómodo acusaría al villano favorito de robarse todos los recursos el extinto ramo 33. Ambos representantes del liberalismo social priísta, recuperarían su vida de lujos y riqueza inexplicable, sin que nadie les llamara a cuentas.
La eterna gesticulación de hombre confundido, sin sentido de pertenecía, conjuntada con escasos y malogrados chistes, hizo de Zedillo un comediante frustrado involuntario. Apodos a sus costillas le pintaban como un inepto sin futuro, baste recordar aquel mote de “Neto” pues hablaba como “Titino” y lo manejaba don Carlos. Su figura de sustituto indeseado se conjugaba con su “manita salada para todo lo que tocaba”.
Heredero de los últimos estadios del poder omnipresente del PRI y sus formas autoritarias y cómplices, fue quien dio la estocada final al partidazo ya muy lejano de sus “bases sociales”.
El analista Guillermo Vázquez Handall reveló en el programa de Eduardo Ruiz-Healy que Zedillo contuvo un intento ilegal tendiente a revertir las tendencias electorales en la elección del año 2000, donde finalmente Vicente Fox resultó ganador. La transición política, que según otros actores de la época como Francisco Labastida, fue pactada desde los Estados Unidos luego del crack financiero, fue su único activo político que salvó la figura del último presidente del eterno priato que entregó el poder de forma pacífica a la oposición.
Tras su salida del poder y luego de privatizar los ferrocarriles nacionales a empresas extranjeras, Neto supo que su destino era incorporarse a las mesas directivas de estos consorcios, no importando que por su importante cargo público regalaba información privilegiada a los privados beneficiados de las desnacionalizaciones. El “chambitas” Zedillo, se congraciaba de ser el único expresidente que seguiría trabajando después de su mandato sexenal. Obvio nunca dijo que sus puestos gerenciales dorados, fueron a costa del bienestar de los mexicanos.
Si bien desde su error de diciembre, el “dotor” no volvió a manipular el valor real del peso mexicano, iniciando la era de la libre flotación, la torpeza en la ejecución fue trágica. El tsunami financiero puede ser calificado como fraude contra la nación, pues según narra el mismo Salinas de Gortari, fueron personeros de Zedillo, quienes filtraron la información de que se daría una devaluación a la moneda a las elites económicas del país, provocando el desastre conocido.
La presidenta Claudia Sheinbaum contestó en las conferencias mañaneras los dichos del “dotor” de Yale a quien hizo cera y pabilo, recordándole el fraudulento rescate bancario del Fobaproa que sigue constando millones de pesos al erario. Donde los mismos banqueros y la elite económica se aprovecharon de la situación para incorporar toda la deuda que no correspondía ser rescatada. Asimismo la presidenta le recordó al momificado tecnócrata que en su sexenio se dieron los peores crímenes de lesa humanidad, como fueron las masacres de Acteal y Aguas Blancas.
El dotor Dedillo, que nunca fue agudo mentalmente ni tolerante a la escasa critica que recibía, salió a escribir muy ofendido una carta que evidencia por su gramática y estilo, que el “sesudo” ensayo podría no ser de su autoría. Los lugares comunes de la victimización, el fin de la democracia liberal, el mito de la concentración de poder, los agrios lamentos por el final del poder judicial independiente, así como la idealización del paraíso en la tierra que eran los organismo autónomos, son la cantaleta que los neoliberales, los partidos aglutinados en el PRIAN y las elites económicas reciclan con la intención de espantar a los mexicanos con “el petate del muerto” democrático.
A pesar de que las pensiones a expresidentes fueron canceladas, el “chambitas” Dedillo aun es beneficiario de una jugosa pensión mensual por parte del Banco de México, situación que la presidenta Sheinbaum pidió revisar. Además de asegurar con razón, que no se puede hablar tan impuramente del rescate bancario.
En fechas recientes se dieron a conocer audios con presuntas llamadas entre su esposa Nilda Patricia Velasco con miembros del Cártel de Colima, que podrían demostrar vínculos con el crimen organizado.
Zedillo intenta boicotear la nueva elección de jueces y magistrados del poder judicial, olvidando que fue él mismo el que dio un pequeño golpe de Estado al disolver la Suprema Corte de Justicia, para cambiar su conformación numérica. El propio expresidente propuso a los nuevos integrantes, en un congreso dominado por entonces mayoritario PRI y su entonces aliado velado el PAN.
A toro pasado, todos somos Manolo Martínez, pero quien recurra a la hemeroteca simple, recordará el estilo ausente, antidemocrático velado, entreguista y de formas tragicómicas que estuvo dominado por el Dotor, que sin proponérselo realmente, fue el presidente que hizo posible la transición, sin ser un demócrata real. Ahora en su regresó de su ostracismo dorado intenta lavar la cara de la oposición cada vez más intrascendente e irrelevante, con la misma lógica de la autocomplacencia que busca la desmemoria histórica como principal activo.

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