Hoy es lunes 1 de septiembre. No es un lunes cualquiera. Yo diría que es un súper lunes: inicia el ciclo escolar con el retorno de millones de niños y jóvenes a las escuelas; empieza el mes patrio, preámbulo del fin de año (del “grito” al año nuevo hay un abrir y cerrar de ojos); inicia también el periodo ordinario de sesiones del Congreso de la Unión; la presidenta Sheinbaum informa al pueblo de México lo que ha venido haciendo en su casi primer año de gobierno; y entran en funciones los nuevos ministros, magistrados y jueces federales.
¿Una nueva era de esperanza y de justicia se deja venir, como afirman Morena y seguidores? ¿O, como acusa la oposición, es el fin de la división de poderes, la consolidación del oficialismo hacia la dictadura? Como dice la canción de Yuri: ¿“siempre vendrán tiempos mejores”? ¿Quizá todo siga igual? ¿O de plano entraremos en un proceso de destrucción nacional? Entre el optimismo cándido y el pesimismo amarillista: ahí va a estar la realidad. La ingenuidad de unos y el tremendismo de otros da risa.
Hoy entran en funciones los ministros de la Suprema Corte, los magistrados del Tribunal de Disciplina Judicial y del Tribunal Electoral; y los magistrados y jueces federales. Con ánimo constructivo planteo tres preguntas: ¿Quedará el poder judicial de la federación bajo la influencia del poder ejecutivo y Morena? ¿Somos el país más democrático del mundo porque ahora elegimos a nuestros jueces? ¿Estamos por entrar a una nueva era de justicia y pulcritud jurídica? Veamos.
¿Quedará el poder judicial bajo la influencia del poder ejecutivo y Morena?
A mi juicio existen elementos que apuntan hacia una influencia, no sé aún cuán grande. Morena logró que sus propuestas ganaran prácticamente todos los cargos clave, incluidos los nueve ministros de la Suprema Corte. Y para eso se valió de “acordeones” ilegales. De no haber existido estos “acordeones orientadores”, el resultado de la votación habría sido aleatorio. Pero fue muy ordenado, porque justo los nombres sugeridos en los acordeones fueron los candidatos que ganaron los cargos. Si usted es morenista y quiere pensar que no, que fue algo democrático y casual, pues siga creyendo. No se trata de antipatía a Morena, yo mismo coincido en muchos puntos con los planteamientos de Claudia Sheinbaum y apoyo su gestión; pero tampoco soy idiota para no darme cuenta de cómo fueron las cosas. A lo mejor sí soy idiota, dirá alguno, pero no tanto como para no darme cuenta. En suma, creo que hay bases para pensar que habrá una influencia institucional del actual régimen.
¿Somos el país más democrático del mundo porque elegimos a los jueces federales?
No estoy seguro de semejante afirmación, y mire que la repite un día sí y otro también la presidenta Sheinbaum, por quien, ya he dicho, tengo simpatía y coincidencias. Pero el discurso del “país más democrático del mundo” me parece exagerado. Sí hay avances democráticos. Antes, los altos funcionarios (eso de “altos” me parece tan bajo) y las élites económicas trabajaban para sus intereses y beneficios, y despreciaban al pueblo. Ahora que Morena se ha apropiado del discurso del pueblo, creo que esas élites desprecian aún más a los humildes y marginados, porque gracias a éstos es que el actual régimen se sostiene.
Eso del amor al pueblo le puede parecer a un simpatizante de esos viejos tiempos como algo ridículo y hasta de mal gusto, pero es un principio evidente en sí mismo: ¿cómo no va un funcionario, sea el presidente de la nación, un gobernador, un legislador federal, un ministro de la Suprema Corte; cómo no va a trabajar ese funcionario y ordenar su quehacer por amor al pueblo de México? Es una verdad de perogrullo, y si a alguien sorprende, es porque no ha entendido nada de lo que significa ser un servidor público. El servicio público debe estar orientado por el amor al pueblo, no por la satisfacción de la propia concupiscencia ni por el desprecio a los pobres. En ese sentido, este gobierno es percibido por la gran mayoría de mexicanos como el “momento del pueblo”. Creo que nunca antes tantos mexicanos se sintieron tan representados. Mientras esa percepción subsista, el actual régimen seguirá ganando elecciones y creciendo en poder.
No somos el país más democrático del mundo, porque ninguno lo es, pero es obvio que hoy el pueblo tiene un peso que antes no había tenido. Tampoco somos el país más democrático del mundo por la elección de jueces. La afluencia en la votación fue históricamente baja –un 12% con un alto porcentaje de boletas nulas o en blanco–, lo que a mi juicio debilita la legitimidad democrática del proceso. Si usted se cree que fue un hito en la historia de nuestro país y que una legitimidad democrática de esa envergadura no ha tenido parangón en la historia del mundo, no lo sacaré de su encanto; disfrútelo. Con lo poco que me queda de raciocinio, me doy cuenta que tal vez por otros motivos podemos ser muy democráticos, pero no por la elección de jueces del 1 de junio. Al contrario: el voto guiado por acordeones de un porcentaje muy pequeño de ciudadanos más bien parece una estratagema.
¿Estamos en el inicio de una nueva era de justicia y pulcritud jurídica?
En Morena argumentan que el nuevo esquema democratiza al poder judicial y rompe con las élites que lo tenían secuestrado, lo que le permitirá trabajar para el pueblo y no para la oligarquía. Será un poder cercano al pueblo, del pueblo y para el pueblo. Todo esto suena muy bien, pero hay que pasar todo por el filtro de la razón. El nuevo esquema democratizaría al poder judicial si hubiera existido una legitimidad electoral indubitable. Y esa condición no sucedió por las razones expresadas más arriba: una muy pobre participación ciudadana en la votación y el voto artificial e ilegalmente orientado por acordeones. Una verdadera elección, con amplia participación ciudadana y sin “criterios orientadores” habría democratizado al nuevo poder judicial, y entonces sí habría ruptura con las élites económicas.
Las élites del neoliberalismo se verán disminuidas. Pero no seamos ingenuos, porque surgirá la nueva élite política y económica ligada a Morena. De hecho ya surgió, y está partiendo plaza a sus anchas en todo México. No doy por hecho que el nuevo poder judicial trabajará para las nuevas élites, pero se han generado las condiciones para que así sea.
Dicen que la justicia resplandecerá. Mi espíritu crítico me dice que eso no va a suceder. La realidad estará en medio del optimismo y el pesimismo. Ni va a empezar una nueva era dorada de luz y esperanza, como dicen los morenistas, ni será el fin del mundo, como afirma la oposición. México vivirá como siempre, entre claroscuros.
De Frente Y Claro | Pemex sigue en el ojo del huracán
Por más que el gobierno federal afirme que Pemex saldrá adelante, cada día está peor. Una pequeña muestra lo...
diciembre 4, 2025
Transiciones. En México hicieron falta más Suárez y Fernández Miranda, y menos Fox Quesada y Carlos Castillo Peraza
Las transiciones democráticas entre las de España y de México no pueden ser más disímbolas. De entrada y antes...
diciembre 3, 2025
Al rescate de la industria hípica. Nuestra solicitud a doña Claudia Sheinbaum Pardo, Presidenta de todos los mexicanos
La Industria Hípica de Carreras de Caballos merece un rescate y necesita urgentemente la atención de doña Claudia y...
diciembre 3, 2025
La Adelita
Adelita Grijalva, congresista del Partido Demócrata por el séptimo distrito de Arizona, es hoy todo un fenómeno en Estados...
diciembre 3, 2025