Hace un siglo, más o menos, un tal Henry Ford, quien fue un gran empresario y fundador de la empresa de autos Ford, dijo que el fracaso es simplemente la oportunidad de empezar de nuevo pero esta vez con más inteligencia. Creo que es ciertísimo.
A nadie nos gusta el fracaso. Es algo que vivimos en completa soledad, sintiéndonos los más tontos del mundo y sin compartirlo. O al menos no abiertamente. Pero, ¿qué pasaría si viéramos el fracaso como una simple oportunidad de hacerlo mejor la siguiente vez?
Podemos ver el fracaso todos los días de nuestra vida y a veces nos toca vivirlo. El fracaso es como una moneda. Depende del lado donde estemos parados vemos el águila o el sol.
Además, todos, sin excepción, hemos fracasado en algo, en un matrimonio/noviazgo, al caer en sobreendeudamientos, al emprender un negocio, nos han corrido de trabajos y miles de situaciones que nos pasan en la vida que podrían percibirse como fracasos y no como oportunidades.
En colaboraciones anteriores les he platicado cómo yo “fracasé” en el buen uso de mis tarjetas de crédito. Cómo llamaban por teléfono para cobrar a personas que ni se cómo consiguieron sus datos y toda la vergüenza que eso implicó para mí.
Obvio que cuando te revuelca una ola no ves ninguna oportunidad en ello, pero una vez que pasa cierto tiempo, y viene la calma, uno puede identificar valiosas oportunidades emanadas de ese fracaso. Como mi actual situación.
He recibido muchas críticas nada favorables por compartir mi aprendizaje personal. Me han criticado por platicarle a la gente que yo pasé por una situación de mal manejo de mis finanzas personales. Y, al mismo tiempo, también he recibido muchos comentarios y personas que reconocen el valor de saber decir: me equivoqué.
Lo maravilloso de esta experiencia para mí es que aprendí. Pude reconocer dónde estuvieron los errores y pude crearme un sistema para eliminar mis deudas y salir adelante. No es nada fácil salir de deudas, pero si se puede.
Cuando uno fracasa económicamente, cuando realmente estás en una situación de quiebra personal puedes desmoronarte a niveles insospechados. No es novedad que algunos ejecutivos se suicidaron después de la crisis del 2008. Por razones que van desde el desempleo hasta la vergüenza. De acuerdo con el British Medical Journal la tasa de suicidios aumentó considerablemente durante el 2009 en 53 países estudiados. Siendo Europa y Estados Unidos las sociedades más afectadas.[1]
A los simples mortales como tú y como yo, que no perdemos cantidades tan millonarias como aquellas personas, nos afecta igualmente la situación mental y psicológica que vivimos cuando fracasamos económicamente.
Las presiones económicas que podemos sentir cuando no tenemos dinero ni para mantener a nuestras familias vuelve las situaciones mucho más graves y extremas. Dicen que el dinero no da la felicidad, pero definitivamente nos aleja de situaciones emocionales como éstas.
Mi situación emocional si fue complicada cuando me di cuenta que había quebrado y que no podía pagar mis deudas. Al quedarme sin trabajo, resultó imposible pagar. Lo que tenía ahorrado me dio un respiro, pero solo para comer y los gastos más indispensables. Lo grave fue que no podía seguir pagando lo que ya debía. Y cuando se me acabó el ahorro y seguía sin trabajo, se complicó aún más la situación.
Este momento de mi vida me marcó. Cambió el rumbo de mi vida y me hizo tener que tomarme todo con más calma. Ni modo, pero, por otro lado, prendió un motor en mí, que me hace querer ayudar a la gente todo el tiempo para evitar que lleguen a vivir situaciones tan extremas como esas.
Cuando los niños aprenden a caminar nadie los está juzgando, nadie dice: “mira que niño tan tonto, no se puede parar y caminar bien.” Porque todo el mundo sabe que es un proceso en el que se caerá muchas veces y tendrá que aprender a mover sus músculos con su cerebro, hacerlos fuertes y mantener el equilibrio. Nadie le está contando las veces que se cae y mucho menos las que se levanta.
Por otro lado, cuando somos niños, ni nos sentimos juzgados, ni nos importan si nos juzgan porque estamos aprendiendo a caminar. Un niño no piensa: “soy menso, no me puedo parar como mis papás y caminar normal. Me quedaré sentado y deprimido toda mi vida hasta que alguien pase, me cargue y me lleve a todos lados.” Simplemente lo sigue intentando hasta que lo logra.
Conforme vamos creciendo vamos aprendiendo un montón de cosas. También aprendemos a juzgar y a juzgarnos muy duramente. Lo que no aprendemos en ningún lado es de educación financiera. Nadie nos enseña el buen uso del crédito, a ceñirnos a un presupuesto, ni a ahorrar, ni a miles de otras cosas. Pero, cuando te revientas contra la pared teniendo dos deudas, tú te vuelves tu principal juez. Te juzgas fuertemente en lugar de levantarte, sacudirte y seguir aprendiendo a caminar. Y, por otro lado, tu acreedor, te juzga y te exige el pago. Y está en todo su derecho.
¡Pero si nadie me enseñó! Me daban ganas de gritar.
Pues no, había que aprender solo. A caminar se aprende caminando, viendo a otros como lo hacen. A manejar las finanzas personales lo aprendemos igual, solo copiando. Lo malo es que solo copiar no es suficiente para manejar bien este tema. Como nadie habla de dinero, porque es “impropio”, pues no tenemos ni una pista de cómo hacerle. Nadie nos ayuda diciéndonos, usa el sillón para recargarte o te detengo las manos mientras das tus pasitos, ni nada por el estilo. No hay nadie acompañando nuestro aprendizaje financiero.
Es duro vivir estas caídas que, a veces, duelen más de lo que quisiéramos experimentar. Por eso lo platico.
No nos gusta hablar de dinero porque en el fondo todos nos sentimos poco capacitados para su manejo. No tenemos punto de comparación, ni aprendizajes concretos ni reales porque no lo hablamos con nadie, no estudiamos o leemos del tema. Y eso sí, a diferencia de caminar que se hace practicando, aquí hay que aprender conceptos y otros conocimientos útiles. Tener cierta instrucción.
Yo me juré que no me volvería a pasar y, además, que haría todo lo posible para ayudar a otros a no tener que pasar por ahí. Que, si me los encontraba por ese pantano, quería ofrecer herramientas que les pudieran servir para salir adelante. Por eso, aquí les dejo un mini curso gratuito para comenzar a resolver deudas personales.
El verdadero fracaso sería quedarse sumido en la depresión o perder la vida en ello. Duele equivocarse y en el caso del fracaso financiero, también cuesta dinero, pero no es el fin del mundo.
En los últimos 10 años he aprendido todo lo posible de finanzas personales, de economía y finanzas, de neuroeconomía y de cómo funciona nuestro cerebro. Esto me ha abonado suficientes conocimientos y sustento como para aconsejar a la gente, además de mi valiosa experiencia como ser humano que sigue aprendiendo a caminar. Por eso, con todo gusto ofrezco mi asesoría personal, asesoría hipotecaria gratuita, talleres y cursos para compartir más conocimiento con más personas. Me puedes contactar a través de Twitter o por correo electrónico.
No dejes de prepararte, de aprender a manejar este recurso tan importante en nuestras vidas que es el dinero. No te pierdas de aprender un poquito más cada 15 días en Ruiz Healy Times.
¡A saber más! Que nadie se beneficia de esto más que tú.
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